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Argentina: código para descifrar la deuda

Pablo Kummetz10 de julio de 2014

La crisis actual de la deuda externa argentina tiene una larga historia. Comenzó hace casi tres lustros con una cesación de pagos en medio de una brutal crisis financiera, económica, política y social.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Argentina se declaró en cesación de pagos el 23 de diciembre de 2001. Le había precedido una política de tipo de cambio fijo de un peso por un dólar. Eso llevó al país a perder competitividad, ya que no podía devaluar. Sus exportaciones eran cada vez más caras y sus importaciones, más baratas. Para mantener el tipo de cambio, el Banco Central debió vender dólares en el mercado. Además, ya en el tercer trimestre de 1998 había comenzado una recesión que sacudió la economía.

Un aumento de las tasas de interés internacionales aumentó la deuda externa y el riesgo país. Con la creciente desconfianza en el modelo, tanto externa como interna, la demanda de dólares adquirió tal volumen, que satisfacerla se hizo imposible. Una corrida bancaria en diciembre de 2001 hizo colapsar el sistema financiero. Al final del experimento, el país se quedó sin dólares y con una deuda externa que ascendía a unos 144.000 millones de dólares.

Quita y reestructura

En 2003 comenzaron negociaciones con los acreedores. En 2005 y 2010 se llevaron a cabo dos programas de reestructuración de deuda. Los acreedores que aceptaron los programas renunciaron a hasta el 70 por ciento de su dinero y aceptaron por el resto nuevos bonos a más largo plazo. Pero no todos lo hicieron. Un 8 por ciento de ellos se mantuvo al margen de ese acuerdo (holdouts).

En 2008, fondos hedge (de riesgo) comenzaron a comprar bonos de deuda argentina en el mercado secundario por mucho menos de su valor nominal y exigieron ante juzgados de Estados Unidos el pago total de la deuda. El juez neoyorkino Thomas Griesa les dio la razón y determinó que hasta el 30.06.2014 debían recibir 1.500 millones de dólares. Griesa es competente porque en los bonos se fijó como jurisdicción la de Nueva York.

El importe de 1.500 millones podría ser pagado por la Argentina. El problema es otro: mientras no le pague a los fondos hedge, tampoco podrá pagarle a los acreedores que aceptaron la reestructuración. La razón: no bien los dineros para los bonistas de la deuda reestructurada sean depositados, los fondos hedge los pueden hacer embargar.

Efectos previsibles

El asunto es, sin embargo, más complicado aún: si Argentina le ofrece a los fondos hedge mejores condiciones que las que le ofreció a quienes aceptaron la reestructuración, estos pueden reclamar el mismo trato.

En los últimos años, los países que emiten deuda incluyen en los bonos una cláusula de acción colectiva, un mecanismo que introdujo México en 2003. Esta establece que si un porcentaje de acreedores, generalmente un 75%, está de acuerdo con una reestructuración, esta es válida automáticamente también para el resto. Los bonos argentinos no contienen esa cláusula.

Argentina está dispuesta a negociar con los fondos hedge si estos destraban primero los pagos a los tenedores de deuda reestructurada. Los fondos hedge exigen que primero se les pague, para luego destrabar los fondos, Así las cosas, ponerse de acuerdo va a ser difícil.