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¿Cuán seguro es el teléfono de Merkel?

Markus Lütticke / JAG25 de octubre de 2013

El celular de la canciller es considerado como una de las herramientas más importantes del poder en Berlín y hasta ahora era un medio seguro. Pero el escándalo de la NSA plantea nuevas preguntas.

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Imagen: picture-alliance/Sven Simon

Para nadie es un secreto que a la canciller alemana le gusta usar frecuentemente su teléfono para realizar tareas de gobierno. Lo que es secreto es el contenido de esas conversaciones, e-mails, mensajes… O por lo menos así debería ser.

Según Merkel, para las tareas políticas diarias solo tiene un celular, registrado a nombre de la CDU. “Para comunicaciones relevantes hay líneas fijas, líneas encriptadas y también celulares encriptados”, aclaró la canciller en el marco de la cumbre de la UE. Es decir, móviles que codifican la información.

Posiblemente, la clave del asunto es el celular que normalmente usa Merkel. Un portavoz de la Oficina Federal de Seguridad y Técnicas de la Información aclaró al diario “Sueddeutsche Zeitung” que dicho teléfono no está catalogado como seguro y podría ser éste el espiado.

Tan fácil

Tales aparatos no son complicados a la hora de espiar, dice el periodista especializado en IT, Robin Cumpl: “Basta con conectarlo al portátil, retirar los filtros y utilizar programas para captar conversaciones en la red y escucharlas“.

Un gran problema sobre todo para el gobierno. Hasta hace poco, muchos políticos estaban obligados a llevar tres celulares: uno para llamadas y SMS seguros, otro para e-mails seguros y un tercero, para uso privado o para sus cuentas de Twitter. Desde hace unas semanas, cargos ministeriales y otros funcionarios fueron equipados con otros celulares de servicio, que combinaban la seguridad anti-escuchas con el confort de un smartphone. Los nuevos modelos entregados en septiembre ofrecían estas funciones en una sola terminal móvil: un teléfono de la canadiense Blackberry equipado por la empresa de seguridad alemana Secusmart.

Circuitos separados

El núcleo de estos nuevos modelos seguros es una tarjeta SD especial, aclara el fundador de Secusmart Hans –Christoph Quelle: “Las llamadas son codificadas a través de esa tarjeta”. Los datos almacenados y los contenidos enviados a través de la red móvil también son codificados en la tarjeta. Así, el teléfono puede ser usado como un smartphone, con dos circuitos de datos separados que trabajan independientemente: uno para la parte segura y otro para las aplicaciones y demás posibilidades que ofrecen actualmente los smartphones.

Hans-Christoph Quelle.
Hans-Christoph Quelle.Imagen: Secusmart GmbH

Sin embargo, también esta codificación segura tiene sus defectos. La codificación interna comienza a ser efectiva cuando ambos interlocutores usan celulares con este tipo de tecnologías. En caso contrario, no serán codificadas.

Otro de los problemas es la codificación. Quien tenga el código puede acceder también a la información. “Todo lo que está codificado puede ser descodificado”, dice Robin Cumpl. “Es sólo cuestión de tiempo”. Cuanta más capacidad de procesamiento de datos, más fácil será descodificar el mensaje. Un reto que es aun más sencillo si se opta por el espionaje tradicional. Es decir, contactando con informadores de los fabricantes y empresas de seguridad para adquirir el código.

Mayor protección a través del cable

Mucho más difícil es pinchar las líneas de comunicación a través de cable. Pero desde las declaraciones de Edward Snowden, sabemos que incluso éstas pueden ser espiadas por los servicios secretos. Este intercambio de datos del Gobierno Federal está especialmente protegido. “La seguridad de las redes del gobierno es mucho más alta que en el Internet normal debido a sistemas de protección más caros y mejores”, dice Norbert Pohlmann, director del Instituto de Seguridad de Internet de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Gelsenkirchen. La red de los funcionarios alemanes sólo está conectada a Internet a través de dos nodos. “Hay muchos cortafuegos y otros sistemas que actúan en cuanto reconocen un fallo” dice Pohlman: “Pero aun así, la seguridad absoluta no existe. Ni siquiera para el gobierno".