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100 años de la OIT: el mundo laboral no está en orden

Nicolas Martin
13 de marzo de 2019

Desde hace un siglo, la OIT lucha por mejores condiciones laborales en el mundo. En entrevista con DW, el jefe de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Reiner Hoffmann, aboga por fortalecer dicha organización.

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Indien Kinderarbeit Junge KFZ-Mechanker
Imagen: Getty Images/AFP/C. Mao

Desde hace un siglo, la OIT lucha por mejores condiciones laborales a nivel mundial. En entrevista con DW, el jefe de la Confederación Alemana de Sindicatos, Reiner Hoffmann, aboga por fortalecer dicha organización.

DW: La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra actualmente sus 100 años de existencia y es hoy una de las mayores organizaciones especiales de la ONU. ¿Cómo sería el mundo sin la OIT?

Reiner Hoffmann: En su siglo de historia, la OIT ha contribuido en forma determinante a que los buenos salarios y la seguridad social se hayan hecho realidad en muchos países.

¿Cómo influye la labor de la OIT en la forma en que hoy se trabaja globalmente?

Por ejemplo, las normas medulares de la organización han sido ratificadas por casi todos los países del orbe. Eso ya constituye un progreso. Pero no se cumplen en todas partes, por ejemplo en lo tocante a cuestiones importantes, como la prohibición del trabajo infantil. Recordamos también las imágenes de la industria textil en Bangladés, donde murieron personas. Desgraciadamente, el mundo sigue sin estar en orden, también en el plano laboral.

La OIT afirma que "la paz mundial solo se puede construir a la larga sobre la base de la justicia social”, y lucha por la libertad sindical y la igualdad de condiciones para hombres y mujeres. Sin embargo, sigue habiendo discriminación, existe la esclavitud moderna y condiciones laborales desastrosas. ¿Es ineficaz la OIT?

La crítica es justificada. Por eso, pensamos que se debe fortalecer la Organización Internacional del Trabajo. No basta con que la comunidad internacional, al alero de la ONU, llegue a acuerdos sobre estándares. Lo que importa es que sean implementados y que, de ser necesario, se apliquen sanciones. Por ejemplo, no puede ser que en Alemania seamos clientes de empresas que no cumplen las normas laborales de la OIT.

¿Qué implica eso concretamente?

Por ejemplo, se trata de que las empresas que invierten o mantienen relaciones comerciales con el exterior también contribuyan a que los acuerdos laborales sean respetados en esos países. Estamos adelantados unos pasos en eso, pero también experimentamos que muchas cosas no siempre resultan con el principio de la voluntariedad. Por eso necesitamos compromisos vinculantes y también mecanismos de sanción cuando se vulneren las normas laborales de la OIT.

Pero la disposición a la colaboración internacional no ha aumentado precisamente en vista del creciente nacionalismo…

El multilateralismo está magullado. Vemos que se aplican políticas nacionalistas en sectores de Europa y también en Estados Unidos. Y tenemos sistemas capitalistas autoritarios, como en Rusia o en China, donde las normas de la OIT tienen poca o ninguna importancia. Incluso un país tan rico como Estados Unidos no ha reconocido hasta ahora importantes normas de la Organización Internacional del Trabajo. Es tiempo de que eso acabe; de que, en el futuro, la Unión Europea, por ejemplo, solo selle acuerdos comerciales con países en que se cumplan las normas de la OIT.

Berlin DGB-Chef Reiner Hoffmann
Reiner Hoffmann, jefe del DGB.Imagen: picture-alliance/dpa/J. Carstensen

"El trabajo no es una mercancía”, afirma la OIT. Pero en el mundo digitalizado ¿no se está volviendo acaso una mercadería?

Hay un gran peligro de que con la digitalización y la globalización tengamos una nueva generación de jornaleros; que los que ofrecen plataformas se nieguen a asumir su responsabilidad social. La OIT acaba de elaborar un informe en que se abordan temas importantes: necesitamos un ambicioso contrato social global. Allí deberá aclararse quién es el empleador que debe asumir la responsabilidad. Por eso, la OIT tiene hoy en día una función tan importante como hace 100 años.

¿Por qué abriga la esperanza de que, pese a todos los reveses, las normas laborales de la OIT sean aplicadas algún día en el mundo entero?

La gente necesita un ingreso laboral sólido para que aquello que se produce pueda ser también consumido. Muchos millones de personas no tienen hoy esa posibilidad. Corresponde al interés de las economías capitalistas -si no quieren sucumbir-, que las condiciones salariales se estructuren de manera que funcionen con justicia. Entretanto, en sus encuentros anuales en Davos, también algunos capitalistas plantean inquietudes acerca de la capacidad de supervivencia de la economía capitalista. Si esas reflexiones desembocan en políticas reformadas, eso daría motivo para el optimismo.

(er/el)

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