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EE. UU. rechaza el Nord Stream 2

Carla Bleiker
24 de junio de 2019

Una de las pocas cosas que comparten los republicanos y los demócratas estadounidenses es la impresión de que el proyecto Nord Stream 2 –cuya meta es llevar gas ruso a Alemania a través del mar Báltico– es una mala idea.

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Deutschland Nord Stream 2 vor der Insel Rügen
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Wüstneck

Al principio, Nord Stream 2 no era más que otro proyecto energético de su Gobierno; pero, a estas alturas, el sistema que promete llevar gas ruso a Alemania a través del mar Báltico es un verdadero problema para la política exterior de la canciller Angela Merkel. Kiev está en contra de su construcción por temor a perder tanto los ingresos que hoy devenga al permitir que el combustible transite por territorio ucraniano hacia Europa Occidental como el interés de Berlín en protegerla de las agresiones de Moscú.

También Francia y Dinamarca ven el Nord Stream 2 con escepticismo. Y de Estados Unidos, ni hablar. Su presidente, Donald Trump, opina que la consumación de ese proyecto convertiría a Alemania en rehén de Rusia. Su embajador en Berlín, Richard Grenell, sostiene que el gasoducto aumentaría la vulnerabilidad de Europa frente a los chantajes de Moscú en materia energética. Y, para sorpresa de muchos, esas impresiones son compartidas por altos funcionarios del Partido Republicano y el Partido Demócrata.

Barrasso: "Una trampa”

Este no es un punto prominente en la agenda del elector o del periodista estadounidense promedio. "La mayoría de mis amigos ignora lo que es Nord Stream 2”, admite Bridget Reed Morawski, reportera de la fuente energética para el medio especializado Smartbrief. Pero un número significativo de expertos y políticos en Estados Unidos tiene una opinión unánimemente negativa de las implicaciones que el gasoducto puede tener para la seguridad y la autonomía energética de Europa, dice la investigadora Agnia Grigas.

"Nord Stream 2 es un mal negocio para Europa, en general, y para Alemania, en particular. Eso fortalecería la influencia de Rusia sobre Alemania y, en Europa, le abriría las puertas de par en par a la corrupción”, comenta Grigas, miembro del centro de estudios internacionales Atlantic Council y autora del libro La nueva geopolítica del gas natural. "El gasoducto de Putin es una trampa”, señaló, por su parte, el senador republicano por el estado de Wyoming John Barrasso en entrevista con la red noticiosa ambientalista E&E.

Shaheen: "Caballo de Troya”

Juntos, la senadora demócrata por New Hampshire Jeanne Shaheen y el senador republicano por Texas Ted Cruz redactaron un proyecto de ley que preveía sanciones para las empresas que participaran en la construcción del gasoducto. Al respecto, Shaheen arguyó que Rusia ofrecería gas barato para poder monopolizar el abastecimiento energético de Europa y erosionar la estabilidad de la región. A sus ojos, Estados Unidos no puede quedarse de brazos cruzados mientras el Kremlin construye este "caballo de Troya”.

Grigas agrega que le resulta paradójico oír a Alemania defender la libertad en Ucrania y al mismo tiempo verla llenar los bolsillos del Kremlin al invertir en la construcción de Nord Stream 2. A su juicio, Berlín debe reconocer que en el mercado global hay "muchos más exportadores de gas” y evitar depender de Rusia.                

( erc/cp )

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