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El retorno a Venezuela de Manuel Rosales

Evan Romero-Castillo (CHP)16 de octubre de 2015

Cuando el dirigente opositor venezolano Manuel Rosales anunció que interrumpiría su exilio voluntario, no todos los antichavistas celebraron la noticia. El regreso a Venezuela del político zuliano también atiza recelos.

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Manuel Rosales, foto de archivo (2006)Imagen: picture-alliance/dpa/Sanchez

El jueves 15 de ocubre 2015 todo ocurrió como Manuel Rosales lo había anticipado: cuando el excandidato presidencial venezolano exiliado en Perú arribó al Aeropuerto Internacional La Chinita, cerca de Maracaibo, agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Militar (SEBIN) lo detuvieron y lo trasladaron a la sede central de ese organismo en Caracas. Pocos minutos después se difundió un video donde Rosales le pedía a sus simpatizantes que mantuvieran la calma y evitaran incurrir en actos de violencia.

El anuncio de que este dirigente opositor regresaría a su país este 15 de octubre, pese a la orden de captura abierta en su contra, sembró muchas expectativas entre sus compatriotas. Rosales, fundador del partido Un Nuevo Tiempo, fue alcalde de Maracaibo (1996-1999), gobernador del estado occidental de Zulia (2000-2008) y principal contrincante de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 2006 antes de solicitar asilo político en Lima en 2009.

En mayo de 2015, estando en el exilio, fue postulado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –la coalición que amalgama a la mayoría de los partidos opositores– para los comicios legislativos del próximo 6 de diciembre. Un mes más tarde, en junio, a Rosales se le prohibió ejercer cargos públicos durante siete años y medio por tener cuentas pendientes con la Justicia. Sólo Pablo Pérez, otro miembro de Un Nuevo Tiempo que llevó las riendas de la gobernación del Zulia, ha sido neutralizado políticamente por más tiempo: diez años.

Tanto Rosales como Pérez son percibidos por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como rivales peligrosos para Francisco Arias Cárdenas, el “hombre fuerte” del chavismo en Zulia, uno de los estados más importantes del país caribeño. De ahí el valor que sus nominaciones parlamentarias tenían para la MUD y el júbilo que despertó en sus filas la noticia sobre el retorno de Rosales. Pero la interrupción de su exilio voluntario también ha reabierto interrogantes y atizado nuevos recelos en el seno del antichavismo.

El líder opositor venezolano Leopoldo Lopez cuando se entregaba a las autoridades el 18 de febrero de 2014.
El líder opositor venezolano Leopoldo Lopez cuando se entregaba a las autoridades el 18 de febrero de 2014.Imagen: Reuters

¿Tras los pasos de Leopoldo López?

Algunos han vuelto a preguntarse extrañados: ¿no es problemático que la MUD lanzara a Rosales como candidato a una curul de la Asamblea Nacional cuando el político zuliano tenía ya seis años fuera del país y cargos de corrupción administrativa en su contra?

Otros han ido más lejos: en un artículo publicado el 11 de octubre, el internacionalista Daniel Lara, militante del partido socialdemócrata Acción Democrática, insistía en que los venezolanos tenían derecho a saber “si algo se negoció” para que Rosales pudiera volver. Retóricamente hablando, Lara pedía que se explicara “por qué regresa un dirigente que se fue al exilio luego de haberse desatado en su contra la implacable persecución del régimen” y si tenía sentido que Rosales hubiera hecho pública con tanta antelación (8.10.2015) su intención de retornar. ¿Por qué desestimar el factor sorpresa?

“¿A qué viene y a cambio de qué?”, meditaba Lara, elucubrando sobre si Rosales pudo haber pactado con el chavismo para minar desde dentro el liderazgo de la oposición. “Si ese convenio secreto existe, sus beneficios serán de corta duración porque la situación del país cambia constantemente”, sostiene Ivo Hernández, de la Universidad de Münster. “Tras bastidores ocurren cosas de las que uno se entera mucho después; pero yo de acuerdos ocultos no sé nada”, dice por su parte Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg.

“A mi juicio, lo que Rosales está haciendo es seguir los pasos de Leopoldo López, quien asumió serios riesgos al permitir que lo encarcelaran con miras a transformarse en el centro magnético de la oposición antichavista. Rosales parece querer desafiar al Ejecutivo de Maduro para recuperar el estatus que alguna vez tuvo en la política venezolana”, señala Mires. “Un político vive de hacer política y eso implica asumir riesgos. En el exilio, Rosales se estaba muriendo de mengua”, comenta Hernández, coincidiendo con el experto de Oldenburg.

El excandidato presidencal Henrique Capriles Radonski, actual gobernador del estado Miranda.
El excandidato presidencal Henrique Capriles Radonski, actual gobernador del estado Miranda.Imagen: Juan Barreto/AFP/Getty Images

Medición de fuerzas

“Por un lado, Rosales se habrá dicho a sí mismo: ‘López está preso en Venezuela, pero está más vivo que nunca’. Por otro, Rosales debe haber sopesado la posibilidad de que el establishment chavista se abstuviera de arrestarlo al aterrizar en Venezuela por temor a convertirlo en otro mártir, en otro preso político. Rosales sabía que la condena de López a casi catorce años de prisión en un juicio marcado por arbitrariedades y vicios procesales había empeorado el récord del Gobierno de Maduro en materia de derechos humanos”, explica Hernández.

Otro asunto en torno al cual se dividen las opiniones es la conveniencia del retorno de Rosales para la MUD. “Como venezolano, él tiene derecho a regresar a su país cuando lo desee. Pero como político, su retorno a Venezuela puede ser contraproducente para su propia causa. Él puede terminar convirtiendo el ‘caso Rosales’ en el foco principal del debate nacional, restándole protagonismo al tema más importante de la campaña electoral: la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas de Venezuela”, señala Mires.

“El regreso de Rosales al tablero político venezolano polariza a la propia oposición. Su presencia ofrece un contrapeso al liderazgo del gobernador del estado central de Miranda, Henrique Capriles Radonski, quien fue candidato presidencial en 2012 y 2013. Rosales puede darle un nuevo impulso a su partido, Un Nuevo Tiempo, que, por estar acéfalo, se ha visto obligado a cederle terreno a formaciones como Primero Justicia, capitaneada por Capriles Radonski”, acota Hernández.

“Rosales también puede moverle el piso al presidente Maduro. Las encuestas revelan que, a pocas semanas de las elecciones legislativas, el nivel de aprobación de su gestión es tan bajo como el grado de popularidad de los candidatos del PSUV. El liderazgo de Rosales es fuerte en algunos estados occidentales de Venezuela, no en todo el territorio nacional. Rosales va a medir su propia fuerza para constatar qué parte de la oposición antichavista lo apoya. Está por verse cómo reacciona el país”, cierra Hernández..