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Con Erdogan hay que hablar claro y sin rodeos

Jens Thurau
21 de agosto de 2017

El intento del presidente turco de tomar medidas contra alemanes críticos de su política en países de la UE ha fallado por el momento. Eso se debe también a la rápida reacción en Berlín, dice Jens Thurau.

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Symbolbild Deutschland - Türkei
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Charisius

Por lo general, suele considerarse una gran ofensa cuando un político tilda al otro de paranoico. Sin embargo, ahora que el líder del partido socialdemócrata alemán, Martin Schulz, describió con esa palabra al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se acerca más bien a la verdad.

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Nada funciona ya entre Berlín y Ankara. Durante meses el Gobierno alemán se esforzó por mantener el tono diplomático y tragó todas las provocaciones. Hace pocas semanas cambió de rumbo. Ahora habla claro: el candidato del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) a canciller habla abiertamente de "rehenes" en referencia a los ciudadanos alemanes que han sido detenidos bajo acusaciones ridículas, como por ejemplo el activista Peter Steudtner. Y el Gobierno alemán advierte del riesgo de viajar a Turquía.

Al principio, este cambio de rumbo parecía haber surtido efecto en Ankara, que usó un tono más moderado. Turquía no puede renunciar a los turistas alemanes ni tampoco a las inversiones por parte de empresas germanas.

Jens Thurau es corresponsal de DW en Berlín.
Jens Thurau es corresponsal de DW en Berlín.

Sin embargo, últimamente las cosas se volvieron a poner feas. Primero, Erdogan llamó a todos los alemanes de origen turco a no votar por el SPD, la CDU de Merkel o el partido Los Verdes en las elecciones generales de septiembre. Según el mandatario, los tres partidos son enemigos de Turquía. La CDU representa al archienemigo de Erdogan, Angela Merkel. Asimismo, rechaza al SPD sobre todo por el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, que encuentra palabras mucho más claras que su antecesor, el ahora presidente, Frank-Walter Steinmeier. Y finalmente Los Verdes son liderados por uno de los políticos más odiados en Turquía, Cem Özdemir. El político alemán de origen turco es rechazado por muchos nacionalistas turcos y visto como un traidor, a pesar que nunca en su vida haya vivido en Turquía.

Una nueva dimensión

Una nueva dimensión fue alcanzada con el arresto del escritor alemán Dogan Akhanli durante sus vacaciones en España. La detención probablemente fue impulsada directamente por Erdogan y seguramente justificada con la acusación de apoyar el terrorismo, lo de siempre. Mientras tanto, Akhanli se encuentra de nuevo en libertad a pesar de que de momento no se le permite salir de España.

Desde el punto de vista formal, puede que todo haya sido correcto. Turquía obtuvo una orden de detención para el escritor a través de Interpol. Pero de alguna manera causa malestar que sea posible emitir una orden contra alguien como Akhanli. Por supuesto que los países de la Unión Europea también cooperan con Turquía en temas de política de seguridad. Sin embargo, considerando el reciente comportamiento del Gobierno turco, esa colaboración debería ser revisada.

Poco consuelo

De momento podemos constatar que el lenguaje claro de los alemanes es el adecuado, ya sea en los casos de ataques verbales por parte del presidente turco o en cuanto a las detenciones arbitrarias. El ministro de Exteriores alemán, Gabriel, se involucró rápidamente en el caso y pidió a España la liberación de Akhanli o por lo menos permitir un apoyo consular. Esto por suerte tuvo efecto en España.

Para los presos alemanes en Turquía, como el periodista Deniz Yücel y el activista de derechos humanos Peter Steudtner, el nuevo lenguaje claro aún no se ha traducido en buenos resultados, a pesar de que se suavizaron un poco las condiciones de detención de Steudtner. La triste verdad es que, en este caso, Alemania no puede hacer mucho. Las cosas podrían cambiar si Erdogan empezara a atacar también a otros países de la Unión Europea. Esto es por lo menos un pequeño consuelo.

Autor: Jens Thurau (GG/VT)