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De las universidades para los ciudadanos

Suzanne Cords / Rosa Muñoz Lima23 de marzo de 2012

Para muchos, lo que enseñan las universidades parece “en chino”. Para acercar la ciencia a todos, y ofrecer soluciones a problemas ciudadanos, estudiantes europeos fundaron en los años 80 las WiLas, tiendas de ciencia.

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La WiLa de Bonn es la mayor de unas 60 que existen en Europa.
La WiLa de Bonn es la mayor de unas 60 que existen en Europa.Imagen: DW

La idea nació en Ámsterdam, Holanda. Los estudiantes querían aplicar en la práctica sus conocimientos teóricos, para ofrecer soluciones a los problemas concretos de sus conciudadanos. La idea se extendió a los países vecinos, explica el agrónomo Norbert Steinhaus, que colabora en una de estas WiLa, Wissenschaftsladen, tienda de ciencia, en Bonn.

En el sótano, tres de sus compañeros amontonan pilas de periódicos para enviar a los abonados. La radio suena a ritmo de rock, acompañada de una vieja máquina etiquetadora que seguramente está aquí desde los años 80.

Al inicio, sin retribución

En los primeros tiempos la gente se acercaba sobre todo con inquietudes sobre el medio ambiente, contaminación del aire, del agua potable o asuntos sobre la alimentación. En esa época no abundaban los expertos y en la tienda de ciencia se ofrecían respuestas a cambio de nada. Los estudiantes se reunían semanalmente en los locales de la universidad para clasificar las consultas enviadas por los ciudadanos y enviarlas a los responsables de las especialidades correspondientes.

Selbstbeschreibung: Der Wissenschaftsladen Bonn e.V. - mit 30 Mitarbeitern der größte der rund 60 Wissenschaftsläden in Europa - geht gesellschaftlichen und ökologischen Fragestellungen nach, die Bürgerinnen und Bürger bewegen. Ziel unserer Wissenschaftler: neue La WiLa de Bonn es la mayor de unas 60 que existen en Europa.
La WiLa de Bonn es la mayor de unas 60 que existen en Europa.Imagen: DW

Pero las consultas crecieron y con ellas la demanda de retribución y oficinas para realizar ese trabajo. Fue así como la primera WiLa abrió en Berlín, en 1980. Le siguieron otras 30. Pero apenas un tercio ha sobrevivido al nuevo milenio por dificultades financieras. La de Bonn, sin embargo, no sólo sobrevivió sino que es hoy la mayor de su tipo en Europa.

Responder preguntas, ofrecer proyectos

Norbert Steinhaus, trabaja aquí desde 1987.
Norbert Steinhaus, trabaja aquí desde 1987.Imagen: DW

Norbert Steinhaus fue el primer empleado fijo de la WiLa de Bonn, en 1987, justo tras terminar sus estudios. Hoy la tienda cuenta con 30 empleados, la mayoría proviene de las ciencias naturales. Los estudiantes sólo ayudan eventualmente. Y aunque entretanto Alemania cuenta con Centros de Atención al Consumidor que responden muchas de las consultas ciudadanas típicas de los primeros años de las WiLas, cuando los empleados de estos centros se quedan sin respuesta suelen enviar a los ciudadanos a la WiLa, cuenta Norbert Steinhaus.

Pero las WiLas no responden ya solamente a consultas, sino que desarrollan proyectos propios, ofrecen cursos de superación, entrenamientos, simulaciones de experimentos. Acercan a los niños a la naturaleza, a los adultos al cultivo del propio jardín o huerta, o capacitan para insertarse en el mercado laboral y usar espacios o energías renovables eficientemente, entre otros asuntos.

Traducir al y del lenguaje científico

El concepto fundamental, acercar la ciencia a la gente, no ha cambiado desde la época fundacional. “Cuando un grupo de ciudadanos viene con un problema, no siempre se trata de un problema formulado científicamente”, explica Norbert Steinhaus. Un grupo de vecinos cercanos a una fábrica llega y dice, por ejemplo: “aquí apesta y tenemos miedo de enfermar de cáncer”.

Tienda de ciencia y centro de formación.
Tienda de ciencia y centro de formación.Imagen: DW

“Nuestra misión es, entonces, traducir el problema al mundo científico y empacar la solución de vuelta en un lenguaje comprensible para ellos”, aclara Steinhaus. En este caso concreto, la WiLa envió a un estudiante al lugar, donde éste midió las emisiones de la fábrica y comprobó los posibles daños que estas podrían causar a los vecinos.

Contra los prejuicios políticos

Una puerta casi escondida tras los arbustos.
Una puerta casi escondida tras los arbustos.Imagen: DW

Mientras las WiLas holandesas están directamente ligadas a las universidades, en Alemania, las casas de altos estudios han mantenido ciertos prejuicios hasta hoy, lamenta Steinhaus. Este tipo de tienda lucha con el prejuicio de haber surgido como parte de movimientos sociales y políticos de izquierda: “Por eso, muchas universidades conservadoras se negaron a acogernos en el seno de sus instituciones”.

Pero desde que la Comisión Europea reconoció el modelo de las WiLas como “un enfoque ejemplar para el diálogo entre la ciencia y la opinión pública”, la relación entre estas tiendas de ciencia y las universidades alemanas ha ido cambiando. Cada vez más universidades buscan la cooperación de las WiLas en proyectos innovadores, celebra Nobert Steinhaus.

Entretanto disponen incluso de financiamiento para la fundación de nuevas WiLas y su coordinación a nivel europeo. Norbert Steinhaus se ha convertido en persona de contacto en esta red para un área que se extiende desde Rumania hasta Grecia: “siempre deseé que algo como esto pasara y ahora ese momento ha llegado”.

Autoras: Suzanne Cords / Rosa Muñoz Lima

Editor: Enrique López Magallón