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De la carrera espacial a la cooperación internacional

5 de julio de 2013

Hacerse la competencia es cosa del pasado. En eso están de acuerdo los astronautas de todas las generaciones. Toda la humanidad sale beneficiada con este cambio. Eso es lo que dice la Asociación de Astronautas.

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Imagen: picture-alliance/dpa

La competencia entre los bloques Este y Oeste caracterizó la carrera espacial durante tres décadas. Pero los tiempos han cambiado. Así se percibió con claridad en la vigésimosexta edición de las jornadas anuales de la Asociación de Astronautas (ASE, por sus siglas en inglés). A este exclusivo club pueden pertenecer solamente aquellos que han dado la vuelta a la órbita de la tierra al menos una vez. Cuenta con unos 370 miembros, de los cuales asistieron 80 a las Jornadas que tuvieron lugar a principios de julio en Colonia. El presidente es Dumitru Prunariu. Él fue el primer –y, hasta ahora, único- rumano que estuvo en el espacio. Concretamente, en la estación soviética Saliut 6.

Vanguardia durante la Guerra Fría

Todo comenzó modestamente. La ASE fue fundada en 1985, cuatro años antes de la caída del Muro de Berlín. Prunariu recuerda claramente los comienzos de la organización en la ciudad francesa de Cernay. “Entonces éramos 25 astronautas y cosmonautas procedentes de 13 países. Éramos conscientes de que el mundo iba a cambiar”. Astronautas de Este y Oeste tenían algo en común: habían observado la tierra desde el espacio al menos una vez. Quizá por este motivo tenían una perspectiva mayor que el resto de habitantes de la tierra. La reunión inaugural de la ASE permitió a los astronautas intercambiar información sobre las fronteras políticas.

Al año siguiente, las Jornadas se celebraron en el bloque del Este, en Budapest. Ya entonces había mucho contacto con astronautas estadounidenses. “Incluso teníamos un plan para acercar nuestras respectivas naves en el espacio”, recuerda Alexander Alexandrov, un cosmonauta soviético de la época. Pero no pudo ser. “Eran los tiempos de la Guerra Fría y el ministro de Exteriores, Andrei Gromyko, dejó claro que ni en el cosmos podía haber un solo contacto entre astronautas estadounidenses y soviéticos. El remate a aquella situación se produjo cuando el 1 de septiembre de 1983, los soviéticos derribaron un avión de pasajeros surcoreano. Aquello acabó de complicar las cosas.

Tras la caída del Muro, un profuso intercambio

Lo que durante años fue impensable, se convirtió después en lo habitual: los distintos países trabajan mano a mano. El astronauta alemán Reinhold Ewald se formó en Moscú ya desde 1990. Siete años más tarde, voló junto a dos rusos y un estadonidense a la estación espacial Mir. Ewald confía en que se mantenga el espíritu de cooperación internacional. “He podido compartir mis experiencias con los equipos que hoy viajan al espacio”, dice.

Luz del amanecer sobre el Golfo de México en una panorámica desde el espacio.
Luz del amanecer sobre el Golfo de México en una panorámica desde el espacio.Imagen: picture-alliance/dpa

La colaboración entre europeos, americanos, canadienses, rusos y japoneses es actualmente tan estrecha, que muchas misiones son impensables sin cooperación. El sueño de Alexandrov se ha hecho realidad: hoy todos ponen su granito de arena. “Los rusos ponemos las naves Soyuz, los estadounidenses, su transbordador espacial, los japoneses, su laboratorio, los canadienses un robot para misiones en el exterior. Los europeos tienen transporte espacial no tripulado y el laboratorio espacial Columbus”, relata el cosmonauta.

Los proyectos de investigación tienen prioridad

"Todo el tiempo y el dinero que se ahorra mediante la cooperación, revierte en la investigación", dice el astronauta estadounidense Kevin Anthony Ford, que volvió de la Estación Espacial Internacional el pasado mes de marzo, donde tuvo mucha actividad. “Creo que cada vez tenemos más campo en el que trabajar, porque los científicos tienen nuevas ideas que deben ser investigadas en la estación espacial”. Toda la humanidad se beneficia de los experimentos que allí se llevan a cabo.

Ford ha investigado los peces, por ejemplo. Su trabajo ayudará a encontrar una cura para la osteoporosis. “Solo el hecho de poder curar esta enfermedad, justifica la inversión de dinero. Y tenemos en marcha miles de experimentos similares con un enorme potencial”. Hans Wilhelm Schlegel, que ha vivido la transición desde la Guerra Fría hasta los programas de trabajo conjunto, piensa que el futuro espacial pasa por la colaboración. “Espero que la cooperación se amplíe aún más”, dice.

Autor: Fabian Schmidt/MS
Editor: Enrique López