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Belleza clasicista y romántica

Jochen Kürten20 de marzo de 2013

La muestra “Belleza y revolución” del Städel Museum, en Fráncfort del Meno, invita a contemplar con detenimiento los ideales de esplendor fisonómico y perfección anatómica vigentes en tierras germanas entre 1770 y 1820.

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Imagen: Daniel Sohier

El Städel Museum de Fráncfort, que cuenta con una de las colecciones de pintura más importantes de Alemania, presentará hasta el 26 de mayo la exposición Belleza y revolución; una muestra que invita a los visitantes a contemplar con detenimiento los ideales de esplendor fisonómico y perfección anatómica vigentes en tierras germanas entre 1770 y 1820, y a reflexionar sobre los cánones que han normado la representación de los cuerpos, no solamente en las artes plásticas del pasado, sino también en los medios masivos de hoy.

Las piezas a la vista en el Städel Museum fueron creadas durante el auge del clasicismo y el romanticismo, pero permiten establecer comparaciones con obras concebidas en otros tiempos o lugares y bajo otras circunstancias. “El afán del ser humano de alcanzar un estado ideal nunca ha cesado”, explica la curadora de Belleza y revolución, Eva Mongi-Vollmer. “Estaba presente entre los griegos y los romanos de la Antigüedad, lo estuvo en el siglo XVIII y lo sigue estando ahora”, agrega la experta en entrevista con Deutsche Welle.

Frankfurt Städelmuseum Ausstellung Schönheit und Revolution Ausstellungsansicht
La exposición no se limita a indagar las nociones de belleza asociadas al cuerpo, pero el énfasis en la anatomía humanas se deja sentir.Imagen: Norbert Miguletz

Cánones cambiantes

Mongi-Vollmer aclara que aunque ciertas nociones de belleza han tendido a ser hegemónicas, éstas no sólo varían con el paso de los años: ideales contrastantes de belleza pueden convivir en una misma época o región. De los tiempos en que lo bello era un cuerpo regordete, se pasó a otros –como el de la Grecia y la Roma antiguas– en que proporciones anatómicas más atléticas eran veneradas como un regalo de los dioses. Esos patrones dejaron huellas; aún hoy, las representaciones de la Antigüedad son tomadas como referencia.

No obstante, hubo momentos –tanto en la Edad Media como en el Renacimiento y el Barroco– en que la delgadez y la robustez de las figuras se alternaron como ideales de belleza y encarnaciones de otras virtudes inmateriales. Los exponentes del clasicismo y el romanticismo volvieron a echar mano a las imágenes y esculturas de la Antigüedad, inspirados sobre todo el libro La historia del arte de los viejos tiempos, la llamada “Biblia del clásico”, escrito por el historiador Johann Joachim Winckelmann.

Ese volumen no sólo jugó un papel importante en el territorio que más tarde se llamaría Alemania, sino también en otras regiones de Europa, gracias a las múltiples traducciones que circularon por el Viejo Continente. “La Antigüedad era considerada una referencia ineludible de belleza”, comenta Mongi-Vollmer. “La belleza –entendida como algo que, en su forma más sublime, no se hallaba en la naturaleza– era vista como el objetivo de la creación artística”, añade la curadora de Belleza y revolución, contando con que la exhibición atraerá a muchos visitantes en el curso de la primavera que apenas comienza.

Autores: Jochen Kürten/ Evan Romero-Castillo

Editora: Emilia Rojas Sasse