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Angela Merkel más allá de la canciller

Kristina Dunz, dpa (DZC)24 de julio de 2016

¿Qué hace la mujer más poderosa del planeta en su tiempo libre? O, más bien, ¿puede una autoridad como ella tener tiempo libre?

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Imagen: picture-alliance/dpa/S. Sauer

Cuando apenas comenzaban sus vacaciones, la canciller alemana, Angela Merkel, tuvo que regresar de urgencia para presidir una reunión del Consejo de Seguridad tras el ataque perpetrado en Múnich. Pocos imaginan a la jefa de Gobierno de vacaciones y se sabe poco de su vida privada fuera del ámbito laboral. ¿Alguna vez se recuesta en el sofá sin hacer nada? ¿Hace algún deporte? ¿Ve la televisión?

Una cosa es segura: Merkel tiene muy poco tiempo libre. Salvo tal vez la Nochebuena, la mujer más poderosa del mundo según la revista Forbes, de 62 años, no debe de tener un solo día libre, incluso durante sus vacaciones, que en realidad iban a empezar el viernes 22 de julio. Tan sólo unas horas antes, el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, había dicho: “La canciller está siempre de servicio”. Fue como un presagio, que poco después se confirmó amargamente.

La masacre de Múnich requirió una reunión del Gabinete de Seguridad Federal, un órgano que preside Merkel. La canciller acababa de llegar a su casa en la región del Uckermark, en el noreste del país, cuando llegaron las noticias de la matanza en un centro comercial y regresó de inmediato a Berlín.

¿Demasiado tarde?

En una declaración en la tarde del sábado, la mandataria manifestó sus condolencias a las familias de las víctimas y se comprometió a descubrir los motivos que llevaron a un joven de 18 años a matar a nueve personas, la mayoría menores de edad, en la tarde del viernes en Múnich. Sin embargo, algunos consideran que su comparecencia pública llegó muy tarde. En las televisiones del país, los periodistas que a menudo informan sobre la política de gobierno se hacían eco de las críticas que se dejaban escuchar en los círculos políticos berlineses.

En las próximas tres semanas no está prevista una aparición pública de la canciller, pero dada la situación de crisis en el mundo, desde Turquía a Siria, además de los hechos de violencia en su propio país, la jefa de Gobierno seguramente no podrá relajarse totalmente. Deberá estar en comunicación permanente con sus funcionarios en Berlín y sus colegas extranjeros o, de ser necesario, estar frente a las cámaras para explicar alguna situación.

Sin embargo, muchos ciudadanos quieren saber cómo es la otra vida de Merkel. Se sabe que en el inicio de sus vacaciones de verano la canciller y su marido, Joachim Sauer, ambos aficionados a la ópera, a menudo van al Festival de Bayreuth. Pero este lunes no estarán en la apertura. “Hemos recibido una negativa por razones de agenda”, había dicho ya en junio una portavoz de la ciudad de Bayreuth. Aun así, agregó que Merkel iba a acudir en otro momento.

Merkel compra papas fritas en Bélgica.
Merkel compra papas fritas en Bélgica.Imagen: Reuters/R.-J. Bartunek

Papas fritas y autógrafos

De acuerdo con la costumbre, Merkel comienza sus vacaciones haciendo caminatas en el sur del Tirol y hacia el final se retira a leer en su casa en el Uckermark. A partir de septiembre tendrá una agenda interminable: la cumbre de la Unión Europea (UE) en Eslovaquia, la cumbre del G-20 en China, la cumbre de refugiados en Estados Unidos, los debates sobre el presupuesto en el Parlamento, dos elecciones estatales... por enumerar sólo una pequeña selección de su programa en los próximos meses.

Merkel da también titulares cuando se comporta como una persona común o cuando, en el ejercicio de su cargo, muestra comportamientos sencillos en público. Como en la cumbre de la UE en febrero en Bruselas cuando se la vio comiendo patatas fritas en un puesto callejero. Algunos ciudadanos la sintieron más cercana en ese momento que durante la cumbre sobre la política de refugiados o en los debates sobre la salida del Reino Unido del bloque europeo.

A través de Twitter, muchos usuarios lamentaron que la canciller no pudiese siquiera comprarse patatas fritas sin ser reconocida o que ese acto fuese un tema para la prensa. Otros, en tanto, se manifestaron en contra de su política, pero se alegraron “de todo corazón” de que la canciller disfrutase comiendo unas patatas fritas. Para ello, la canciller había dejado el centro de convenciones en Bruselas y caminado unos diez minutos. Un plato servido para la prensa.

La canciller junto a su marido, llegando al Festival de Bayreuth.
La canciller junto a su marido, llegando al Festival de Bayreuth.Imagen: picture-alliance/dpa/D. Ebener

Marido tímido

¿La jefa de Gobierno se compra ropa? Alguna vez Merkel reveló que se compra los zapatos por Internet. “Antes veo cómo son. Muchos me miran, pero igualmente, a veces me los pruebo”, dijo. Alguna vez su marido se quejó porque le pedían autógrafos en el supermercado. Con ella no se puede pasar inadvertido en ninguna parte, sostuvo.

En realidad, muy pocos saben cómo es Merkel en realidad. Hay pistas sobre las cosas que le gustan o entusiasman en la vida cotidiana, como ir al estadio cuando juega la selección alemana de fútbol. Entonces celebra cada gol levantando los brazos o hace gestos si algo va mal. A veces va al vestuario de los jugadores y se saca fotos con ellos. Pero esta vez, el trabajo en la cancillería no le dejó tiempo para asistir a la Eurocopa en Francia.

También se dice que le gusta cocinar pastel de ciruela, y en Berlín ya se la vio en el cine o en el teatro con su marido, un químico bastante tímido y que ni siquiera estuvo presente durante la toma de posesión de su esposa como canciller.