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Los controvertidos carteles de Sachs.

8 de marzo de 2012

¿Debe entregar el Museo Histórico Alemán los carteles de Hans Sachs a su hijo? El Tribunal Federal decide el 16 de marzo si el descendiente del coleccionista alemán que emigró en la dictadura nazi tiene razón.

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Buena parte de la colección fue expuesta bajo el título "Arte-Comercio-Visiones" en 1992Imagen: Deutsches Historisches Museum

Acaudalado, científico, dentista, coleccionista de arte: Hans Sachs. En la Berlín de entonces, -de cafés, teatros, grandes cines- Sachs cuidaba esmeradamente de una de sus pasiones: coleccionar carteles publicitarios. En aquel tiempo no eran más que un arte gráfico utilitario y simple. Reconocidos artistas como Henry van de Velde, Karl Hofer o Edmund Edel pintaron y diseñaron para publicidad de café, de obras de teatro, funciones de circo, bailes, casinos y para el cine, entonces un medio nuevo. Los carteles gozaban de popularidad y comenzaron a ser objeto codiciado de coleccionistas. Y lo han seguido siendo.

A comienzos del siglo XX, la colección de Sachs tuvo muy buena resonancia. Y su fama de experto creció; fundó la “Asociación de Amigos de los carteles” y editó una revista para la cual, con seudónimos, escribía él mismo casi todos los artículos. Su colección se enriqueció con pósteres de Francia, Hungría, Estados Unidos e Inglaterra. En 1926, en su poder se contaban 12.300 carteles.

Plakatmotive, Plakatsammlung Hans Sachs, Deutsches Historisches Museum. Werbeplakat für die Automarke Opel. Entstanden im Jahr 1911, in Berlin. Entwerfer: Erdt, Hans Rudi (Benediktbeuren 1883 – 1925 Berlin) Gebrauchsgraphiker. Copyright: Deutsches Historisches Museum ***Nur in Zusammenhang mit der Ausstellung "Plakatsammlung Hans Sachs", Deutsches Historisches Museum***
Plakatsammlung Hans Sachs, Deutsches Historisches MuseumImagen: Deutsches Historisches Museum

Arte robado

El año 1935 vio finalizar de manera abrupta esta pasión. Los nacionalsocialistas habían llegado al poder; Sachs era judío. Poco tiempo después tuvo que dejar de ejercer de dentista y de coleccionar carteles. Siguieron interrogatorios de la Gestapo, allanamientos de morada, la prisión y la deportación al campo de concentración de Sachsenhausen.

A pesar del infortunio, Sachs –que contaba con 58 años- corrió con suerte: pocas semanas más tarde es puesto en libertad y se le permite emigrar con su familia a Estados Unidos. Su colección se queda en Alemania y es incautada por el ministerio de Propaganda. El coleccionista se había negado a vendérsela. Goebbels planea exponerla en un nuevo museo.

A Sachs, en Nueva York no le fue fácil recomenzar: llevaba diez marcos en el bolsillo y un poco de instrumentarlo. Para poder ejercer de dentista tenía que pasar por exámenes universitarios. Su colección había desaparecido en una Europa sumida en la guerra.

Confusos senderos

“El recorrido de la colección fue difícil de trazar”, explica Dieter Vorsteher-Seiler, director del Museo Histórico Alemán de Berlín. Con el tiempo se ha podido reconstruir: a finales de la Segunda Guerra Mundial, la colección se encontraba dividida en varios depósitos; luego, parte de ella estuvo en el sótano del entonces Museo de Historia Alemana de la ahora extinta República Democrática Alemana.

Hans Sachs creyó por mucho tiempo perdida su colección. Y pidió una indemnización. En 1961 recibió del gobierno de Berlín 225.000 marcos. Pocos años después se enteró de que parte de ella había sido encontrada en el museo de la RDA y ofreció su ayuda para clasificarla. Pero la Guerra Fría no permitía ese tipo de contactos. Sachs muere en 1974 sin haber vuelto a ver sus carteles.

Después de la reunificación, lo que quedaba de la colección Sachs fue depositado en el Museo Histórico Alemán de Berlín. “Contamos con 40.000 carteles publicitarios”, explica Vorsteher-Seiler. “En busca de los que pertenecían a Sachs hemos analizado más de 300 registros. Unos 4.700 ejemplares han sido identificados y clasificados”, agrega. En 1992, los carteles de Sachs fueron exhibidos bajo el título”Arte-Comercio-Visiones”.

Un litigio comienza

En 2008 –cuando el plazo para las demandas de restitución se había vencido- Peter Sachs, hijo del coleccionista, reclama desde Estados Unidos sus derechos sobre la obra. Se acoge al código civil. Ese fue el comienzo del largo litigio por diversas instancias que el Tribunal Federal está a punto de concluir.

Los abogados de la familia argumentan que Hans Sachs jamás fue expropiado formalmente, con lo cual nunca perdió el título de propiedad de la colección que se encuentra ahora en manos del Museo. De absurda califica la situación Gunnar Schnabel, abogado berlinés y experto en arte robado. El argumento de expiración del plazo, en su opinión, no es válido. Y el monto pagado por la indemnización no es motivo para no devolverla, opina.

Plakatsammlung Hans Sachs, Deutsches Historisches Museum
Museo Histórico AlemánImagen: Deutsches Historisches Museum

Derecho y moral

Según Schnabel existe también un lado moral en este conflicto: “La ilegalidad es la ilegalidad. No podemos negar los hechos: Hans Sachs fue perseguido por la Gestapo, estuvo en un campo de concentración, pudo emigrar poco antes de que comenzaran las deportaciones con diez marcos en el bolsillo. Y tuvo que dejar su colección. Fue expropiada, sí, pero no por eso perdió el derecho de propiedad sobre ella. Por eso debe ser restituida a sus herederos. Es una obligación moral de Alemania, que no puede lavarse las manos en sutilezas jurídicas”, afirma el abogado, quien entretanto está seguro de que el tribunal les dará razón a los Sachs y sentará un precedente.

Para nosotros es una situación horrible”, comenta por su parte el director del museo, que por supuesto querría conservar la valiosa colección. Con todo, en caso de que el tribunal fallara a favor de los Sachs, se cumplirá con las obligaciones “con frialdad profesional”, afirma Vorsteher-Seiler. “A nivel personal, me apenaría una decisión así”, afirma agregando que esto podría significar el fin de la colección.

Efectivamente, el interés en los carteles en grande. Sothebys y otras casas de subasta saben mucho acerca de los tesoros que podrían llegar al mercado. No en vano se calcula que el valor de este conjunto de carteles publicitarios roza los 4,5 millones de euros.

Autora: Cornelia Rabitz/mb
Editor: José Ospina-Valencia