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Alemania ahorra demasiado

Rolf Wenkel/PK13 de noviembre de 2013

Ya provenga del FMI, el ministerio de Hacienda de EE. UU. o la UE: la crítica al poderío exportador de Alemania es excesiva, pero igual los alemanes deberían preguntarse si no hay algo de verdad, opina Rolf Wenkel.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Las críticas al poderío exportador alemán no son nuevas. Recientemente, el ministerio de Hacienda de Estados Unidos opinó que la dependencia de Alemania de las exportaciones y su escaso consumo interno son un freno para el crecimiento de Europa. Se trata de una visión bastante simplificada de la realidad, ya que también otros países miembros de la eurozona se benefician de las exportaciones alemanas, porque proveen insumos y se benefician de las inversiones directas alemanas. También puede verse así: sin Alemania, la recesión en Europa sería hoy mucho más seria.

Que también la Comisión Europea quiera ahora someter los superávits exportadores alemanes a un “análisis más profundo” provoca rechazo e ira en Alemania. ¿Debe Alemania reducir su competitividad, por ejemplo con mayores aumentos de sueldos, solo para que los países del sur de Europa puedan seguir el paso? ¿Debe ser castigada la competitividad que Alemania ha desarrollado en una década gracias a reformas y aumentos de sueldos moderados?

Una buena parte de las airadas reacciones alemanas es, no obstante, artificial. Hace dos años, los ministros de Hacienda de la UE acordaron, entre otras cosas, observar indicadores que puedan advertir tempranamente de procesos peligrosos en Europa. Uno de esos indicadores es la balanza de pagos. También el ministro de Hacienda alemán votó entonces a favor de esa resolución. ¿Por qué entonces ahora esa airada reacción?

En realidad es necesario aprobar la actuación del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Olli Rehn, que intenta calmar los ánimos. Nadie critica a las empresas alemanas por tener éxito en la competencia global, dice. Y agrega que un análisis más profundo de eventuales procesos negativos no dañará a Alemania, sino que se realizará con resultado abierto y que ello no puede ser ningún tabú.

Efectivamente, los éxitos exportadores alemanes tienen otra cara, pues no se hallan en relación con el consumo interno, que podría reducir el saldo de balanza de pagos. El ministerio de Hacienda de Estados Unidos califica el consumo interno alemán de “anémico”, con razón. Durante muchos años, a los sindicatos preocupó más conservar los puestos de trabajo que exigir aumentos de sueldos. Tampoco los altos impuestos y tasas alientan justamente el consumo interno.

No obstante, el consumo interno no está conformado solo por el consumo privado, sino también por las inversiones, tanto públicas como privadas. Y en ello los expertos están de acuerdo: Alemania invierte desde hace años demasiado poco. Las inversiones industriales han aumentado desde 2005 a la fecha más lentamente que las ganancias. Las empresas han ahorrado desde entonces más de 460.000 millones de euros. Nadie las puede tampoco obligar a invertir porque los intereses se hallan a muy bajo nivel.

Peor aún es la situación en las inversiones públicas. Institutos de investigación estiman el déficit actual de inversiones en infraestructura y educación en Alemania en unos 300.000 millones de euros. Desde hace diez años, dice la OCDE, las inversiones públicas no han cubierto siquiera las necesidades de mantenimiento, por ejemplo en escuelas y rutas. En otras palabras: Alemania se desgasta, Alemania ahorra demasiado.

Los éxitos de exportación, el buen crecimiento y la más alta tasa de empleo desde la reunificación alemana hacen a veces olvidar ese diagnóstico. Una lástima. El anunciado “análisis profundo” de la Comisión de la UE podría hacer aumentar la sensibilidad en relación con esa problemática y llevar a reconocer que a veces es más inteligente oír lo que dice otra gente y preguntarse si en realidad no tiene razón.

DW 60 Jahre Rolf Wenkel
Rolf WenkelImagen: DW/D. Kaufmann