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Uruguay y los presos de Guantánamo: un fracaso

Diego Piriz, desde Montevideo18 de agosto de 2016

La acogida de ex prisioneros de Guantánamo ha causado problemas en Uruguay, debido principalmente a las dificultades de adaptación de los afectados y a la falta de preparativos suficientes. (*Aclaración a pie de página)

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Exprisioneros de Guantánamo en Uruguay (archivo)Imagen: picture-alliance/AP Photo/N. Garrido

La acogida de personas que estuvieron recluidas en la cárcel de Cuba por más de 10 años, fue toda una experiencia de buena fe que quiso llevar a cabo el gobierno del ex presidente José Mujica. No resultó lo esperado.

Los primeros problemas que comenzaron a experimentar los hombres, se relacionaron con la cultura, y principalmente al machismo que impera en ellos. Dos de los seis que llegaron a Uruguay les pegaron a sus mujeres en varias ocasiones, al punto de que fueron denunciados penalmente y tuvieron que llevar durante algunos meses tobilleras electrónicas.

Muestras de arrepentimiento

Ahora, el tunecino de 50 años, Adel Mohammed, quien se separó de su mujer, Roma Blanco, luego de que esta lo denunciara por malos tratos, informó que está “totalmente arrepentido”, aunque ya no quiere “saber más nada de ella”.

Mohammed, quien concedió una entrevista a Deutsche Welle, pero prefirió no salir en cámaras, dijo que está “trabajando feliz, y si bien no da mucho la plata en lo que hago me las arreglo con la ayuda del gobierno de Uruguay”.

Ese ha sido otro de los problemas predominantes de los ex presos de Guantánamo. En el mes de septiembre se les termina el subsidio del Estado y tendrán que mantenerse únicamente del dinero que reciban por la labor que desempeñen.

“Yo me siento bien en Uruguay y me quiero quedar acá, al principio me demoré para adaptarme pero ahora bien, me falta más dinero y trabajo”, señaló Mohammed en su español poco fluido.

Ex-Guantanamo-Häftling heiratet in Uruguay
Adel Mohammed y Roma Blanco, en junio de 2015.Imagen: Reuters

Disgusto uruguayo

El sirio Jihad Ahmad Diyab, que se encuentra recluido en Venezuela luego de que sorteara diferentes pasos de frontera en Uruguay y Brasil, está esperando que el gobierno bolivariano lo deporte.

Según fuentes del gobierno uruguayo, “lo más seguro es que lo deporten para que vuelva a Uruguay, y por este motivo nosotros estamos tratando de hacer todo aquí, para que cuando llegue no tenga los mismos problemas”. Así mismo, informaron que “Diyab es libre de hacer lo que quiera, si se quiere ir puede hacerlo, pero el primer tema es que no puede pasar por las fronteras sin mostrar su cédula, y el segundo es que lo países limítrofes con Uruguay lo tienen que aceptar, porque no todos tienen por que darle refugio como nosotros”.

En los últimos días, el canciller de la República, Rodolfo Nin Novoa expresó en conferencia de prensa su disgusto con el sirio: “Nosotros estábamos haciendo todo un plan de reunificación familiar con la Cruz Roja para que viniera su familia para acá. El señor Diyab tiene un apartamento que le dio el Estado con cuatro dormitorios, precisamente para reunificarse con su familia. Me parece que decir que prefiere irse a Guantánamo en vez de estar en Uruguay, es propio de una persona muy mal agradecida”.

Falta de preparación

Christian Mirza, el interlocutor y vocero del gobierno para este tema, señaló que “si bien hubo una improvisación y algún golpe que otro, ahora se puede decir que los refugiados están mejor en comparación a los primeros meses de estadía en el país”.

Mirza enfatizó que el gobierno ha hecho “hasta lo imposible para facilitarle todas las herramientas a los ex presos, pero está claro que con esto no suficiente, ellos también tienen que poner su parte”.

En contrapartida, Nicolás Guigou, doctor en antropología social, con experiencia de trabajo en las Naciones Unidas para refugiados en Uruguay, catalogó el proyecto del gobierno como “un verdadero fracaso”.

“No se trata de las intenciones, porque realmente está bien que Uruguay lleve adelante este tipo de cosas, me parece bárbaro y es un ejemplo a seguir. Pero digamos también que acá falta mucho por hacer, esto fue una improvisación total; hace unos días me enteré de que familias sirias que también llegaron a Uruguay aprenden idioma español con vecinos de la zona y no en un centro de formación, y eso está mal”, cuestionó Guigou.

El doctor en antropología social también indicó que “debió de ser necesario un estudio previo de la situación, antes de que los ex prisioneros llegaran a Uruguay; no podíamos hacer esto de ir viendo sobre la marcha lo que pasaba, eso no es así y a la vista está este fracaso”.

* En este artículo (publicado el 16.08.2016) se dio originalmente una información imprecisa sobre la cooperación del Gobierno Uruguayo con programas del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados. Lamentamos lo ocurrido y aclaramos que ACNUR nos ha indicado que no hay variación en el marco de su trabajo con Uruguay.