1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Cómo Max Schickler sobrevivió a la guerra

12 de febrero de 2013

Es uno de los últimos judíos germanoparlantes de Chernivtsi. Sobrevivió al período de dominio rumano antes de la guerra, al breve interregno soviético de 1940 y, por último, a la terrible invasión alemana.

https://p.dw.com/p/17d0x
Imagen: DW

Max Schickler nació en 1919 en un pueblo de los alrededores de Chernivtsi y tuvo una infancia sin sobresaltos. A finales de los años veinte, sus padres enviaron al espabilado joven a casa de una tía en Chernivtsi para que pudiese asistir a la escuela secundaria. “Terminé la escuela, pero los judíos de Bucovina no podían ir a la universidad. Los estudiantes rumanos eran casi todos miembros de la Guardia de Hierro, una organización fascista, y maltrataban a los judíos”. Schickler recuerda el caso de un estudiante judío que fue asesinado por un fascista rumano. El autor del crimen nunca fue llevado a juicio.

Max Schickler
Max Schickler, testigo de su tiempo.Imagen: DW

Cuando comprendió que no le permitirían estudiar y que le era imposible trasladarse a Viena o Praga, en cuyas universidades estudiaban muchos judíos de Chernivtsi, decidió empezar a trabajar en una fábrica de calcetines que pertenecía a un pariente lejano. Max Schickler trabajó allí hasta el verano de 1941, cuando Hitler invadió la Unión Soviética. “Cuando estalló la guerra, un grupo de unos 100 jóvenes decidimos ir a pie hacia el este para no caer en manos de los fascistas”. Recorrieron 450 kilómetros hasta Uman, en el centro de Ucrania. Huyendo siempre de los nazis, caminaron cada día unos 20 kilómetros.

Estrategias de supervivencia

Para escapar de los alemanes, los jóvenes con raíces judías tuvieron que inventarse las historias más irreverentes. “Algunos que fueron evacuados en tren contaron a los nazis que eran alemanes de Chernivtsi”. Un médico de Chernivtsi aseguró incluso que había reconocido a muchachos judíos haciéndose pasar por miembros de las SS.

Max Schickler
La universidad y sus extensos jardines son el lugar favorito de Max Schickler en Chernivtsi.Imagen: DW

“Una vez llegados a Uman, nos enviaron al frente. De repente, llegó una orden de Stalin. No confiaba en la gente del oeste de Ucrania y nos envió a un batallón de trabajo. No obstante, allí no dábamos ni golpe”, recuerda. Había jóvenes procedentes de Lemberg que eran bastante más activos, cuenta Max Schickler. Algunos organizaban incluso hurtos en la estación para mejorar su estándar de vida. En Sarátov, el batallón de Schickler tuvo que ayudar en la deportación de los alemanes del Volga. “Los que fueron enviados a Kazajistán, lograron sobrevivir. Los que fueron deportados al lejano norte, perecieron”.

Como había muchos prisioneros de guerra alemanes, los conocimientos de alemán de Schickler estaban muy solicitados. “Se nos necesitaba para registrar a los prisioneros y elaborar fichas”. Cuando el frente se acercó, la unidad fue trasladada de Sarátov a Gorki, la actual Nizhni Nóvgorod. Schickler volvió a hacer allí de intérprete en los campos de prisioneros. “Los prisioneros alemanes que estaban allí eran mejor alimentados que los propios soldados, tal como pude constatar”.

Auf den Straßen von Czernowitz Bus
En las calles de Chernivtsi.Imagen: DW

En 1944, Schickler fue enviado a Asia Central, a la frontera con China. Los comunistas chinos recibían armas que habían sido confiscadas a los soldados del ejército alemán. “En aquel tiempo, la Unión Soviética apoyaba oficialmente a Chiang Kai-shek. Sin embargo, todas las armas alemanas se suministraban secretamente a Mao”. Schickler permaneció en la frontera con China durante dos años hasta que fue desmovilizado en 1946. Regresó a Chernivtsi y volvió a trabajar en la fábrica de calcetines. Hoy día, hace tiempo que la factoría dejó de producir, al igual que muchas otras empresas industriales del período soviético.

De lo que Max Schickler se siente hoy orgulloso

Los hermanos de Max Schickler emigraron hace tiempo a Israel. Él, por su parte, decidió quedarse en Chernivtsi, aunque también visitó el país y lo recorrió desde los Altos del Golán, en la frontera con Siria, hasta Eilat, a orillas del Mar Rojo.

Olga-Kobylanska-Straße Czernowitz
Los domingos tocan pequeñas orquestas en la calle Olga Kobylanska, la antigua “Calle de los Señores”.Imagen: DW

El senderismo ha sido una de las grandes pasiones de Schickler. Durante un tiempo, se dedicó a organizar excursiones a los cercanos montes Cárpatos para los obreros industriales de Chernivtsi. Con sus colegas creó y señalizó tres itinerarios de montaña de 100 kilómetros cada uno. Las marcas pueden verse aún hoy en los caminos. Max Schickler dejó de hacer senderismo hace tiempo. Aunque le cuesta caminar y está ciego de un ojo, va cada mediodía al centro de la ciudad. Allí, almuerza en un restaurante en el que la comunidad judía ofrece diariamente una comida caliente a los miembros necesitados. Max Schickler es una persona modesta, pero hay algo de lo que se siente visiblemente orgulloso: “He contribuido al fomento del turismo en los Cárpatos”.


Autora: Birgit Görtz
Editora: Claudia Herrera