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De científicos a activistas climáticos

Ellie Broughton
10 de diciembre de 2019

Estrés emocional, agotamiento y frustración están llevando a algunos académicos a tomar un camino diferente en la lucha contra el cambio climático. DW ha hablado con tres científicos que ahora son activistas.

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Silueta de un bombero sobre el fondo de un incendio.
Imagen: picture-alliance/dpa/AP/San Jose Mercury News/J. Carlos Fajardo

La mayoría de la gente tiene la opción de desconectarse de las aterradoras historias de los medios de comunicación sobre cómo el cambio climático está afectando al planeta. Pero no es tan fácil para los científicos y académicos ambientales, que pasan sus días investigando las consecuencias del mismo.

En una carta publicada en la revista Science, en octubre de este año, los biólogos Andy Radford, Stephen Simpson y Tim Gordon, explicaban que la pérdida de la naturaleza había desencadenado  "un fuerte dolor emocional” en aquellas personas con un estrecho vínculo con el medioambiente.

Argumentaban que los centros de investigación necesitan adaptar las estrategias de "asistencia sanitaria, socorro en caso de catástrofe, aplicación de la prosecución penal y militar” para los científicos ambientales, de modo que puedan controlar su "estrés emocional”.

En respuesta a la carta, varios colegas se pusieron en contacto con Radford, un profesor de la Universidad de Bristol, para expresar su acuerdo por los puntos de vista publicados.

Muchos científicos ambientales se encuentran en un dilema: están entre la política de investigación climática, por un lado, y la esperanza que emana de las crecientes protestas climáticas mundiales del año pasado, por otro. DW ha hablado con tres científicos que le dieron la espalda a la investigación para convertirse en activistas del clima.

Retrato de Wolfgang Knorr.
Wolfgang Knorr espera emplear sus habilidades científicas de otra manera.Imagen: Elisabeth Kreitmeier

Wolfgang Knorr: "Sabemos mucho menos de lo que creemos”

Dr. Wolfgang Knorr, 53 años, investigador, Geografía Física y Ciencias de los Ecosistemas, investigación básica (BECC), Universidad de Lund, Suecia.

Después de 27 años de investigación, Wolfgang Knorr dejó su trabajo en septiembre de 2019. Cree que puede hacer un mejor uso de sus habilidades como activista ambiental, aunque todavía no está muy seguro de cómo.

"Mi relación con la ciencia siempre ha sido emocional, pero la ciencia consiste en ignorar los sentimientos. Sin embargo, tengo la fuerte sensación de que existen enormes riesgos para nuestro mundo, y sabemos mucho menos de lo que creemos.

En 2005 me convertí en miembro del Natural Environment Research Council del Reino Unido. Todos los días me sentaba en reuniones importantes, discutiendo temas como las energías renovables. Por la noche, en el tren de vuelta a casa, leía reportajes de prensa sobre el cambio climático, pero en la siguiente página, en la sección de Economía, había noticias sobre la expansión y el crecimiento económico. Fue la primera vez que sentí que había una gran discrepancia entre mi trabajo y lo que realmente estaba sucediendo en el mundo.

Desde entonces, he tenido continuamente ese sentimiento, hasta que los jóvenes comenzaron a manifestarse contra el cambio climático. Esas protestas produjeron un cambio real en la percepción pública del tema. Yo diría que, como científicos del clima, seguimos de alguna manera el ejemplo de estos manifestantes. A través de las protestas, me di cuenta de mi potencial para ser un defensor del clima.

Ahora espero encontrar mejores usos para mis habilidades que los que nunca he tenido en la ciencia. Me gustaría hacer un mejor uso de mis conocimientos”.

Jess Spear, de científica ambiental a activista.
Jess Spear dejó la ciencia por el activismo medioambiental.Imagen: Leanne Fay

Jess Spear: "Estaba realmente desmoralizada”

Jess Spear, 38 años, científica, pedagoga y activista socialista, RISE, Dublín.

Spear dejó la ciencia climática en 2013 para trabajar en una campaña en la ciudad estadounidense de Seattle, que eligió a su primer concejal socialista en un siglo. En 2017, se mudó a Dublín, Irlanda, y desde entonces trabaja para un nuevo grupo de izquierda irlandés llamado Radical Internationalist Socialist Environmentalist (RISE).

"Trabajé en el Servicio Geológico de los Estados Unidos. Es mucho más fácil trabajar como científico siendo funcionario que en el mundo académico. No era tan estresante y estaba bien remunerado, pero no era realmente lo que quería lograr en este mundo.

A principios de 2011 estaba bastante desmoralizada, especialmente por el estado del movimiento climático. No parecía que hubiera mucha gente preocupada por nuestro clima.

Ver el constante aumento de las emisiones y el fracaso de los gobiernos era como ver un tren a punto de precipitarse por un acantilado a cámara lenta. Sabes exactamente lo que va a pasar, pero te sientes impotente porque no hay nada que puedas hacer solo, como individuo.

Cuando empecé a trabajar como activista en 2013, recuerdo estar de pie en mi cocina viendo videos de Occupy Wall Street. Una luz se encendió en mí. Fue el momento que cambió mi vida. Comprendí que había una oportunidad para pasar de "buscar soluciones” a "en la comunidad podemos cambiar algo”.

Tres mujeres y un hombre, Mathieu Munsch, sentados en un andamio de madera.
Mathieu Munsch (a la derecha) construyendo una casa ecológica con amigos. Imagen: Mathieu Musch

Mathieu Munsch: "Lo que estoy haciendo ahora es mucho más significativo”

Mathieu Munsch, 30 años, constructor, educador y activista comunitario, Francia.

En septiembre de 2018, después de dos años y medio, Mathieu Munsch abandonó su doctorado en Cambio Climático en la Universidad de Strathclyde, en Escocia. Ahora está construyendo una casa rural ecológica en Francia. Y está involucrado en la política local.

Como académico, se encontraba en un dilema. Su conciencia ambiental se había vuelto incompatible con su trayectoria profesional.

"Strathclyde tiene un gran departamento técnico. Aquí se lleva a cabo la investigación sobre fracturación hidráulica (también conocida por el término en inglés, fracking). Por lo tanto, se está investigando cómo se pueden utilizar productos químicos para extraer petróleo crudo de las formaciones rocosas, que se encuentran en las profundidades de la tierra. La universidad obtiene el dinero para investigar de la industria petrolera. Los fondos de pensiones de los profesores de mi departamento invierten en la industria de los combustibles fósiles.

Durante el primer año, todavía creía estar haciendo lo correcto. Pero cada vez me resultaba más obvio que nunca iba a poder tener una carrera exitosa, acceso a una pensión ni el resto de ventajas resultantes. Para ello, el sistema económico actual tendría que seguir funcionando. Y eso se traduciría en un cambio climático catastrófico. Para mí se convirtió en una llamada de atención necesaria para salir de ese sistema.

Experimenté cierto agotamiento, sobre todo, cuando pasaba ocho horas de mi jornada laboral en la computadora leyendo innumerables informes sobre el cambio climático. Fue muy difícil de soportar emocionalmente, aunque no creo que estuviera en la profunda desesperación que sé que experimentan algunas personas.

El tiempo con los activistas me ayudó mucho. Dejar atrás un camino para encontrar una manera completamente diferente de hacer las cosas me ayudó a superar el estrés y el agotamiento.

Desde que me fui, ha habido gente que me ha contactado a través de Twitter, por mi decisión de irme. Uno me escribió: "Oh, yo hace dos años hice exactamente lo mismo. Hoy tengo la sensación de que lo que estoy haciendo es mucho más significativo”.

Estas entrevistas han sido editadas y condensadas para mayor claridad.

(ar/cp)

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