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Comienza la cuenta atrás para un Kosovo independiente

3 de diciembre de 2007
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Con el fracaso definitivo de la última ronda mediadora de Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea (UE), comenzó la cuenta atrás para el surgimiento del nuevo Estado europeo de Kosovo.

La "troika", que no logró solucionar la crisis, entregó hoy a serbios y albaneses su informe final, que contiene la lista de todos los intentos fallidos y que en una semana será presentado al secretario general de la ONU, Ban Ki Moon.

El 19 de diciembre será el turno del Consejo de Seguridad, que tratará el tema. Como Rusia, histórico aliado de Serbia, amenaza con vetar cualquier decisión a favor de la independencia de Kosovo - provincia habitada ya prácticamente sólo por albaneses- entonces comenzará a regir el llamado "Plan B".

La prensa serbia y albansea coincidía estos días en imaginar el próximo escenario: el secretario general de la ONU pedirá a la UE que asuma su papel de liderazgo en Kosovo, largamente preparado, con lo cual sucederá al gobierno administrativo de la misión de Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK).

Bruselas enviará entonces funcionarios administrativos, jueces, empleados de aduanas y sobre todo policías a esta región de los Balcanes, por un coste que se calcula en unos 134 millones de euros (196 millones de dólares) al año.

Después, el nuevo Parlamento kosovar, en el que el 80 % de los diputados está a favor de la independencia, declarará ésta de forma unilateral. Además, pedirá a la fuerza KFOR, bajo mando de la OTAN y formada por 17.000 soldados, que permanezca en el territorio.

El “Plan B” prevé, de acuerdo con este escenario, que Kosovo sea reconocido como independiente por Estados Unidos y la mayoría de los países de la UE. La misión de la Unión Europea en Kosovo pondrá en funcionamiento entonces el "Plan Ahtisaari".

El mediador de la ONU, Martti Ahtisaari, que se esforzó en vano durante un año por llegar a una solución, propuso en su día aceptar la independencia pero con fuertes limitaciones. Éstas se aplicarán sobre todo de cara a la minoría serbia, que recibirá derechos especiales. También serán puestos bajo protección especial de la UE y la KFOR los "santuarios nacionales" de los serbios, como monasterios y campos de batalla.

La cuestión fundamental es cómo reaccionará Serbia a la pérdida de un 15 % de su territorio. Los nacionalistas provocarán la "histeria" para "saldar cuentas con los adversarios políticos internos", advirtió al presidente Boris Tadic el escritor serbio Svetislav Basara. Muchos diplomáticos occidentales en Belgrado cuentan con que habrá un giro a la derecha en Serbia, apartándose de la UE para estrechar más lazos con Rusia.

Es poco probable, en cambio, que haya una temida invasión militar, porque el Ejército serbio de 27.000 hombres está poco motivado y posee a estas alturas sólo equipamiento muy anticuado. Su máximo jefe, Tadic, aseguró además el pasado fin de semana que no habrá ninguna guerra mientras él esté en el poder. (dpa)