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Cumbre en Cartagena: ¿de Cuba, ni hablar?

12 de marzo de 2012

El presidente boliviano, Evo Morales, asegura que los líderes del ALBA siguen sopesando la posibilidad de no asistir a la Cumbre de las Américas en señal de protesta por la exclusión de Cuba.

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Imagen: dapd

Faltando apenas un mes para que comience la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, Colombia, todavía no se sabe si los presidentes de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia boicotearán el encuentro, en señal de protesta contra el veto estadounidense que impide invitar a Cuba al evento. El hombre fuerte de La Paz, Evo Morales, dijo este sábado (10.3.2012) que tanto los países miembros del ALBA –la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América– como los de otras naciones suramericanas seguían sopesando la posibilidad de no asistir.

Las declaraciones de Morales y las de su homólogo ecuatoriano debilitan las de la ministra de Exteriores colombiana. El 8 de marzo, María Ángela Holguín aseguró que el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, había confirmado su asistencia; que el venezolano, Hugo Chávez, estaría presente, si su salud se lo permitía; y que hasta Rafael Correa, presidente de Ecuador, acudiría, convencido por Chávez. Ese mismo día, el propio Correa comentó que le “encantaría estar en la cumbre”, pero puso en entredicho la relevancia de la misma.

El legado de la Guerra Fría

“Nuestros pueblos se van a cansar de que estemos en tantas cumbres”, señaló Correa. “[Cumbres] que no cambian en absoluto la realidad de nuestra América, que no resuelven los problemas candentes, urgentes, fundamentales de nuestra región”, añadió el jefe del Gobierno ecuatoriano. Fue él quien encendió el debate en torno a la participación de Cuba en la VI Cumbre de las Américas al proponer, en febrero, que los miembros del ALBA se mantuvieran al margen de la reunión hemisférica.

Rafael Correa
Correa, presidente de Ecuador.Imagen: picture-alliance/dpa

La moción de Correa catalizó reacciones que evidencian hasta qué punto conflictos que datan de los tiempos de la Guerra Fría, como el que existe entre Estados Unidos y Cuba, siguen polarizando las opiniones en el continente americano y obstaculizando la necesaria cooperación regional. Casi de inmediato, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, organizó un viaje a la isla para explicarle al líder cubano, Raúl Castro, que la decisión de invitarlo a la cumbre debía ser tomada “en consenso” y que ese consenso no se había alcanzado.

“Todos sabemos lo que significa ‘consenso’ ”

El Gobierno de La Habana, que no había pedido ser invitado, exculpó a Bogotá por el fracaso de las gestiones y acusó a Washington de decretar la exclusión de Cuba. “Todos sabemos lo que se quiere decir con ‘consenso’. El consenso no es otra cosa que la autorización de Estados Unidos”, sostuvo el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez. La Casa Blanca se abstuvo de pronunciarse sobre la polémica, hasta que Santos sugirió aprovechar la VI Cumbre de las Américas para discutir sobre el veto a Cuba en este tipo de eventos.

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Santos, presidente de Colombia.Imagen: AP

El Secretario de Estado adjunto interino para Asuntos Públicos, Mike Hammer, manifestó sus reservas de cara a la intención de poner a Cuba en la agenda, recordando que en la Cumbre de las Américas de Québec, en 2001, se decidió negarle el derecho de participación a los jefes de Estado y de Gobierno que no hubieran sido elegidos democráticamente. Pero, ¿es realmente el talante autocrático del estamento cubano lo que explica la rigidez estadounidense en esta materia? ¿Qué hay de los cambios sociopolíticos que han tenido lugar en la isla?

Mucho ruido, pocas nueces

¿No conviene apoyar esta tendencia mostrando disposición a abrirle a Cuba las puertas de las ágoras regionales? ¿Es necesario asumir la posición del abogado del diablo para formular estas preguntas? Contemplando la situación desde otra perspectiva, cabe destacar que el mundo ha cambiado mucho desde 2001 y que tanto ruido alrededor de la Cumbre de las Américas puede no valer la pena. ¿Qué sentido tiene esta reunión auspiciada por la Organización de Estados Americanos? ¿A quién le sirve, cuando la misma OEA parece haber perdido su jerarquía?

Washington Weißes Haus
Washington manifestó sus reservas de cara a la intención de poner a Cuba en la agenda de la cumbre.Imagen: picture alliance / landov

En diciembre tuvo lugar en Venezuela la primera asamblea de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una organización de la que Estados Unidos y Canadá están excluidos por definición, y que Chávez busca convertir en el contrapeso –por no decir la antítesis– de la OEA. No obstante, la CELAC es una institución más en un continente saturado de instancias bien intencionadas, pero de utilidad dudosa. Y el presidente ecuatoriano pudiera tener razón cuando alude al poco interés que la mayoría de los latinoamericanos muestra por estas costosas rondas internacionales.

La VI Cumbre de las Américas tendrá lugar el 14 y 15 de abril. Si los países más fuertes del ALBA deciden asistir y si la voluntad estadounidense no se impone en la reunión, los participantes discutirán la posibilidad de invitar a Cuba para la séptima cumbre, a celebrarse en 2015, probablemente en Panamá.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Rosa Muñoz Lima