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EEUU y Cuba: ¿Vuelta a la normalidad?

Spencer Kimball (JAG/ERS)2 de julio de 2015

Cuba y Estados Unidos anuncian reapertura de embajadas. Mientras unos lo ven como camino hacia las reformas en Cuba, cubanos en el exilio creen que la Casa Blanca fortalece el régimen de los Castro.

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Jeffrey DeLaurentis y Marcelino Media, artífices de la normalización de relaciones entre EE.UU. y Cuba.
Imagen: Reuters/E. de la Osa

Sebastián Arcos Bergnes sufrió dos dictaduras cubanas. Fue arrestado por el régimen de Fulgencio Batista tras ser descubierto con armas en 1956. Cumplió tres años de prisión por participar en la revolución de Fidel Castro, pese a que nunca fue comunista. Según su hijo, Sebastián A. Arcos, eran una familia de clase media con mentalidad democrática. Participaron en la revolución con la esperanza de recuperar el régimen constitucional, pero acabaron desilusionados cuando Castro giró a la izquierda. Una vez consolidado el poder de Fidel, la familia comenzó a documentar abusos a los derechos humanos contra los prisioneros políticos. Al final, la familia tuvo que dividirse tras un intento de huída de la isla en 1981.

Exilio sin retorno

Mientras Sebastián estaba en prisión, su madre y su hermana lograron llegar a Miami y pasaría una década hasta que Sebastián pudo abandonar Cuba. “Huí en 1992 como refugiado político y nunca volví”, aclara Sebastián, hoy director asociado del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Florida.

Castro y Obama en la cumbre de Panamá.
Castro y Obama en la cumbre de Panamá.Imagen: Reuters/Jonathan Ernst

Entre los cubanoamericanos, hay muchas historias de persecución y huidas. José Azel formaba parte de la resistencia anti-castro a los 12 años. Su padre lo envió a Florida en un barco de carga para que se reuniese con su hermano mayor. Y al igual que Sebastián, Azel nunca volvió a Cuba ni volvió a ver a su padre. Por definición, el exilio político significa no volver hasta que cambien las condiciones que lo provocaron”, dice Azel. “Un emigrante económico vuelve cuando se lo permite su situación”, aclara, “pero no pienso volver hasta que no se produzca ese cambio”.

Vientos de cambio

Actualmente, ese cambio comienza a percibirse. Pero para los exiliados políticos, el acercamiento de Obama es una blasfemia. El reciente anuncio de la reapertura de embajadas podría ser una señal para la normalización. Pero para Sebastián es absurdo, porque con Raúl no cambió nada. Él sigue en contacto con la disidencia y reconoce que hay menos encarcelamientos y más breves, pero la intimidación política continúa. “Obama emprendió un proceso de normalización rápido sin pedir concesiones al gobierno cubano”, explica Sebastián.

Para el experto en Cuba Willian LeoGrande, Estados Unidos consiguió más de la Habana de lo que parece. Castro liberó a 50 presos políticos y EE.UU. repatrió a tres cubanos arrestados por espionaje. Además, la Habana declaró su intención de colaborar con instituciones como Cruz Roja Internacional o la ONU en cuestión de derechos humanos.

Por otra parte, Obama suavizó las condiciones del embargo legalizando el intercambio de productos y servicios, relajando las restricciones de viaje y las licencias de telecomunicaciones. Todo un cambio tanto para empresarios estadounidenses como para la pequeña clase empresarial cubana.

Para LeoGrande, no es que la administración de EE.UU. acepte un régimen que nunca cambiará, sino más bien se trata del fin de una política coercitiva dirigida a impulsar el cambio en Cuba que no funcionó durante medio siglo. Opinión que no comparte Sebastián, para quien las últimas reformas solo sirven para dar más legitimación al régimen y prolongarlo todavía más.

Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Florida, el 68% de los cubanoamericanos estarían de acuerdo con el restablecimiento de relaciones. Esta comunidad y el estado de Florida son importantes de cara a las elecciones. Y pese a ser votantes del partido conservador, Obama se ganó la mitad de sus votos en 2012, cuando ya defendía una postura más moderada frente a la Habana. Además, a Estados Unidos llegan unos 30.000 nuevos inmigrantes cubanos cada año. Pero estos siguen en contacto, vuelven de vez en cuando y mandan divisas”, aclara LeoGrande: “Para ellos la normalización de las relaciones es algo bueno”, concluye el experto.