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Alemania: el primer año del presidente Gauck

Kay-Alexander Scholz / Evan Romero-Castillo18 de marzo de 2013

El presidente de Alemania cumple tareas de supervisión y representación ceremonial, pero también timonea los debates políticos y sociales. Joachim Gauck ocupa ese cargo desde hace un año. ¿Cómo le ha ido hasta ahora?

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Imagen: picture-alliance/dpa

A partir de 1997, cuando el entonces presidente federal de Alemania, Roman Herzog, articuló un discurso memorable en el que instó al país a buscar nuevos rumbos, la opinión pública germana se acostumbró a esperar proezas de oratoria similares de cada nuevo jefe de Estado. Y Joachim Gauck, quien ocupa ese cargo desde el 18 de marzo de 2012, ha satisfecho esas expectativas, aunque tardó once meses en ofrecer su primera gran alocución: en febrero invitó a unas doscientas personas al Palacio de Bellevue para hablar sobre el destino de Europa.

Gauck aludió a la crisis de confianza que aflige al bloque comunitario, señaló que el Viejo Continente necesita un nuevo impulso para poder transitar el camino hacia delante e hizo un llamado para que el renacimiento de ciertos valores europeos se convirtiera en esa fuerza propulsora: la tolerancia, la igualdad, la solidaridad, el altruismo y la cooperación. Al promover la idea de la unidad europea, el presidente alemán exhortó a los presentes –él tiende a buscar el contacto directo con la gente– a consolidar ese proyecto participando activamente.

Muchos periodistas quedaron excluidos de la recepción ofrecida por Gauck en febrero; el jefe de Estado les dio preferencia a los embajadores de otros países, a los representantes de organizaciones no gubernamentales y a muchos ciudadanos, usualmente ajenos a este tipo de protocolos. Se suele decir que su experiencia como pastor luterano tiñe su perspectiva como presidente y lo ayuda a interactuar sin problema con las multitudes. Otra explicación para la ausencia de los medios es que Gauck evita a la prensa hasta donde puede.



Presidente de bajo perfil

Al contrario de su predecesor, Christian Wulff, Gauck se cuida de hacer declaraciones contundentes sobre el acontecer político nacional; pero su bajo perfil no debe ser percibido como un indicio de escasa influencia. A la canciller alemana, Angela Merkel, le recomendó explicar de una manera más clara su plan para rescatar al euro. Y pese a la presión del Gobierno, esperó al pronunciamiento del Tribunal Constitucional antes de firmar la ley que aprobaba la participación de Alemania en el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera.

Gauck enfatizó que la clase política y los organismos de seguridad debían esforzarse más en esclarecer la serie de asesinatos xenófobos y racistas perpetrados impunemente por el grupo terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista a partir del año 2000. A sus declaraciones en el ámbito de la política interior, se suman las hechas durante sus visitas al extranjero: en ellas destaca siempre los valores compartidos por Alemania y el país anfitrión, sin dejar de mencionar los problemas bilaterales por resolver.

Empezando por Polonia, Gauck ha viajado a todos los Estados vecinos de Alemania, compartiendo sus reflexiones sobre la importancia de la libertad para el desarrollo de la sociedad civil. En los Países Bajos, al conmemorar la liberación de sus habitantes del yugo nazi, Gauck recordó que neerlandeses y alemanes podían celebrar juntos ahora porque los últimos habían reconocido su histórica culpa. Las palabras que oreó en Israel atrajeron la atención y las loas de la prensa: Gauck clamó por que se detuviera la construcción de asentamientos en los territorios ocupados para revivir el proceso de paz en el Medio Oriente.

Autores: Kay-Alexander Scholz / Evan Romero-Castillo
Editor: Diego Zúñiga

Schloß Bellevue Symbolbild Bundespräsident Bundespräsidentenwahl
El Palacio de Bellevue en Berlín, sede de la presidencia federal de Alemania.Imagen: picture-alliance/dpa