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Desde las gradas: Venezuela y la mediación internacional

3 de mayo de 2019

Los sucesos de esta semana obligan a preguntar qué margen de maniobra conservan los países y las organizaciones que desean ayudar a resolver la crisis multidimensional de Venezuela, y cuánto tiempo les queda para actuar.

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Kombibild Venezuela Maduro und Guaido
Nicolás Maduro (izq.) y Juan Guaidó.Imagen: picture-alliance/dpa/C. Becerra/R. Pena

El International Crisis Group, una organización no gubernamental cuyas labores de investigación están orientadas a prevenir, mitigar y resolver conflictos violentos en todos los continentes, ha advertido que, pese a la aparente improbabilidad de una negociación entre el presidente en funciones de Venezuela, Nicolás Maduro, y el autoproclamado presidente interino de ese país, Juan Guaidó, que incluya a sus respectivos aliados externos, la preservación de la poca estabilidad que queda en la nación sudamericana depende de que las partes en discordia dialoguen.

Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín, comparte esa tesis, pero enfatiza que es obligación de la comunidad internacional contribuir a que tirios y troyanos vean los beneficios de llegar a acuerdos. En este sentido, los Estados latinoamericanos, la Unión Europea y sus miembros, empezando por Alemania, deben “dejar de ser espectadores”, señala Maihold. ¿Qué margen de tiempo y de maniobra conservan las instancias que desean ayudar a resolver la crisis multidimensional de Venezuela?

¿Apretado deadline?

“El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremete contra Maduro al presionar a Cuba y a Rusia, los principales aliados políticos del chavismo, con miras a que pongan fin a su injerencia en Venezuela. Su meta no es poner a los rusos en contra de Maduro, sino conseguir que éstos asuman un rol más parecido al de los chinos, que, si bien tienen grandes intereses económicos en el país, no se inmiscuyen ni política ni militarmente en la cuestión venezolana”, explica la politóloga María Puerta-Riera en entrevista con DW.

“Lo que no sé es si ese objetivo será alcanzado de aquí a noviembre de 2020, cuando Trump buscará la reelección”, agrega Puerta-Riera, profesora de Política Internacional y Gobierno estadounidense en el Valencia College de Orlando, Florida. “No nos engañemos, el interés en Venezuela de Trump y los senadores de Florida Rick Scott y Marco Rubio tiene que ver con su empeño en asegurarle al Partido Republicano los numerosos votos –29 en total– del colegio electoral de este estado”, dice.

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El presidente de Estados Uniodos, Donald Trump, aspira a la reelección en 2020.Imagen: Reuters/L. Millis

Asuntos domésticos

“Trump espera obtener el apoyo de los antichavistas venezolano-estadounidenses y los anticomunistas cubano-estadounidenses. Los primeros quieren ver a Maduro derrocado y los segundos creen que, cuando caiga Maduro, caerá también la dictadura comunista de la isla. Sin embargo, si Trump es reelegido, dudo que Venezuela siga teniendo la misma prioridad para su Gobierno”, subraya la experta.

El politólogo Javier Corrales no cree que las elecciones del próximo año sean el principal motor de la política de Trump para Venezuela. “Pero, aún si así fuera, Trump todavía está a tiempo de implementar diversas medidas para hacer que las cosas se muevan en Venezuela. Se vislumbran oportunidades para convocar a diálogos, ofrecer incentivos y ejercer presiones. Eso quedó en evidencia tras los sucesos del 30 de abril, cuando se hizo público que funcionarios allegados a Maduro habían sostenido conversaciones –que llegaron muy lejos, por cierto– con funcionarios del Ejecutivo de Trump”, asegura Corrales, profesor de Ciencia Política en el Amherst College de Massachusetts.

Si el escenario expuesto por Puerta-Riera se consumara, una mengua del protagonismo de Estados Unidos en la búsqueda de una salida para la crisis venezolana podría acentuar el de Gobiernos latinoamericanos y el de la Unión Europea, que rechazan darle una solución militar al asunto. El problema es que los venezolanos no pueden esperar hasta 2020. “Lamentablemente, la Unión Europea está condenada a ser una mirona”, comenta Detlef Nolte, investigador asociado del Instituto Alemán de Estudios Golbales y Regionales (GIGA).

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Federica Mogherini, máxima representante de la diplomacia europea.Imagen: Reuters/F. Lenoir

La zanahoria y el garrote

“Ni Alemania ni sus socios comunitarios tienen la zanahoria y el garrote con que cuentan Estados Unidos y Rusia para persuadir a Maduro de negociar con sus enemigos. Quizás aparezcan ocasiones más auspiciosas en el futuro para una mediación europea en alianza con los latinoamericanos”, arguye Nolte. “Por cierto, también en América Latina se ha complicado el panorama: el Grupo de Lima sin México, el foro PROSUR y la iniciativa conciliadora de México y Uruguay tienen maneras diferentes de abordar la problemática venezolana”, acota.

Peter Birle, director científico del Instituto Ibero-Americano (IAI) de Berlín, coincide con el especialista del GIGA. “Alemania sigue trabajando con el Grupo Internacional de Contacto (ICG) para Venezuela, pero es difícil que haga más: su embajador ha sido declarado persona non grata en ese país y Maduro ha instrumentalizado a su favor un peritaje del Bundestag que, desde la perspectiva del Derecho Internacional, pone en duda la legalidad del reconocimiento de Guaidó por parte del Ejecutivo de Angela Merkel”, esgrime.

“La Unión Europea puede ofrecerse para mediar, pero hay obstáculos en el camino. Maduro no está dispuesto a aceptar un diálogo que allane el camino para la celebración de nuevas elecciones, que es lo que propone el bloque comunitario. Además, la brecha entre las posiciones de Bruselas y Washington parece crecer: la Unión Europea no comulga con la idea de resolver la crisis de Venezuela mediante una intervención militar ni tampoco endureciendo de nuevo el embargo que pesa sobre Cuba”, sostiene Birle, destacando que una negociación entre chavistas y antichavistas sólo tiene sentido en este momento si participan las potencias con intereses geopolíticos comprometidos en Venezuela: Estados Unidos y Rusia.

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