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Comentario: Demasiado bien para ver el milagro

Christoph Hasselbach (DZC)26 de mayo de 2014

Los escépticos europeos y el desinterés han invadido las elecciones. Por ello, los ciudadanos deben aprender a revalorar los logros de la UE, opina Christoph Hasselbach.

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Imagen: Bax Lindhardt/AFP/Getty Images

Nadie puede decir que ocurrió lo que debía ocurrir, pero ocurrió lo que se esperaba que ocurriera. El próximo parlamento europeo estará aún más fragmentado de lo que ya estaba y ganan fuerza los extremistas de izquierda y, todavía más, los de derecha. En cuanto a los electores, el panorama parece distinto: en algunos países fue más gente que antes a emitir su sufragio, pero esos votos se sumaron en gran medida a los partidos euroescépticos. En cualquier caso, el desinterés de los ciudadanos de la UE por estas elecciones es alarmantemente alto, pese a que los partidos realmente se esforzaron por la causa. Por primera vez contaron con candidatos que recorrieron el continente y debatieron. La campaña se personalizó, se hizo más viva y relevante. Sin embargo, de poco sirvió.

Los extremistas carecen de proyecto

Lo importante de todo esto es que el Parlamento, a pesar de los enemigos de Europa que ahora pululan entre sus filas, será capaz de trabajar. Los diputados del UKIP británico, del Frente Nacional francés o del Partido Popular danés podrán dar sus discursos inflamados, pero no tendrán real poder para bloquear las funciones del Parlamento. En realidad hacen la diferencia solo a nivel nacional. Su retórica va dirigida a contentar a sus electores en sus países de origen, nada más. Desean ser la voz de los insatisfechos antes que formar parte de un enorme proyecto conjunto. Y como respuesta, los partidos proeuropeos de centro se moverán de forma más cohesionada, asustados un poco por esta amenaza. No, el verdadero peligro no son los extremistas, al menos no en el Parlamento Europeo.

La UE es más que la curvatura del pepino

Lo que de verdad preocupa es la apatía entre los votantes y también entre los que no desean votar, una tendencia que se ha esparcido por toda Europa. Para una enorme mayoría, los logros del trabajo conjunto de Europa son algo que se da por sentado, algo que ellos estiman que permanecerá por toda la eternidad: la paz, los viajes sin pasar por aduanas, los estudios y trabajos en otros estados, la moneda común, el mercado interno... Pero esos logros no están ahí por sí solos y en cualquier momento pueden perderse. Es necesario trabajar por ellos no una sola vez, sino de forma permanente. Pero durante la campaña, surgía la sensación de que la UE en realidad consiste en prohibir la bombilla eléctrica o el hace rato abolido, pero siempre vuelto a citar, reglamento sobre la curvatura del pepino.

El peligro está siempre

Qué tan rápido se puede romper el aparente orden en que vivimos se vio hace pocos años con el problema de la crisis de la deuda soberana. La UE estuvo al borde del abismo. Desde entonces se ha avanzado en la lucha contra el problema y éste ha sido bien manejado, aunque solamente gracias a un esfuerzo conjunto de ayuda y disciplina. Si cada país hubiera buscado su camino para salir del problema, todo se habría perdido, también la fuerza. ¿Acaso hay que ir tan lejos en el tiempo para obtener una lección? No. Lo que está en juego con el proyecto europeo lo podemos ver también en la crisis ucraniana: 25 años después de la caída del Muro, nuevamente se corre el riesgo de caer en un conflicto de larga duración dentro del continente. Sorprendentemente, el tema de Ucrania no ha jugado, en la práctica, ningún papel en las elecciones europeas. Por ello la UE es la mejor lección de lo que se puede alcanzar con un trabajo conjunto pacífico y equilibrado.

La mirada desde fuera

¿De verdad quieren los críticos de la integración poner todo esto en riesgo? Quizás debieran preguntar a personas de otras partes del planeta qué piensan de la UE. En las últimas elecciones europeas de 2009 me encontré en Bruselas con observadores electorales africanos. Cuando se conocieron los porcentajes de participación, entonces de un 43 por ciento, similares a los alcanzados en esta oportunidad, los visitantes sacudieron la cabeza con tristeza y dijeron que "en muchos países de África seríamos muy felices si pudiéramos participar en elecciones libres. ¡Y ustedes en Europa botan a la basura esa oportunidad!". Fue un encuentro humillante y esclarecedor. Cuando en Europa no tenemos otros problemas y nos dedicamos a regular todo en exceso, quizás es porque las cosas van bien, demasiado bien, como para maravillarnos con el milagro de casi 70 años de paz y de bienestar conjunto.

Christoph Hasselbach, redactor jefe de Alemania de la DW.
Christoph Hasselbach, redactor jefe de Alemania de la DW.Imagen: DW/P. Henriksen