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Ballenas de Península Valdés - Iniciativas para el equilibrio natural

23 de mayo de 2020

Las ballenas francas llegan todos los años desde la Antártida a la costa argentina para reproducirse. Pero el impacto negativo de la pesca y la actividad petrolera han desequilibrado su entorno natural. La nueva amenaza de los gigantes marinos viene ahora de la propia naturaleza: las gaviotas que las picotean para alimentarse. Científicos y sociedad civil impulsan iniciativas para protegerlas.

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El biólogo Marcos Ricciardi aprovecha la llegada de las ballenas a Península Valdés, unas 1.000 entre abril y noviembre, para monitorear su comportamiento. Desde hace 20 años, el Instituto de Conservación de Ballenas ha fotoidentificado a unas 3.700, gracias a sus callosidades que sirven como huella dactilar.
Península Valdés cuenta con seis reservas que protegen el ciclo de apareamiento y cría de la ballena franca y otras especies. Sin embargo, tan sólo un 4% de la superfície marina en Argentina está protegida.
El ciclo alimenticio de la ballena franca se solapa con la pesca industrial que destruye bancos de krill, un minúsculo crustáceo y principal aporte energético para estos mamíferos. El calentamiento de las aguas ha acelerado esta disminución de krill y obliga a las ballenas francas a aproximarse más a la costa para alimentarse, exponiéndose así a mayores riesgos.
Por ejemplo, hoy en día casi la totalidad de las ballenas del área de Península Valdés sufre el ataque de las gaviotas. El hostigamiento de estas aves, cuya población se ha disparado debido a los basurales, se dirige sobre todo contra las crías. Esto hace que las madres interrumpan la lactancia, sufran estrés, corten sus momentos de descanso e incrementen los lapsos de natación. En las crías, las heridas que se abren y ulceran causan problemas a nivel fisiológico con el intercambio en aguas saladas, como deshidratación e infecciones, ya que las gaviotas se alimentan de deshechos.
Además se ha visto un cambio comportamental en las madres, que se mantienen más tiempo debajo del agua o mantienen una postura arqueada o de galeón, para no quedar expuestas a los picotazos de las gaviotas.
Diversas instancias en Península Valdés, desde el ámbito científico, el turístico y la sociedad civil, buscan recuperar el equilibrio natural de las ballenas y proteger a estos maravillosos mamíferos australes en uno de los momentos clave de su ciclo vital. Algunas iniciativas privadas, como la empresa Arbacia, ya trabajan en la creación de subproductos alimenticios a partir de los deshechos de langostinos. Su principal línea de negocio es producir alimentos naturales para peces con extractos de erizos de mar.