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Latinoamérica: de receptora de fondos a socio estratégico

Mirra Banchón
28 de febrero de 2018

Cada vez hay más acuerdos con la UE, tanto comerciales como de inversión y también de cooperación. ¿Cómo gerencia la Comisión Europea estos fondos? En Bruselas, DW se asomó al complejo mundo de la cooperación.

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Brüssel Europäische Kommission Außenansicht
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Kalker

"En El Salvador trabajamos con los municipios para, junto con las escuelas, ofrecer alternativas para evitar que los chicos entren a las maras", cuenta a DW Maximiliano Alonso, director de Conexxeurope. Este centro asociado a la Universidad Libre de Bruselas se dedica desde hace diez años a la cooperación científica y al desarrollo entre América Latina y la Unión Europea.

El proyecto "Munipaz", de una duración de tres años, se financia con fondos que pone a disposición la Comisión Europea (más específicamente la dirección DEVCO y Europeaid). Para el período 2014-2020, está previsto destinar 149 millones de euros a El Salvador (cooperación bilateral). El dinero se empleará mayormente en la juventud, la inclusión social y el desarrollo del sector privado.

"De todos los proyectos de Europeaid que hemos llevado en diez años, éste lo recuerdo con mucho cariño por el impacto tan positivo que ha tenido",  añade. Alonso.

¿Qué es esto de la cooperación?

Casi machaconamente se dice que "la UE es el mayor donante de ayuda al desarrollo en América Latina". Y lo es. Antes de que existieran acuerdos comerciales, ya existían convenios de desarrollo. A los primeros con los países de las ex colonias francófonas y anglófonas (desde finales de la década de 1950) siguieron los de América Latina, a partir de los años 1970.

Luego, a partir de la década de los 80, todos los acuerdos firmados con los europeos han tenido un componente de cooperación (entre un 15 por ciento y un 20 por ciento). Ésta actualmente está orientada a conseguir los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda de Naciones Unidas.  

Pero, ¿qué es exactamente la cooperación? Fondos públicos, en este caso europeos, que se ponen a disposición de los gobiernos terceros para ser invertidos en "desarrollar" un país:  las infraestructuras, la gestión pública, las instituciones, la seguridad, la educación, los derechos de las personas. En los tiempos que corren, la preparación ante el cambio climático y las políticas de género son rubros priorizados por la cooperación europea. También la protección de los defensores de derechos humanos.

"Después de un proceso de diálogo entre la delegación de la UE en el país y de haber detectado problemáticas, con ciertos inputs de organizaciones de la sociedad civil, DEVCO -basándose en un programa marco definido país por país- abre convocatorias para proyectos y pone sus fondos a disposición", explica Alonso. Entre la convocatoria y la puesta en marcha de un proyecto, para una duración entre dos y tres años, pueden pasar entre nueve y 12 meses.

No todo lo que brilla es oro

Si, como en el ejemplo de El Salvador, una organización pequeña quiere presentar un proyecto orientado a la inclusión juvenil, sus probabilidades de éxito son pocas. "Las organizaciones pequeñas -que son la gran mayoría- no tienen capacidad para aplicar a esos fondos. Tienen que aliarse a una grande", sigue Alonso y añade: "Las pequeñas reciben el goteo".

Screenshot Webseite Europa.eu
Imagen: https://ec.europa.eu

Si bien las prioridades se definen -en el marco de los acuerdos firmados con la Comisión Europea- junto con el gobierno de cada país y siguiendo intereses comunes -incentivar las energías renovables en el Caribe, por ejemplo- detrás de una convocatoria se mueven más cosas:   

"Existen supra intereses como la inclusión de empresas europeas en la cooperación al desarrollo, empresas europeas en lugares específicos en América Latina, como en México y Centroamérica en la energía", comenta. ¿Está mal? "No", responde Alonso, "sólo que no hay que ser necios en esto: la cooperación es un instrumento político y Europa lo usa como tal".

Los tiempos cambian, la cooperación también

De los 196.000 millones de euros que la Comisión Europea pone a disposición de proyectos de cooperación con terceros países, en el presupuesto 2014-2020 2.500 le tocan a América Latina; 31.000 a África.

"América Latina ha crecido en los últimos 15 años. Y dado que la UE mide la cooperación por el ratio de ingreso per cápita, y la mayoría de los países latinoamericanos son de renta media y renta media alta, se han cerrado muchos espacios de cooperación", explica Alonso. Bolivia, Paraguay, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Cuba son los que quedan en los programas bilaterales.

Con el resto, la UE coopera sólo en el marco de programas regionales. No obstante, "hay países estratégicos de los que la cooperación no se ha movido, a pesar de haber crecido, debido a los conflictos internos, como Colombia y México", puntualiza. Dada la importancia estratégica de América Latina y sus grandes desigualdades, pese al crecimiento, el hecho de decidir cooperar (o no) basándose en el ingreso per cápita es uno de los temas más controvertidos en esta relación.

Educación y ciencia, al alza

No obstante, y aunque los fondos son los que son, hay otros tipos de cooperación con estos países. "Conectamos a las universidades y centros de investigación de América Latina, en el marco de Erasmus+ y Horizonte 2020, con sus contrapartes europeas y con la dirección de educación y la de investigación de la Comisión Europea", apunta Alonso.

Después de una década, cerca de unas 300 universidades y unas 500 organizaciones de la sociedad civil están en su radar. "Cuando se abre una convocatoria, nos buscan para armar proyectos. En otros casos, cuando nosotros detectamos una oportunidad avisamos a los centros", comenta.

Maximiliano Alonso
Maximiliano AlonsoImagen: privat

Como su organización, hay muchas otras. Y es que, con o sin ayuda bilateral, la cooperación -"el intercambio de muchas cosas: fondos, experiencia, personal"- tiene que ir al alza en una América Latina que avanza y que, con nuevos y remozados acuerdos (Cuba, Chile, México, tal vez Mercosur), estrecha lazos con Europa.

Lazos comerciales y de inversión, sí. Pero también de cooperación. A pesar de que el estudio del impacto de los proyectos y también los indicadores de éxito son mejorables, el hecho de que, en el marco de un proyecto Horizonte 2020, haya en este momento investigadores latinoamericanos trabajando en Europa o que, en el marco de Europeaid, se haya podido salvar la vida a defensores de derechos humanos en México es, así Alonso, un buen augurio.

"Los mayores espacios de cooperación se van a dar en las ciencias: más que como perceptores de fondos, América Latina tiene países muy importantes a nivel científico que pueden resultar socios estratégicos", concluye. 

Mirra Banchón (VT)

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