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El preludio de la “Toma de Caracas”

Evan Romero-Castillo (EL)24 de agosto de 2016

La última vez que los estudiantes venezolanos protagonizaron movilizaciones antigubernamentales multitudinarias fue en 2014. Este 24 de agosto regresan a las calles para defender el referendo revocatorio contra Maduro.

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Una concentración de estudiantes organizada en Caracas en el marco de las protestas multitudinarias de 2014. (Archivo)
Una concentración de estudiantes organizada en Caracas en el marco de las protestas multitudinarias de 2014. (Archivo)Imagen: DW/Oscar Schlenker

Este miércoles (24.8.2016), los estudiantes de 36 universidades en dieciséis estados de Venezuela saldrán a la calle para exigirle a los poderes públicos –casi todos alineados con el PSUV, el partido de Gobierno– que dejen de sabotear la organización de un plebiscito cuyo objetivo es revocar el mandato del presidente Nicolás Maduro antes de 2017. No está claro cuándo culminarán estas marchas: Hasler Iglesias, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (UCV), aseguró que el movimiento estudiantil participaría en la “Toma de Caracas”, pautada por los partidos opositores para el 1 de septiembre.

“En Venezuela se ha dado una suerte de consenso nacional: la oposición y segmentos importantes del llamado ‘chavismo crítico' han terminado por coincidir en que no hay cambio –ni económico, ni social ni de ninguna otra índole– que no pase por la celebración de un referendo revocatorio, es decir, por un cambio de Gobierno pacífico, democrático y constitucional. En las universidades, los docentes y sus alumnos han llegado a la misma conclusión”, comenta el politólogo Víctor Mijares, profesor de la Universidad Simón Bolívar de Caracas e investigador asociado del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), con sede en Hamburgo.

Bastión opositor

Mijares acota que los académicos no sólo han reflexionado desde las aulas sobre la severa crisis venezolana, sino sufrido sus embates dentro y fuera de los campus. “El Gobierno se ha arrogado la potestad de controlar el proceso de asignación de todos los cupos universitarios, reduciendo las prerrogativas de las casas de estudios superiores. A eso se suma el agravamiento del déficit presupuestario, inducido por el oficialismo desde los tiempos de Hugo Chávez (1999-2013) para amansar a las universidades, con miras a que éstas asuman posturas intelectuales proclives al ‘socialismo del siglo XXI' ”, explica el especialista asociado del GIGA.

Manuel Silva Ferrer, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, secunda a Mijares: “A más tardar desde 2000, la mayoría de los académicos le ha hecho oposición al Gobierno. Ninguna de las organizaciones controladas por el chavismo ha logrado ganar elecciones para tomar las riendas de los órganos de representación formal en las universidades autónomas; ni las federaciones de centros de estudiantes, ni los decanatos, ni los rectorados. Nada. La respuesta de los Ejecutivos de Chávez y Maduro fue estrangular a las universidades recortando y reconduciendo sus presupuestos”, apunta Silva Ferrer.

Uniendo fuerzas

“Y es que la intelligentsia más progresista y liberal de Venezuela no comulga con la ‘Revolución Bolivariana' ”, señala Mijares, antes de enumerar otros factores que han debilitado a las universidades: “Gracias a la devaluación de la moneda local y a la creciente inflación, un profesor titular gana el equivalente a 40 euros mensuales. Los estudiantes se han quedado sin becas porque los presupuestos no permiten financiarlas; de hecho, muchos de ellos ni siquiera cuentan con comedores debido a la escasez de alimentos prevalente. Eso explica el éxodo de profesores y estudiantes del que hoy somos testigos en Venezuela”, sostiene el experto.

“Yo no diría que la crisis universitaria es el catalizador de las movilizaciones estudiantiles que comienzan este 24 de agosto; pero sí creo que estas marchas les permiten a los dolientes de la educación superior incluir un tema más en la agenda política nacional. Politizar la crisis universitaria evita que ésta quede relegada a un segundo plano o pase inadvertida por completo. Recordemos que la universitaria continúa siendo una porción muy pequeña de la población venezolana”, dice Mijares. “Por ser un ámbito institucionalizado, bien organizado y políticamente activo, el universitario es uno de los bastiones con que la oposición puede contar”, añade Silva Ferrer.

Evan Romero-Castillo