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A. Görlach: “Hay demócratas que desprecian la democracia”

Alexander Görlach
5 de febrero de 2019

¿Puede una democracia ser realmente liberal? ¿Tiene el Derecho que subordinarse a la democracia? Contradicciones en sí mismas, dice el analista Alexander Görlach*.

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Putin a su paso por la democracia
Putin a su paso por la democraciaImagen: DW/S. Elkin

Los extremos del espectro político de hoy, desde Donald Trump a Herbert Kickl (ministro del Interior de Austria) equiparan la política con la ley de la selva. Lo propio está "primero", los demás van detrás. No es equivocación, es pura intención. Presentan su propia agenda como si fuera la voluntad del puebloe. Una república es para ellos el lugar donde la voluntad de la mayoría se convierte en ley. El pueblo es la mayoría, así que impone la ley.

Despreciadores de la democracia

Ese mismo pueblo elige a sus "verdaderos" representantes. Quien no esté de acuerdo es relegado y declarado "cuerpo extraño”. Quienes abogan por ese tipo de política se vanaglorian de que los llamen "hombres fuertes", pero realmente desprecian la democracia. Dicen que su forma de república es "iliberal" y no "liberal", como lo expresó recientemente el ministro austriaco del Interior, Herbert Kickl, quien cree que "el Derecho tiene que subordinarse a la política”.

Con el adjetivo "iliberal" pretenden denigrar la forma de democracia que se ha establecido en todo el mundo durante los últimos setenta años. Una democracia es liberal o no es democracia. ¡No hay democracia "iliberal”! La democracia de hoy existe solo como Estado de derecho y no como como Estado del más fuerte.

Todas las democracias de hoy reconocen los derechos humanos, afincados en las constituciones y garantizados por los Estados a sus ciudadanos.

Alexander Görlach
Alexander GörlachImagen: Harvard University/D. Elmes

¿Cómo sería una versión "iliberal” de democracia? ¿Derechos humanos solo para austriacos de pura sangre? ¿Libertad religiosa restringida para musulmanes? ¿Determinados barrios solo para homosexuales? El error de ver la heterogeneidad como expresión de degeneración encaja con la retórica de los populistas de hoy. Admiran sobre todo a Vladimir Putin, a quien no le importan los derechos humanos, en un país en donde se asesinan periodistas, críticos del gobierno y homosexuales solo por criticar o exigir derechos. ¿Quién quiere eso en Austria? En Hungría y Polonia también hay líderes políticos que quisieran aplicar el estilo de gobierno de Putin.

No son "hombres fuertes"

Son varias las razones por las que las personas se entusiasman con los llamados "hombres fuertes”. Lo primero que hay que decir es que estos hombres NO son fuertes: las actitudes de Putin, Erdogan y Xi han perjudicado la economía y la moneda de sus países y generan zozobra en sus sociedades. 

La democracia, en cambio, sí ha traído prosperidad y seguridad a quienes han vivido en ella durante los últimos setenta años. El éxito de la democracia se debe que ha regido el Estado de derecho, no la ley del más fuerte. Un sistema que vale para todos, sin importar el color de piel ni la religión. Las Constituciones que garantizan el Estado de derecho pueden mirar con optimismo hacia el futuro, mientras los Kickls de este mundo quieren volver a las sociedades divididas en clases y castas en las que rige la ley del pulgar. ¡Ojalá los "hombres fuertes” regresaran a las cavernas, pero SOLOS!

El lingüista y teólogo Alexander Görlach, ha hecho estudios sobre identidad, política y religión, democracia liberal, así como secularismo, pluralismo y cosmopolitismo. Görlach es analista del Neue Zürcher Zeitung y del New York Times.

(jov/er)