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Sociedad

Eloísa Cartonera, una editorial surgida de la crisis

6 de marzo de 2019

A partir de la crisis del 2001 en Argentina, nace la editorial Eloísa que arma libros con cartón reciclado, modelo replicado en más de cien países, como Alemania. DW habló con su fundador, Washington Cucurto, en Berlín.

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La escritora María Gómez y Washington Cucurto en Berlín.
La escritora María Gómez y Washington Cucurto en Berlín.Imagen: Manuel Sierra-Alonso

La Argentina culminó el año 2001 con un estallido social, político y económico que le cambió el rostro al país para siempre. Con una tasa de desempleo del 17,4%, el país sudamericano vivía horas muy complicadas.

Durante el 2002, se emitieron bonos de emergencia como los Patacones y los Lecop que convivieron con el peso que se iba devaluando cada mes. Reapareció el trueque como método para conseguir cosas. Las personas buscaban cualquier modo posible de subsistencia; y así las veredas comenzaron a reconocer una nueva clase de trabajador, el cartonero, que revolviendo la basura encontraba materias primas en lo que los demás desechaban. 

"De la precariedad nace la editorial Eloísa Cartonera en 2004",  dice una de sus miembros, María Gómez, primera en su clase, cuyos libros son fotocopias con tapas de cartón pintado que le compran a los cartoneros. La editorial es hoy una de entre las más de cien que existen en Latinoamérica y países europeos como Francia, Finlandia, España y Alemania con PapperLaPapp.

Como mencionan las autoras Ksenija Bilbija y Paloma Celis Carbajal en su libro "Akademia Cartonera: A Primer of Latin American Cartonera Publishers", editado por la universidad de Wisconsin-Madison, la editorial mantuvo una dinámica de jefe-empleado entre los fundadores, Washington Cucurto, Javier Barilaro y Fernanda Laguna con los recolectores de cartón -quienes salían a vender los libros y cuyas ganancias eran todas para ellos- aunque deformado debido a que los "jefes" cobraban en valor simbólico.

Valiosa materia prima recolectada por cartoneros en Buenos Aires
Valiosa materia prima recolectada por cartoneros en Buenos AiresImagen: Mauricio V. Genta

No fue sino hasta la llegada de María Gómez quien, hacia fines de la primera década del siglo XXI, estudiaba la carrera de Comunicación social. Fue ella con su empuje y energía quien convenció a todos en la editorial de transformarse en una cooperativa para romper con esa dinámica deformada de "jefe-empleado" y pasar a ser ecuánimes, sin jefes y cobrando de igual forma.

Durante los años siguientes, la cooperativa siguió creciendo a pesar de un nuevo declive económico en Argentina. En el año 2012, ganaron el Premio Principal Príncipe Claus 2012 de Holanda que les otorgó 100.000 euros con lo que pudieron comprar el taller que alquilaban hasta entonces, comprar un quiosco de diarios en el microcentro porteño, máquinas más modernas para la editorial y hasta parte de un campo que tiene la cooperativa. Gómez menciona que, de no haber conseguido ese dinero, el cual afirman haber volcado en un ciento por ciento a Eloísa, hoy la editorial ya hubiera tenido que cerrar por no poder cubrir los costos de los alquileres ni de los materiales en un país cuya economía hace "que la gente lo piense dos veces antes de comprar un libro". A pesar de las dificultades económicas, Eloísa Cartonera ha editado alrededor de trescientos autores en estos quince años como Aira, Pauls, Bellatín, Piglia, Casas y Cucurto entre otros.

"Mi viejo tenía actitudes literarias"

El martes 26 de febrero, los escritores Washington Cucurto y María Gómez, dieron una charla moderada por Timo Berger en el Instituto Iberoamericano de Berlín, orgulloso poseedor de unas 500 obras cartoneras del mundo, donde hablaron sobre la historia de la editorial y las dificultades por llevarla adelante, entre otros temas.

El público presente, de mayoría latina, se sienta en sus lugares y la charla comienza. Berger pregunta, "¿Cómo comenzaron en la literatura?". Cucurto, quien nació y se crio en Quilmes, responde que cuando tenía cinco años salía a vender medias, slips y repasadores en la calle junto a su padre y su hermano Cacho de catorce. De esas experiencias recuerda ver a su padre emborracharse y pelearse en la calle, "mi viejo tenía actitudes literarias", agrega. Hacia fines de los años noventa se muda a Buenos Aires  y se fascina con la ciudad; entabla relación con escritores y él mismo comienza a escribir, sin darse cuenta, acerca del trabajo, de sus salidas a los boliches de Constitución, (un barrio marginal de la capital porteña), utilizando personajes que están basados en sus compañeros del supermercado y su padre. "Por aquel entonces, nadie hablaba de esos temas del trabajo y la calle", dice al final.

Editorial Eloísa Cartonera, Buenos Aires
Editorial Eloísa Cartonera, Buenos AiresImagen: Aleposta

Después del estallido de la crisis del 2001, el escritor se une con el artista Javier Barilaro y Fernanda Laguna, para editar algunos libros y sacarlos a la calle. Cucurto habla sobre esto en entrevista exclusiva con DW.

DW: ¿Qué fue lo primero que hicieron?

Washington Cucurto: Comenzamos a fines del 2003 editando una tanda de cuatro libros con cartones que conseguimos: "Pendejo" de Gabriela Bejerman, "Literatura Skin" de Timo Berger, "Habrá que poner la luz" de Damián Ríos y "Noches vacías" que es mío. Hicimos unas quince, veinte tandas de cada uno en la biblioteca en la que trabajaba y después los llevamos a una galería de arte. La gente nos preguntaba qué era eso como si no supiera que era un libro. Nosotros les respondíamos que eran libros populares hechos con fotocopias. A la gente le gustó mucho y los terminamos regalando todos ese mismo día.

¿Cómo nace entonces la idea de utilizar los cartones recolectados para hacer los libros?

Cuando salía de trabajar a la noche veía los camiones enormes con cartones y los cartoneros encima. Pensaba que con ese cartón se podía hacer algo, porque a ellos no les daban nada por él. Le dije a Javier de comprarles el cartón a ellos, pero me contestó que nadie iba a querer tocar un libro que viniera de la basura.

Después nos dimos cuenta de que era mejor si lo hacían ellos que ya tenían el cartón. Nos parábamos en cualquier esquina y la gente venía a comprarnos. Eran baratos y llamaban mucho la atención.

¿Repartían las ganancias con los cartoneros?

Esa ganancia era toda para el cartonero, nosotros no ganábamos nada. Nosotros estábamos con la idea de que había que ayudar a los pobres y no quedarnos con dinero. Hasta que nos dimos cuenta de que teníamos que ser todos iguales, aunque fuera cobrar dos pesos. Aparece la idea de hacer una cooperativa que nos trajo María Gómez. Ella fue quien nos explicó junto con sus dos amigas de la facultad que así todos cobraríamos lo mismo y sin tener un jefe.

(jov)