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El gasoducto ruso al corazón de Europa

Jo Harper
9 de mayo de 2018

El gasoducto Nord Stream 2 ya sembró discordia entre Europa, Estados Unidos y Rusia. Todavía hay que superar muchos obstáculos antes de que más gas ruso pueda llegar a Europa.

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Ostesee-Pipeline Nordstream
Imagen: picture alliance/dpa/J. Büttner

Hasta ahora solo existe sobre papel: un gasoducto que llevaría gas natural desde el norte de Siberia a través del Mar Báltico hasta Europa Occidental. Se prevé que Nord Stream 2 transcurra en gran parte paralelo a la tubería Nord Stream 1 que ya existe desde 2011. La nueva tubería, con 55 mil millones de metros cúbicos adicionales por año, podría transportar casi el doble de gas ruso a Europa occidental. Según el plan, el gas debería fluir a través de los nuevos tubos a partir de fines de 2019. Pero aún quedan muchos obstáculos por superar.  

Plan controvertido

El proyecto ya causó polémicos debates y tensas relaciones entre Europa, EE.UU. y Rusia. En Alemania hay controversia al respecto, pero en general se considera una buena manera de expandir la infraestructura de gas en Europa. Polonia, Ucrania y los Estados bálticos, en cambio, se muestran críticos con el proyecto. Y también Estados Unidos se muestra reservado.

Las tuberías para Nord Stream 2 ya están preparadas.
Las tuberías para Nord Stream 2 ya están preparadas. Imagen: picture alliance/dpa/J. Büttner

La Comisión Europea teme que el gasoducto pueda aumentar la dependencia del gas natural ruso. Los miembros del este de la UE y Ucrania temen perder influencia e importancia en Europa. En 2006 y entre 2008 y 2009, Rusia ya había cerrado el grifo de gas a Ucrania debido a las tensiones políticas entre ambos países. En Alemania crecen las voces críticas: "Para Rusia, la energía y la economía también son armas políticas", dice Elmar Brok, europarlamentario del partido conservador CDU.

En consecuencia, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, ha pedido a Alemania que abandone los planes para la construcción de Nord Stream 2, ya que significaría un "bloqueo económico y energético" al que su país tendría que hacer frente. "Sin el tránsito de gas a través del territorio ucraniano, aumenta la probabilidad de un conflicto entre Rusia y Ucrania", opina Yuri Witrenko, director general de la compañía ucraniana Naftogaz. Y el ex ministro polaco de Exteriores Witold Waszczykowski indicó en 2017 que el gasoducto era otra forma con la que Bruselas y Berlín castigaban a su país por su desobediencia.

"Nunca he visti un proyecto comercial tan intensamente debatido al más alto nivel de la política europea", dice Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea de Energía. "Este proyecto polariza a la Unión Europea".

Enojo en Estados Unidos

A pesar de los enfrentamientos, Bruselas y Moscú son conscientes de que se necesitan mutuamente. Rusia necesita un mercado de petróleo y gas, y Europa necesita fuentes de energía confiables. El gobierno alemán rechaza los temores de una mayor dependencia del gas ruso. La parte rusa del consumo alemán de gas es poco más de un tercio.

Estados Unidos también se opone al plan del gasoducto. Con más gas desde Rusia, el gas estadounidense pierde valor en el mercado europeo, teme el presidente Donald Trump. "Estamos en contra del gasoducto y preferimos que no se construya", dice Sandra Oudkirk, representante de energía del Departamento de Estado de Estados Unidos. Los estadounidenses amenazan con multas a las cinco empresas energéticas de la Unión Europea, Engie, OMV, Shell, Uniper y Wintershall, que cofinancian el gasoducto.

Autor: Jo Harper (GG/VT)

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