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Bayreuth: la bella y la ópera

PK11 de abril de 2006

Richard Wagner y Bayreuth: tan inseparables como Tristán e Isolda, los trágicos héroes de la ópera del mismo nombre, con música y libreto del tan legendario como controvertido Richard Wagner.

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La Ópera de Bayreuth: meta de los peregrinos musicales.Imagen: AP

El mundo tomó conocimiento de la existencia de Bayreuth cuando Wagner –autor de monumentales óperas teutónicas– eligiera en el siglo XIX al Grüner Hügel (el Monte Verde), como escenario para Sigfrido, Parsifal y los demás héroes.

El Monte Verde es una elevación en la ciudad, sobre la que, entre 1872 y 1875, Richard Wagner construyó un teatro de ópera. El terreno fue cedido a esos efectos gratuitamente a Wagner por el municipio de Bayreuth.

El peregrinaje al Monte Verde

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John Tomlinson en el papel de Wotan y Hanna Schwarz, como Fricka: "El anillo de los Nibelungos", en Bayreuth.Imagen: dpa - Bildarchiv

El Festival Richard Wagner, que se celebra todos los años, fue creado por el propio compositor. La primera función fue el 13 de agosto de 1876. La visita ya casi ritual al festival, cita obligada de políticos y famosos, se llama por ello el "peregrinaje al Monte Verde".

Año tras año, el "fortíssimo" del festival de Wagner acalla todo otro sonido en la ciudad. Es una lástima, porque Bayreuth es más que Wagner. Pero pocos lo saben.

Por ello, más de un peregrino wagneriano queda a menudo sorprendido por esta ciudad. Bayreuth no refleja el poderío y la majestuosidad de las partituras del "más alemán de los compositores". Al contrario: fuentes rococó, jardines, grutas y juegos de agua en el parque Eremitage complementan de maravilla a los sobrios edificios de la administración y las mansiones patricias.

Fina estampa

Bayreuth debe su fina estampa principalmente a la condesa Guillermina, quien llevó el Rococó a la alta Franconia. En 1732, arquitectos y jardineros transformaron los campos que rodeaban el "Palacio Nuevo", haciendo realidad el sueño de una Bayreuth inigualable.

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Escultura de un perro, del artista Ottmar Hörl.Imagen: Andrea Sohler

De ahí que la ciudad ya fuera artísticamente interesante antes de la llegada de Wagner. Prueba de ello es que el poeta alemán Jean Paul (1763-1825) pasó allí los últimos años de su vida. La ciudad lo homenajeó con un digno entierro, probablemente debido a que este tan temido sarcástico trató siempre a Bayreuth con guantes de seda.

Vida joven

Hoy la ciudad tampoco da pie a la ironía. Entre la calle de Richard Wagner, la avenida de los Hohenzollern y la plaza de Jean Paul se ha desarrollado una vivaz vida cultural. Y no es de extrañar.

La universidad, fundada en los años setenta, ha atraído a 7.000 estudiantes que se han mezclado con los 75.000 habitantes de la ciudad y dan una nota joven y alternativa a Bayreuth.

Ejemplo de la nueva Bayreuth son las esculturas del artista Wo Sarazen, el Festival de Jazz de Bayreuth, el Festival de Cabaret y las actividades del Centro Africano, que se llama Iwalewa, un proverbio africano que significa: carácter es belleza. Y Bayreuth tiene carácter.