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De por qué Humboldt decidió ir a América Latina

Timothy Rooks
27 de noviembre de 2018

Tras una gira sin precedentes de cinco años por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, Cuba y EE.UU., Humboldt regresó a Europa como un héroe. Humboldt fue honrado por sus publicaciones, y por haber sobrevivido.

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Alexander von Humboldt fue el primer europeo en escalar y medir el volcán nevado El Chimborazo, Ecuador
Alexander von Humboldt fue el primer europeo en escalar y medir el volcán nevado El Chimborazo, EcuadorImagen: picture-alliance/akg

Cuando Alexander von Humboldt comenzó, el 23 de junio de 1802, a escalar el Chimborazo, esa expedición ya estaba destinada a los libros de historia. Era la montaña más alta conocida en el mundo y nadie había llegado a su cima. Sin embargo, con tres guías indígenas cargados de instrumentos, Humboldt y sus dos compañeros de viaje, Aimé Bonpland y Carlos Montúfar, estaban decididos a escalar el volcán ecuatoriano de 6.310 metros de altura.

No importa que el descubrimiento del Himalaya degradara al Chimborazo más tarde. Humboldt y su expedición habían escalado la montaña más alta registrada hasta ese momento. Un récord que perduró 30 años.

Venezuela 1799-1800

Un sueño que ni Humboldt ni Aimé Bonpland se imaginaron cuando zarparon, por primera vez, desde La Coruña, España, el 5 de junio de 1799. Llevaban docenas de cajas llenas de instrumentos, entre ellos telescopios, un sextante, un cuadrante, una aguja de inmersión, compases, un péndulo, barómetros y termómetros, electrómetros, un microscopio, un pluviómetro, y un cianómetro para medir el azul del cielo.

Tras una escala en Tenerife, en las Islas Canarias, su barco atracó en Cumaná, Venezuela, 41 días después de haber salido de España. Un alivio. Habían sobrevivido al Atlántico. Estaban ansiosos por tocar el suelo americano. Humboldt no podía contener su asombro por la exuberancia de la vegetación y los paisajes, y escribía a Europa sobre las "maravillas que no se detienen”.

Alexander von Humboldt durante su expedición al Orinoco.
Alexander von Humboldt durante su expedición al Orinoco. Imagen: picture-alliance / akg-images

"En Venezuela vimos el salvajismo de la esclavitud”, reportó. Un fenómeno que Humboldt más tarde denunció como "el mayor de todos los males que ha afligido a la humanidad". Después de pasar algunos meses en Cumaná y Caracas, Humboldt emprendió su primera gran expedición: la exploración del alto Orinoco. A sus aguas se lanzó con una gran canoa, sus instrumentos, Bonpland, un perro y varios remeros indígenas.

Sería un viaje de 75 días y 2.250 kilómetros a través de un territorio salvaje, habitado por cocodrilos, boas, jaguares, rápidos, humedad, y hambre. Los viajeros se alimentaban de arroz, hormigas, yuca, agua del río y un mono ocasional. Extraños animales gruñían y zumbaban día y noche. En el camino se encontraron con misioneros españoles y tribus nativas. Recolectaron miles de plantas e hicieron anotaciones y dibujos de animales, a pesar de sus manos y caras hinchadas por las picaduras de mosquitos.

Fue un viaje agotador, pero Humboldt pudo confirmar la existencia del canal Casiquiare, que conecta los sistemas del Orinoco y el Amazonas. Aunque no fue el descubridor de esta vía fluvial, sus mapas se lo presentaron a un público más amplio, y con ubicación exacta.

Los Andes 1801-1803

Después de una parada en Cuba, los viajeros regresaron al continente sudamericano. Al llegar a Bogotá, el 6 de julio de 1801, conocieron a José Celestino Mutis, el naturalista más famoso de la época. Mutis tenía una gran colección de botánica y Humboldt quedó impresionado por sus conocimientos, su biblioteca y equipo de artistas. La obra maestra de Mutis inspiraría más tarde los legendarios libros botánicos de Humboldt. Después de dos meses en la ciudad, Humboldt cruzó los Andes rumbo a Ecuador.

Volcán Cotopaxi, Ecuador.
Volcán Cotopaxi, Ecuador. Imagen: imago/ZUMA Press

Cuando llegó a Quito, en enero de 1802, la ciudad estaba literalmente conmovida por un reciente terremoto. Sin embargo, allí existía una sociedad próspera a la que los viajeros se apegaron mucho. Allí hicieron expediciones para escalar, dibujar y medir volcanes como el Pichincha y el Cotopaxi, antes de aventurarse a escalar el más alto de todos, el Chimborazo.

Más al sur, en Perú, conocieron las ruinas de los Incas, encontraron restos de un mamut y obtuvieron las primeras muestras de guano. En septiembre, para Humboldt se hizo realidad un sueño: ver el Océano Pacífico, por primera vez. Desde Lima se dirigieron de regreso por la costa en barco a México. A bordo, Humboldt registró al detalle la corriente fría que fluye, de sur a norte, a lo largo de la costa pacífica suramericana. Hoy en día, no solo influye en el clima global al transportar agua fría, sino que también lleva el nombre de "Corriente de Humboldt”.

México 1803-1804

Los expedicionarios llegaron a Acapulco el 22 de marzo de 1803 y se dirigieron a Ciudad de México, que ya era el centro urbano más grande de América Latina. En México, a Humboldt le interesaron menos las plantas y las corrientes y más las ruinas de los pueblos indígenas, así como los registros oficiales de población, de producción agrícola, minería e historia.

A lo largo de su viaje, estudió varios idiomas y encontró que eran complejos y ricos en expresiones. En México, Humboldt contó 35 lenguas diferentes, mientras a lo largo del Orinoco registró que se hablaban unos 200 idiomas. "¿Cuántas veces he admirado el talento de los indios, que hablaban 3 ó 4 idiomas?”, decía.

Un alemán "medio americano”

Después de cruzar México, el grupo regresó a Cuba para ordenar sus colecciones y prepararse para su viaje de regreso. Pero los planes cambiaron cuando Humboldt se reunió con el cónsul estadounidense, quien lo alentó a visitar Estados Unidos. Respaldado por cartas de presentación y una invitación a Washington del presidente Thomas Jefferson, Humboldt decidió hacer una última escala.

Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos.
Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos. Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo

Jefferson acababa de comprarle Louisiana a Francia, habiendo casi duplicado el tamaño del país; por lo que buscaba datos y cifras. Gracias a los mapas detallados de Humboldt, el presidente obtuvo lo que necesitaba. Humboldt encantó e hizo muy rápido amistades en suelo americano. Tanto que más tarde se llamaba con orgullo "medio americano”. Pero era hora de regresar a casa. Después de seis semanas, Humboldt abandonó Estados Unidos con docenas de cajas llenas de especímenes de plantas, rocas y otros objetos recogidos a lo largo de su viaje. Estuvo de viaje casi cinco años y dos meses.

Un balance

Antes de que comenzara todo el viaje, Humboldt envió una carta a sus banqueros berlineses en la que describía lo que quería lograr: "Recolectaré plantas y animales, mediré la temperatura, la elasticidad, el contenido magnético y eléctrico de la atmósfera; analizaré y determinaré las longitudes y latitudes geográficas, así como la altura de las montañas. Pero mi verdadero y único propósito será investigar las fuerzas naturales interconectadas y entrelazadas y ver cómo el mundo natural inanimado ejerce su influencia sobre los animales y las plantas”.

Logró todo eso y mucho más: cruzó el ecuador dos veces, pasó unos 16 meses en Venezuela, exploró la cuenca del Orinoco, recorrió otros 22 meses Colombia y los Andes, y estuvo casi un año en México.

Humboldt no fue el primer científico en viajar por la América hispana, pero fue el único que pagó todos sus gastos de viaje. Sus medidas detalladas e intereses universales cubrieron tantos y tan diversos temas  que su viaje demostró ser el mejor.

Sus estudios y publicaciones cambiarían la forma en que los europeos pensaban en las colonias americanas. Los escritos de Humboldt también le darían a América Latina una nueva confianza en sí misma, por lo que Simón Bolívar lo llamó el "descubridor del Nuevo Mundo".

(JOV/CP)

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