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El Reino permanece Unido

Bernd Riegert (ER/EL)19 de septiembre de 2014

Los nacionalistas perdieron el referéndum, pero ganó Escocia y ganó a democracia. Europa puede respirar con alivio, en opinión de Bernd Riegert, que envía este comentario desde Edimburgo.

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Imagen: Reuters/Cathal McNaughton

Hasta el final se mantuvo el suspenso en la consulta, tan cargada de emociones, sobre si Escocia habría de ser un Estado Independiente o permanecer dentro de Gran Bretaña. Finalmente se impuso la sensatez política a la pasión nacional, por un margen más amplio que el predicho por las encuestas de opinión. Se puede felicitar a Escocia por esta decisión, porque cualquier otra cosa habría sido una aventura, con graves consecuencias para Gran Bretaña y también para los vecinos europeos. Como Estado independiente, Escocia se habría quedado sin la protección del Reino Unido y quizás también sin la solidaridad de la Unión Europea. Gran Bretaña habría tenido que redefinir su papel en Europa y en el mundo, y tal vez se habría desmembrado como Estado. Pero a Europa no le vendría bien una atomización en Estados pequeños. Por el contrario: la cooperación y la integración son necesarias a nivel europeo.

Europeísmo escocés

A diferencia del resto de los británicos, los escoceses tienen una postura más europeísta. El bando del “Sí” quería permanecer en la UE. Sería una ironía de la historia si Escocia, como parte de Gran Bretaña, tuviera que retirarse en unos años de la UE; un referéndum al respecto ya está previsto. También en este asunto queda la esperanza de que se imponga la sensatez y que Gran Bretaña, con Escocia, sigan dentro de la Unión Europea.

Interesantes se ponen ahora las elecciones de la Cámara de los Comunes del año próximo, que se verán dominadas por este tema: Sí o No a la UE. El referéndum celebrado en el norte del reino tendrá repercusiones. Si Escocia hubiera votado por la independencia, el primer ministro conservador David Cameron habría tenido que renunciar de inmediato. Ahora, en cambio, tiene todavía una oportunidad para hacer frente a las fuertes corrientes euroescépticas hasta los comicios de mayo de 2015.

Los escoceses no son oprimidos en Gran Bretaña, como sostenía en la campaña el bando del “Sí”. Algunos gobiernos conservadores -y en especial el de Margaret Thatcher- causaron dolor a Escocia, de fuerte tendencia socialdemócrata, pero también ha habido jefes de gobierno escoceses en el Nr. 10 de Downing Street. Hoy en día, el ingreso promedio de Escocia es mayor que el de otras partes de Gran Bretaña y el desempleo, inferior. Escocia tiene un fuerte gobierno regional y un parlamento propio. Y obtendrá más derechos. Así lo prometió Cameron, presa del pánico, en la recta final de la campaña. Ahora tendrá que cumplir. Es hora de un verdadero debate sobre estructuras federalistas en Gran Bretaña, porque también en Inglaterra y Gales se plantean demandas de mayor autonomía regional. El 18 de septiembre cambió a Gran Bretaña.

Bernd Riegert
Bernd Riegert

Triunfo de la democracia

El referéndum escocés, en sí, fue un triunfo de la democracia. El 86 por ciento de participación supone un récord. Ni rastros de apatía política. Los escoceses lucharon ejemplarmente por su causa, ya sea que estuvieran a favor o en contra de la independencia. El perdedor del referéndum, el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, aceptó a derrota. Los vencedores no se muestran triunfalistas. Ambas partes quieren formar un “equipo escocés” para, reconciliados, aprovechar el impulso que llevó el referéndum al norte británico. Esta actitud democrática debería servir de ejemplo para otros movimientos independentistas en Europa y otros lugares: así, como lo ha demostrado Escocia, funcionan los procesos democráticos. La votación demostró que los sentimientos nacionales no tienen por qué derivar en un nacionalismo destructivo. De esta forma, Escocia ganó, aunque no disponga de independencia como Estado.

También la reina, que siguió las alternativas del referéndum en su castillo escocés de Balmoral, puede sentirse aliviada. A su avanzada edad, no tendrá que pasar por algo de lo que no se libraron sus antecesores. Cerca de 250 territorios se separaron del imperio en los últimos 250 años. La pérdida de Escocia habría sido especialmente dolorosa para la reina.