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Sociedad

Ecuador: “La violencia sexual es algo cotidiano"

Victoria Dannemann
1 de febrero de 2019

En Ecuador, activistas reclaman contra una sociedad patriarcal, machista y misógina, que vuelve común la violencia contra la mujer y fomenta la impunidad. Movimientos femeninos demandan una mayor acción del Estado.

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Ecuador Frauen Proteste in Quito
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/J. Franklin

Miles de mujeres han salido a las calles de las ciudades de Ecuador para sumarse a las marchas que vienen repitiéndose en forma cada vez más frecuente, especialmente ante los dramáticos últimos casos de violencia de género: el de la joven Diana Carolina Ramírez, quien fue apuñalada por su pareja luego de tenerla 90 minutos secuestrada ante los policías que debieran haberla resguardado del agresor, y el de Martha, brutalmente agredida y violada por tres sujetos de su círculo de amistades.

La violencia se ha vuelto algo cotidiano y ampliamente extendido, asegura a DW Ana Cristina Vera, directora de la ONG Surkuna y miembro del colectivo "Vivas nos queremos” de Ecuador. Según cifras oficiales, recopiladas por ONU Mujeres de ese país, seis de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia de género y una de cada cuatro ha sufrido agresión sexual. Del total de quienes han sufrido violencia, en el 69,5% de los casos han estado involucradas sus parejas actuales o anteriores.

Las cifras incluso se quedan cortas, postula la abogada: "Creemos que esa estadística es bastante conservadora. La violencia está mucho más presente en la vida de las mujeres. La violencia sexual en todas sus expresiones, desde el acoso callejero, los tocamientos en la calle, buses, la casa, hasta las diversas formas en que se manifiesta, es algo  cotidiano en la vida de todas y cada una”.

Violencia cotidiana

No sólo es una constante, sino que se ha vuelto muy común, "lo cual hace que sea difícil identificarla y para muchas víctimas nombrarla e incluso denunciarla”, asegura la activista.

Desde la sociedad y el hogar, hasta el sistema judicial, "se las sigue culpabilizando, poniendo el énfasis en la acción de la víctima para haber sido violentada”, acusa la abogada. En la práctica, esta violencia se tolera y no se actúa en contra.

"En todos los casos de femicidio que conocemos cercanamente, siempre hubo testigos de las agresiones que decidieron no hacer nada porque creyeren que en la relación de pareja la agresión es algo natural y en lo que no hay que meterse”, lamenta.

Esto es aún más grave en circunstancias de que la violencia sexual se da especialmente en el núcleo familiar en seis de cada 10 casos, y en espacios cercanos en ocho de cada 10, según estadísticas aportadas por la experta. Las principales víctimas de delitos sexuales son niñas menores de 14 años, quienes sufren "la falta de denuncia, la tolerancia social y la impunidad frente a la violencia, sobre todo sexual, que se da en los hogares”, denuncia.

Muchas mujeres que han vivido estos casos creen que es algo normal. Asimismo, al ser los agresores miembros del grupo familiar o cercanos, no se los denuncia por un erróneo sentido de proteger la familia, lo que hace que la agresión se siga produciendo.

Cultura de la violación

Como en muchos países de América Latina, en Ecuador se puede hablar de una "cultura de la violación”, señala Ana Cristina Vera: "Es muy cotidiana, lo que hace que las víctimas no puedan nombrarla como violencia ni que sea reconocida como tal desde la sociedad”.

La activista considera que la violencia de género es la forma en que la sociedad responde ante la realidad femenina actual: "Ahora que somos independientes, nos organizamos, nos tomamos las calles y tenemos más protagonismo, surge la necesidad de disciplinar a las mujeres, de enseñarles su lugar y llamarlas al orden dentro del sistema patriarcal”. En su opinión, esto explica la brutalidad cada vez más frecuente en los femicidios y las violaciones grupales.

El problema no es reciente. Tiene que ver con patrones socioculturales y estereotipos de género de este sistema patriarcal, pero el Estado tiene una gran responsabilidad al respecto, denuncian las activistas por los derechos femeninos en Ecuador. "Falta una política de prevención y educación para cambiar la forma en que hombres y mujeres nos hemos relacionado históricamente”, afirma la abogada ecuatoriana.

Ecuador: marcha en protesta por la violencia contra la mujer.
Marchas multitudinarias se repiten en las calles de Ecuador en protesta por la violencia contra la mujer.Imagen: picture-alliance/NurPhoto/J. Franklin

Deficiencias legales y judiciales

La ley de erradicación de todas las formas de violencia contra la mujer, promulgada hace casi un año, en la práctica no se aplica, dice la directora de Surkuna: "No cuenta con presupuesto ni ha sido implementada”. La experta reclama que el acceso a la Justicia es poco amigable y quienes se animan a denunciar se encuentran con una serie de obstáculos. "La impunidad es la regla y las víctimas son constantemente revictimizadas y cuestionadas”, lamenta.

Vera denuncia que el Estado no tiene mecanismos efectivos de protección para las mujeres que están en riesgo potencial de ser atacadas, no se respetan las medidas de amparo y no hay suficientes centros de acogida para víctimas y sobrevivientes.

La triste realidad es que muchas víctimas de feminicidio mueren con la boleta de auxilio en su mano. Como el reciente caso de Diana, en que la policía no logró resguardar a la joven, como era su obligación. Ante los brotes xenófobos que ha despertado el caso, debido a que el agresor es venezolano, los movimientos feministas han advertido que "la violencia machista no se combate con xenofobia y odio”.

Como lo confirma la directora de Surkuna, se trata de un problema transversal en toda Latinoamérica, una región donde prima una "cultura machista, misógina y altamente patriarcal, que sigue culpabilizando a las mujeres y haciendo que la impunidad sea la regla ante la violencia sexual, lo que permite que se reproduzca todos los días. Lamentablemente, los casos tienen que ser tan brutales como el de Diana y Martha para que causen conmoción social”.

(er)

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