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Celebrar una boda entre dos personas de distintas nacionalidades en Europa es complicado, sobre todo si uno de los novios no es de un país comunitario. En tal caso, el casamiento suele verse obstaculizado por el entramado burocrático. En cambio, el trámite es mucho más rápido en Dinamarca: en la localidad de Tønder, en la frontera con Alemania. Cuando los flamantes esposos regresan de allí a Alemania, obtienen el derecho de residencia casi automáticamente. Excepto si uno de los dos es danés y desea quedarse en su país. En tal caso se aplica la restrictiva política de extranjería vigente desde que gobernó el partido conservador. Allí, raras veces se concede un permiso de residencia. Como consecuencia, cientos de daneses viajan a Malmö Suecia para desposar a su pareja extranjera.