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60 años del chupo, chupón, chupete

1 de julio de 2009

El chupete para tranquilizar a los niños existe, en la forma que conocemos hoy, desde hace 60 años. Unos médicos alemanes lo inventaron.

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Un gran chupeteImagen: Petra Nicklis

Nadie tiene muy claro cómo se llama: ¿chupo?, ¿chupón?, ¿chupete? Lo que sí es evidente para muchísimos es que sin ese trozo de silicona en la boca del infante, la vida –y sobre todo las noches- de millones de padres serían bastantes más duras.

Dos médicos alemanes inventaron en 1949 el “chupete tranquilizador adaptado al maxilar”. Desde ese momento hubo guerra entre las madres y los dentistas. Antes de él, que los niños chuparan cosas era muy mal visto; nadie se acordaba que ya en tiempos de los egipcios se les daba a los niños figuritas de barro llenas de miel. Y que desde que la humanidad es humanidad se sabe que los bebés que no maman y no chupan se ponen nerviosos y gritan. En el siglo XIX, las madres en Europa les daban para tranquilizarlos bolsitas de tela, algunas rellenas de papilla de cereales.

Desgraciadamente, las consecuencias de las bolsitas eran fatales: los primeros dientes salían llenos de caries. A ello se sumaba que algunos bebés se ahogaron debido a que la bolsita de tela se les metía a la garganta. A mediados del siglo XIX llegó al mercado un “pacificador” de caucho que, lamentablemente, era demasiado duro para las bocas infantiles y, a menudo, no estaba libre de venenos.

Y lo inventaron

En agosto de 1949 sucedió. Wilhelm Balters y Adolf Müller, ambos médicos, inventaron el primer chupete natural y ergonómico. Éste NUK (natürlich und kiefergerecht, natural y adaptado al maximilar) sigue dominando el mercado. Entonces, ¿chupete o chupo? O ¿Schnuller o Nuki?

Como era dentista, Adolf Müller tenía que tratar a menudo deformaciones que provenían de de que los niños solían chuparse el dedo pulgar. Por otro lado, los niños que habían sido amamantados mucho tiempo solían no sufrir de deformaciones maxilares. Entonces, Müller se puso -en colaboración con el ortodoncista Wihelm Balters- a desarrollar una goma suave, que semejando el pecho maternal, se adaptara al paladar.

El material cambia, el principio permanece

Este principio permanece, hasta hoy, inalterado; los materiales sí han cambiado: actualmente, de silicona y latex se hacen los chupetes. En un primer momento, las obstetrices, los ortodoncistas y los dentistas hablaban de nocivos efectos colaterales.

Aunque desde la década de los sesenta del siglo pasado las críticas han disminuido, quedan algunos puntos conflictivos. El chupete es más saludable que el pulgar, dado que es más flexible. Por otro lado, los Nukis están basados en una errónea comprensión de la lactancia. Según la especialista Gudrun von der Ohe, al amamantar, el pezón de la madre da forma junto con la lengua del bebé al maxilar. Al utilizar un chupete, la lengua del infante no puede ejecutar ningún movimiento fisiológico.

Algunos puntos conflictivos

El chupete no le permite al maxilar crecer de manera óptima, advierte von der Ohe. Existen estudios que aseveran que los niños que se han acostumbrado al trocito de silicona en su boca, sufren más a menudo de infecciones en el oído. Además, cuando tienen el chupete, a los niños se los deja de amamantar más pronto. Por otro lado, las mujeres que tienen problemas con la lactancia son más propensas a echar mano al Nuki.

Un dato final: está comprobado que los chupetes protegen de las caries siempre y cuando los padres no se los metan a la boca y los mojen con su propia saliva. Según investigadores estadounidenses, los chupetes disminuyen el riesgo de muerte súbita infantil en un 90 por ciento: tener un chupete en la boca hace que el bebé respire más regularmente. También a los bebés prematuros les hace bien un Nuk, pues aprenden a usar el biberón más rápido si, previamente, los han acostumbrado a un chupete apto a su pequeño maxilar.

Autora: Petra Nicklis
Editor: José Ospina-Valencia