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COVID-19: Cuba vive hoy “uno de los peores brotes del mundo"

Rosa Muñoz Lima
17 de agosto de 2021

¿Cómo se convirtió Cuba en el país de mayor incidencia de COVID-19 en las Américas, tras haber controlado exitosamente sus dos primeros brotes y pese a contar con la primera vacuna propia en América Latina?

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Pese a sus modestos recursos, Cuba controló exitosamente sus primeros dos brotes de COVID-19 (foto de archivo).
Pese a sus modestos recursos, Cuba controló exitosamente sus primeros dos brotes de COVID-19 (foto de archivo).Imagen: Xinhua/imago images

Una avería en la principal planta productora de oxígeno medicinal limita su disponibilidad en los centros sanitarios cubanos, reconocieron las autoridades este fin de semana. Y anunciaron medidas de emergencia, que llegan tras semanas de denuncias y pedidos de auxilio de ciudadanos comunes y personal médico en redes sociales, por la falta de medicamentos y oxígeno, así como por el colapso de servicios médicos y funerarios en diferentes provincias del país desde fines de junio. 

La isla está retornando a cientos de médicos que trabajan en el extranjero y convirtiendo hoteles en hospitales y centros de aislamiento para combatir su tercer y peor rebrote de COVID-19 desde el inicio de la pandemia, reporta la corresponsal de la agencia Reuters en La Habana.

¿Cuán graves son las cifras del COVID-19 en Cuba?

En su último parte diario,el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) reportó 9.772 nuevas infecciones y 68 fallecidos. Según datos oficiales, el promedio se ha incrementado a más de 8.000 contagios y 80 muertes diarias en lo que va de agosto. Y esto ha situado al país como el de mayor incidencia en las Américas, con más de 500 nuevos contagios por cada 100.000 habitantes en los últimos siete días.

Infographic COVID-19 New Cases Per Capita ES

Cuba enfrenta en este momento “uno de los peores brotes de la región y del mundo, si hablamos en términos de casos confirmados diarios por millón de habitantes”, indica también a DW el virólogo cubano Amilcar Pérez Riverol. El país lleva varias semanas entre los cinco con peor récord en este sentido a nivel mundial: más de 700 casos diarios por millón de habitantes y altas tasas de positividad de alrededor del 20 por ciento en su testeo.

Pese a numerosas críticas por subreporte, su curva de defunciones también se ha disparado, con más de 7 muertes diarias por cada millón de habitantes. “Eso habla de una explosión de casos muy fuerte, para la que el sistema de salud no estaba preparado”, asegura este exprofesor de Virología Molecular de la Universidad de La Habana, hoy investigador de la Universidad Estatal Paulista (UNESP) en Brasil.

Al ser un sistema gratuito, que no se sustenta con seguros médicos ni prioriza la comercialización de medicamentos y servicios, “el sistema de salud cubano se basa sobre todo en la prevención a nivel de atención primaria”, explica Riverol. Así que si esa línea de contención se ve desbordada, “la situación se agrava muy rápidamente”, agrega. El motivo: la atención secundaria, que implica capacidades y servicios hospitalarios, es “desde hace mucho tiempo, una gran debilidad” del sistema sanitario en Cuba.

Y eso es lo que sucede con esta explosión de contagios: faltan medicamentos y sistemas de diagnóstico, camas de enfermería y terapia intensiva, equipamientos de ventilación y hasta oxígeno, ilustra Riverol, que ha convertido sus redes sociales en foro de divulgación científica, y de análisis crítico y propositivo de las estadísticas y estrategias cubanas frente a la pandemia.

¿Por culpa de la variante Delta?

Para las autoridades cubanas, que consiguieron controlar exitosamente los dos primeros brotes en la isla, “esta situación se debe al incumplimiento de las medidas sanitarias, la movilidad de la población y a la presencia de la variante Delta”, se lee en la web del MINSAP.

La llegada de nuevas variantes del virus como la Delta –que ya predomina entre las 16 presentes en la isla, es hasta cuatro veces más transmisible y tiene una carga viral hasta 2.000 veces mayor que las variantes iniciales- es también el principal factor al que apunta el Dr. José Moya, representante en Cuba de las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/OMS), consultado por DW. Y subraya que esta explosión de la pandemia, que ocurre por primera vez en Cuba, su natal “Perú ya la ha vivido dos veces”. Así como la han vivido otros países del continente, como Ecuador o Estados Unidos; o de Europa, como España e Italia.

La variante Delta es central, pero no explica por sí sola la magnitud de la explosión de contagios en Cuba, opina, por su parte, el virólogo Riverol. Y enumera una serie de factores interconectados. Entre ellos, la reapertura de fronteras, cerradas hasta noviembre de 2020, y el posterior fallo de protocolos sanitarios y de detección de casos en frontera.

Además, el país vive una aguda crisis económica, anterior a la pandemia y agravada en 2021, tras la masiva caída del turismo y el endurecimiento de sanciones estadounidenses. Esto impide aplicar medidas rigurosas de restricción de movilidad y genera aglomeraciones para abastecerse de alimentos y otros productos básicos escasos, con más impacto en los contagios de las nuevas variantes del virus.

A ello se suma la caída de la eficiencia de las mascarillas de fabricación casera e incluso de las quirúrgicas frente estas nuevas variantes, en un país con gran limitación de acceso y capacidad de compra de máscaras KN-95 o FFP2, "únicas comprobadamente eficientes". Así como el efecto reforzado del llamado “cansancio pandémico”, en un país que aplicó medidas muy restrictivas de control de la movilidad por un largo período de 2020, recuerda Riverol.

No han faltado “fallos comunicacionales, con mensajes excesivamente triunfalistas” por parte de las autoridades políticas y sanitarias, considera el virólogo cubano. Y se refiere especialmente a la comunicación sobre el desarrollo y aplicación de una vacuna propia (Abdala) y un candidato vacunal avanzado (Soberana 02), justo antes de la actual explosión de contagios. O “fallos en los protocolos de diagnóstico, rastreo y aislamiento de contactos, impactados por la crisis económica”, resume Riverol.  

El Dr. Moya, de la OPS/OMS, menciona, adicionalmente, la “concentración de población de varias generaciones en casa”, que es propia de la realidad latinoamericana y dificulta, por ejemplo, el confinamiento domiciliar, al que también la isla ha debido recurrir.

A este panorama llega la variante Delta, cuando Cuba –que  no participa del mecanismo COVAX- apenas iniciaba su campaña de vacunación. Casi 5 de 11,2 millones de cubanos ha recibido ya una dosis de esas fórmulas, mientras más de tres millones han completado la pauta de tres. Pero estudios en otros países indican que la anhelada inmunidad de rebaño no se consigue siquiera con un 70 por ciento de vacunados, advierte el Dr. Moya, sino que “hay que llegar al 90 por cien”.

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¿Por culpa de los médicos?

En este complejo contexto, el primer ministro del país, Manuel Marrero, se atrevió a asegurar la pasada semana que “causas subjetivas”, como “el maltrato, la dejadez” e “indisciplina” de los médicos, pesaban más que la objetiva falta de recursos en las quejas y denuncias de la población en la central provincia de Cienfuegos. Y la televisión estatal lo reprodujo acríticamente. 

Más de una veintena de jóvenes médicos y estudiantes de medicina de la oriental provincia de Holguín respondieron indignados. En un video publicado en línea, confirmaron “el colapso sanitario”, exigieron recursos, insumos, medios de protección, respeto y justicia para el gremio médico, al tiempo que admitieron temer la reacción del Gobierno ante sus reclamos.

Horas después, el ministro de Salud y el presidente del país se apresuraron a reconocer la labor de científicos y trabajadores de la salud, “que casi están trabajando a tiempo completo en situaciones muy complicadas”. Los médicos holguineros denunciaron presiones estatales por su declaraciones, mientras recibían respaldo de otros colegas del país en redes sociales. 

Desde el exterior, en las últimas semanas, Cuba ha recibido apoyo material de la OMS/OPS, que autorizó la movilización de recursos a la isla. Así como del sistema de Naciones Unidas y países como Rusia, China, México, Canadá y Suecia, además de la Unión Europea, enumera el Dr. Moya. Mascarillas, gel, oxímetros de pulso, medicamentos y otros insumos siguen llegando a Cuba gracias a la cooperación internacional, asegura el funcionario de la OMS/OPS, en este momento en que el país “está respondiendo con todas las capacidades que tiene, aunque están al límite.”

(ms)