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Religión

Cuestión de fe - La herencia de los monjes - La isla monástica de Reichenau

7 de julio de 2018

Un lago, una isla, tres iglesias. Y la distinción de ser Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Se trata de la isla monástica de Reichenau. Hace unos 1000 años, la abadía benedictina albergaba una de las mejores bibliotecas de Europa. Los monjes se marcharon hace 2 siglos, pero Reichenau conservó su herencia. Y hace poco, algunos benedictinos retornaron para rezar y continuar la tradición.

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Es la joya turística del lago de Constanza. Nos referimos a la isla monástica de Reichenau. Tres iglesias construidas hace más de mil años son el testimonio de una gran historia. En el año 2000, la isla en su totalidad fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. Antiguamente, la abadía benedictina llegó a influir en el destino del gigantesco reino de los francos y fue el principal foco literario de la región. El abad Waldo era consejero y persona de confianza del rey Carlomagno. Pero tras el apogeo vino la decadencia y hace 200 años abandonó la isla de Reichenau el último monje. Hace poco, en el año 2001, dos benedictinos retornaron con un desafío. Y les siguieron dos monjas benedictinas. En tiempos en que los monasterios están desapareciendo, en Reichenau apuestan por un nuevo comienzo. La población de la isla nunca ha dejado de valorar y mantener las tradiciones. Festividades como la de la Santa Sangre existen solo aquí. Una herencia viva de los monjes, accesible para todos hasta el día de hoy.