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Alemania, imán de los inversionistas chinos

Sven Hansen / Evan Romero-Castillo5 de mayo de 2013

Según un estudio publicado por la fundación de la empresa mediática Bertelsmann, el temor a las inversiones chinas carece de fundamento. El capital proveniente del Lejano Oriente crea cada vez más empleos en Alemania.

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Imagen: Reuters

La tendencia del empresariado alemán a comprar compañías en China se ha revertido notablemente en los últimos tres años; ahora son los chinos quienes invierten en territorio germano. Eso atiza miedos en Alemania, donde los empresarios temen perder el control de sus firmas y los empleados, sus puestos de trabajo. Pero, ¿tienen fundamento estos recelos o hay más oportunidades que problemas en el hecho de que el país europeo se haya convertido en un imán para los capitales del Lejano Oriente?

La Fundación Bertelsmann –creada por el consorcio mediático detrás de la editorial Gruner+Jahr, la cadena de televisión RTL y la editorial Random House– acaba de publicar un estudio según el cual los beneficios de las inversiones chinas en Alemania pesan más que las desventajas. A juicio de Liz Mohn, ejecutiva de la fundación, los alemanes deberán conocer mejor a los chinos para darse cuenta de que no vienen para frenar el crecimiento económico alemán o desestabilizar el mercado laboral local, sino para todo lo contrario.

Maquinaria alemana en China

En el año 2003, el capital chino en Alemania no superaba los 25 millones de dólares. En 2012, las inversiones llegaron a los 626 millones de dólares y fluyeron, sobre todo, hacia las arcas de las empresas medianas. Para los chinos, lo más atractivo de las compañías alemanas es el know how, las estructuras de distribución y venta, la administración de la popularidad de las marcas y la ubicación geográfica del país en el ámbito europeo. Por su parte, las empresas germanas compradas por los chinos ganan acceso al mercado de Oriente y a capital fresco.

¿Ganancia para todos los implicados?

Además, no pocas familias alemanas se enfrentan a problemas de sucesión y se ven obligadas a vender sus propiedades y empresas. En esos casos, señala Cora Jungbluth, una de las autoras del estudio de la Fundación Bertelsmann, vender a inversionistas chinos puede ser mejor que vender a inversionistas estadounidenses porque los primeros suelen mostrar interés a largo plazo por sus adquisiciones. Norbert Scheuch, jefe de la compañía alemana Putzmeister, coincide con Jungbluth.

“¿Por qué venderle nuestra firma a un fondo estadounidense que más tarde la venderá a un empresario chino? Eso puedo hacerlo yo sin intermediarios”, opina Scheuch, cuya empresa fue comprada en 2012 por el fabricante chino de maquinaria para la construcción Sany. De momento, China ocupa el puesto 20 en el ranking de los inversionistas en Alemania. Pero el estudio de la Fundación Bertelsmann estima que las inversiones de China en el país europeo se triplicarán de aquí al año 2020, alcanzando los 2.000 millones de dólares anuales.

En 2012, las inversiones chinas en Alemania llegaron a los 626 millones de dólares.
En 2012, las inversiones chinas en Alemania llegaron a los 626 millones de dólares.Imagen: picture-alliance/dpa

Y es que los capitalistas chinos encuentran menos resistencia en Alemania que en Estados Unidos, pese al temor de los alemanes a la transferencia descontrolada de tecnología, a la proliferación de prácticas reñidas con la competencia leal y al espionaje industrial. Para superar estas reservas, el estudio de la Fundación Bertelsmann recomienda “una comunicación abierta y transparencia máxima”. Hasta Armin Schild, director del sindicato del sector metalúrgico de la empresa automotriz Opel y miembro del consejo de administración de esta compañía, saluda las inversiones chinas.

“Hace tres años, la idea de que los chinos pudieran comprar a Opel o a General Motors nos aterraba. Pero la percepción que el sindicato tenía de los inversionistas chinos se ha liberado de esos miedos”, comenta Schild, agregando que, aunque la cultura empresarial china no entiende del todo el hecho de que las condiciones de trabajo deban ser aprobadas por los representantes de los empleados, como lo suelen ser en Alemania, los inversionistas chinos están dispuestos a trabajar con gente que sepa de estas cosas.

Autores: Sven Hansen / Evan Romero-Castillo

Editor: José Ospina Valencia