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Cuba debe liberarse de sus caudillos

Amir Valle (EL)9 de enero de 2015

Ya en ocasiones previas se ha divulgado la falsa noticia de la muerte de Fidel Castro. Así este viernes, medios sociales volvieron a dar voz de alarma. El desmentido llegó poco después. Amir Valle analiza la discusión.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Un simple análisis de los últimos acontecimientos muestra que, más allá de la resonancia histórica universal de su vida, la muerte del líder cubano no significaría ningún cambio esencial en el actual camino de la Revolución.

Para la mayoría de los cubanos, Fidel Castro murió en el 2006, justo el día en que cedió el poder a su hermano Raúl. Su muerte, según ese criterio, significará sólo el fin natural de un ser humano que se coló en la historia universal encabezando la Revolución de 1959 que aún muchos ven (pese a sus evidentes fracasos en el terreno económico, político y social) como un “faro de luz para los países pobres de América, África y el resto del mundo”.

Fidel y Raúl Castro: destinos calculados
Fidel y Raúl Castro: destinos calculadosImagen: picture alliance/dpa

Renombrados críticos del gobierno cubano aseguran que, al trasladar a Raúl Castro el timón del barco de la Revolución, moría el legado histórico del hasta entonces “invicto Comandante en Jefe”. Y muchos artículos sobre ese traspaso de poder y sobre el llamado proceso de reestructuración del socialismo de Raúl, dan fe del establecimiento de un nuevo rumbo en la estrategia del líder histórico, asumida con beneplácito por su familia y por los herederos de los otros apellidos históricos del proceso revolucionario: al estilo de las viejas dinastías monárquicas, el nuevo propósito sería no ya perpetuar un legado, sino impedir que alguien ajeno a esa élite les arrebatara el poder.

Cambios drásticos

Los cambios drásticos ocurridos en el modo de controlar la isla en los últimos cinco años son la prueba más clara de que Fidel Castro brillaba únicamente desde su condición de símbolo mítico de la gesta revolucionaria. Cada nueva medida de Raúl representaba un golpe a la férrea estructura de control fidelista y muchos de esos cambios se impusieron pese a que en algunas de sus “Reflexiones” en el periódico Granma, Fidel manifestara su oposición, o se pronunciara dudoso sobre la efectividad de dichos cambios.

El reciente restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el intercambio de prisioneros acusados de espionaje, la liberación en la isla de prisioneros políticos esta semana, las conversaciones que deberán iniciarse en fecha próxima para analizar un acercamiento económico y migratorio entre los dos gobiernos, la aceptación en la isla de la necesidad de indemnizar a algunas empresas norteamericanas que fueron nacionalizadas por Fidel Castro a golpe de decreto en la década del 60, y los pasos que numerosos empresarios estadounidenses han dado ya para reforzar sus vínculos financieros y comerciales con el gobierno de La Habana, son concesiones impensables para un dirigente tan empecinado en el atrincheramiento ideológico como era Fidel mientras regía los destinos del país.

El histórico apretón de manos en Soweto: una premonición
El histórico apretón de manos en Soweto: una premoniciónImagen: picture alliance/epa/Kim Ludbrook

Legado histórico

Ningún estudioso de la política cubana en el período raulista (2006-2015) duda de la realidad que muestra su accionar nacional e internacional: Fidel Castro sólo sigue vivo porque sus admiradores internacionales insisten en insuflar vida a “su histórico legado”; porque sus enemigos internacionales se lo sacan de la manga a menudo al analizar los convulsos cambios en la historia latinoamericana de la última década, como si realmente fuera una pieza indiscutible en el póker de la política regional, y porque algunos presidentes latinoamericanos sin lustre lo resucitan vez tras vez, acudiendo a él como los musulmanes peregrinan a La Meca y los católicos al Vaticano: es decir, como se acude a un mito, a un símbolo, para reafirmar con luz ajena el brillo propio.

Pero en todos los debates salta la misma pregunta: además del uso que le ha dado Raúl Castro de soporte a su accionar aprovechando el respeto ganado por Fidel como figura simbólica en el panteón histórico nacional y de la izquierda internacional ¿alguien puede mostrar evidencias de que el viejo líder ha significado algo dentro de la estrategia de la dictadura en los últimos cinco años?

La sociedad cubana se enfrenta a un cambio de mentalidad
La sociedad cubana se enfrenta a un cambio de mentalidadImagen: picture-alliance/dpa/A. Ernesto

Cuba sin caudillos

Lo más visible, cuando se analizan los posicionamientos de la nueva nomenclatura política cubana es que el rumbo de los acontecimientos no cambiará ni siquiera con la muerte física de Fidel y Raúl: los destinos posibles de la isla ya han sido calculados para un futuro en el que se verán en puestos del poder económico, financiero, militar, social, legal y político a los herederos de quienes pasaron 56 años pidiendo esfuerzos al pueblo cubano, prometiendo que así se construiría un país mejor. Pero ese país mejor sigue siendo una utopía, incluso ahora cuando se acerca el momento natural del adiós biológico de todos esos líderes históricos de la Revolución Cubana.

Los cubanos de la isla y el exilio se enfrentan ya, con o sin Fidel, al mayor de sus retos: librarse de la mentalidad de que un pueblo necesita un caudillo, un Mesías, y construir una sociedad democrática, abierta y plural a través de las instituciones y con el aporte de todas las tendencias y credos ideológicos.