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El número dos del Estado alemán

Iveta Ondruskova/ CP22 de octubre de 2013

En el Parlamento alemán los temas se debaten, por lo general, en orden, lo cual es controlado por el presidente de ese organismo, que ocupa un cargo clave para la democracia.

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Imagen: AFP/Getty Images

Lo primero que llama la atención al abrir la página web del Parlamento alemán es el lema, que figura en el ángulo superior derecho: “El corazón de la democracia”, así se presenta el Parlamento. “Aquí late el corazón de la democracia”, dice también el hoy reelecto presidente del Parlamento, Norbert Lammert, “o no”.

La función más importante del presidente del Parlamento y de su representante es dirigir las sesiones. Como moderador, cuida de que los oradores no hablen más de lo convenido, que sea posible plantear preguntas y que las votaciones transcurran de acuerdo con las normas. Si es necesario, también tiene la facultad de exhortar a los diputados, retirarles la palabra e incluso excluirlos de las sesiones plenarias.

Tratamiento igualitario para los diputados

“Todos están atentos para ver si el presidente del Parlamento actúa a favor de algún partido, o si hace valer la igualdad de derechos y obligaciones”, explica la expresidenta del Parlamento, Rita Süssmuth. Su tarea más importante es “dirigir las sesiones de manera suprapartidaria”. Es decir, no dar preferencia a nadie y tratar de igual forma a todos los diputados y fracciones, ya que, de lo contrario, dice Süssmuth, no es posible generar confianza en el ejercicio del cargo.

Norbert Lammert, presidente del Parlamento alemán.
Norbert Lammert, presidente del Parlamento alemán.Imagen: picture-alliance/dpa

En reglamento interno del Parlamento, donde se describen las tareas del presidente, figura lo siguiente: “El presidente vela por la dignidad y los derechos del Parlamento, fomenta sus tareas, dirige las negociaciones de manera justa y apartidaria, y garantiza el orden”.

Intervención posible

Velar por el orden no siempre es fácil. Durante los debates, las emociones a veces juegan una mala pasada, y entonces se escuchan los gritos e interrupciones de diputados que intentan hacer callar al orador de turno. El presidente debe manejar esas situaciones y sopesar siempre qué está dentro de lo permitido, qué es lo que hay que sancionar, y con qué medidas.

Si el ambiente se torna demasiado caótico, provocador o antiparlamentario en cualquier otro sentido, el presidente interviene. En febrero de 2010, por ejemplo, Norbert Lammert intervino durante un debate acerca de la misión de la Bundeswehr en Afganistán echando a la fracción del partido La Izquierda porque sus miembros protestaron en el pleno con afiches en contra de la misión militar.

Otro escándalo se produjo cuando Joschka Fischer, de Los Verdes, protestó a los gritos por la exclusión de dos diputados de sus filas en medio de un debate en torno a donaciones a partidos políticos. El entonces presidente del Parlamento, Richard Stücklen, no podía dar crédito a sus oídos cuando Fischer, quien más tarde sería ministro de Exteriores, le espetó: “Con todo respeto, señor presidente, usted es un imbécil”.

Sede del Parlamento alemán, en Berlín.
Sede del Parlamento alemán, en Berlín.Imagen: picture-alliance/dpa

El jefe del Parlamento es el número dos del Estado

A nivel protocolar, el presidente del Parlamento alemán desempeña el segundo cargo más importante del país, después del presidente alemán y antes de la canciller. Tradicionalmente, es elegido por la bancada mayoritaria. En nombre del Parlamento, toma juramento al presidente, al canciller y a los ministros.

También coordina las delegaciones parlamentarias en viajes al extranjero y recibe a grupos parlamentarios de otros países. Asimismo, vigila que se cumplan las leyes que regulan las donaciones a los partidos políticos y está a la cabeza de cerca de 2.500 empleados en ese organismo.