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En memoria de Marius

Emilia Rojas Sasse12 de febrero de 2014

La muerte de la jirafa Marius se ha convertido en un fenómeno mundial. La prensa internacional condena el hecho, mientras que organizaciones ecologistas llaman la atención sobre el verdadero problema de trasfondo.

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Imagen: picture-alliance/dpa

A pesar de la petición online firmada por 20.000 personas que pedían su indulto, la jirafa macho de 2 años Marius fue sacrificada en el Zoológico de Copenhague el pasado domingo. A continuación, el zoo ofreció la posibilidad a adultos y niños de presenciar la autopsia con fines educativos, y los restos del animal se ofrecieron como alimento a los leones del mismo zoo. Los hechos han levantado una controversia social sin precedentes en parte gracias a una campaña mediática internacional con marcados tintes dramáticos.

Tobias Stenbaek Bro, portavoz del zoo danés, explicó que la jirafa se sacrificó siguiendo las normativas del programa de reproducción de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA, por sus siglas en inglés): Marius tenía genes similares a muchos otros ejemplares en el zoo, y por tanto no cumplía los requisitos para procrear. “Tratamos de evitar la endogamia entre animales”, explica Lesley Dickie, directora ejecutiva de EAZA, en entrevista con DW. “Si hay niveles suficientes de endogamia en una población, pueden darse enfermedades, malformaciones, y es posible que la población se derrumbe. Esto supone sufrimiento para los animales, y tratamos de evitarlo”.

Por similares motivos, el Zoo de Copenhague rechazó otras ofertas de otros zoológicos para trasladar a la jirafa. La opción de castrarla o el uso de anticonceptivos tampoco está permitida por la política del zoológico, ya que tales procedimientos pueden dejar secuelas indeseadas en los órganos internos de los animales, según Bengt Holst, director científico del Zoológico de Copenhague.

Giraffe Marius Kopenhagen
Los restos de Marius se dieron como alimento para los leones delante de adultos y niños.Imagen: picture-alliance/dpa

“El Zoo de Copenhague ha criado una gran cantidad de jirafas durante su historia: 36 machos y 33 hembras”, añade Lesley Dicke. “Esta es la primera vez desde que comenzaron con su programa de reproducción que no han podido posicionar a un macho que han criado. Es un caso muy inusual. Consideraron todas las opciones, y concluyeron que la opción más humana era sacrificarlo”.

Ataque y defensa

Con todo esto, los medios internacionales han puesto el grito en el cielo, especialmente en Reino Unido, donde el hecho de que se mostrara la disección del animal ante las atentas miradas de varios niños resultó especialmente perturbador. La actitud de la prensa inglesa ante los hechos se puede apreciar claramente en este video de Youtube, en el que se muestra una entrevista entre un periodista inglés y Bengt Holst. El evidente contraste de actitudes ha hecho que el video se haya convertido en un fenómeno por las redes sociales en los últimos días.

A pesar de las protestas manifiestas en los medios y la sociedad, varias son las organizaciones ecologistas que defienden las acciones del Zoológico de Copenhague. Este es el caso, por ejemplo, de Dyrens Beskyttelse, la organización de este tipo más grande de Dinamarca. “Tenemos la confianza de que los altamente educados expertos del Zoo de Copenhague han explorado todas las opciones alternativas”, declaró la portavoz Tina Engberg. “Al igual que muchos otros zoos, ha seguido un programa internacional de cría de animales que contribuye en gran medida a la diseminación del conocimiento sobre ellos. Y no se trata del único caso de regulación de poblaciones animales”, añadió la experta, señalando la caza de alces en Escandinavia o la caza de conejos en Reino Unido.

Tobias Stenbaek Bro Zoo Kopenhagen
Tobias Stenbaek Bro, portavoz del Zoológico de Copenhague.Imagen: KASPER PALSNOV/AFP/Getty Images

Un despertar a la realidad

Para mucha gente, no obstante, el caso de Marius ha sido una dolorosa dosis de realidad sobre un mundo generalmente visto como mucho más benévolo y apacible: el de los zoológicos. “Mucha gente se ha horrorizado porque, por fin, este suceso les ha abierto los ojos”, declaró Peter Höffken, zoólogo de la organización defensora de los derechos de los animales PETA Deutschland, en entrevista con DW. Para el experto, los programas de reproducción no tienen “uso científico alguno”, sino que sirven para la “‘producción' de imanes turísticos”.

Zoo Hellabrunn Eisbären Babys München Bayern Deutschland
"Cuando los preciosos cachorros que atraen a tantos visitantes crecen, dejan de tener el mismo interés.” (Animal Rights Sweden)Imagen: picture-alliance/dpa

“Los zoológicos suelen ser altamente deficitarios, y dependen mucho de nuevas ‘atracciones'”, añade Höffken. “Muchos visitantes tienen una visión errónea de los zoos, porque no saben lo que realmente sucede entre bastidores con los animales. Los sacrificios no se muestran abiertamente. Este caso ha servido para sacar a relucir la gran mentira de la protección de las especies que se da en los zoológicos: el sacrificio de animales no se hace en nombre de la preservación de especies, sino con motivo de aumentar el beneficio y el prestigio de los zoológicos”.

La organización sueca Animal Rights Sweden declaró en un comunicado que “el sacrificio de animales en zoológicos por falta de espacio o por motivos genéticos no es ningún secreto. Cuando los preciosos cachorros que atraen a tantos visitantes crecen, dejan de tener el mismo interés”. En Alemania, el sacrificio de animales en zoológicos no es una práctica precisamente desconocida, según informaciones de PETA Deutschland: en mayo de 2011, por ejemplo, se sacrificaron 27 diamantes mandarines para hacer sitio a otra colonia de otra especie de aves relacionadas, los diamantes de Gould. En noviembre de 2012 también se sacrificó al menos a un ciervo moteado de las Filipinas en el zoológico de Núremberg, también por motivos de espacio.

¿Una vida digna?

El fenómeno, pues, no es nuevo, y a pesar de ello ha provocado una reacción social sin precedentes. Los expertos achacan esto a una humanización del animal causada por la percepción que la gente ha adquirido de películas de fantasía y dibujos: una “disneyficación”. “Sé que la jirafa es un animal hermoso, pero creo que no habría habido semejante escándalo si hubiera sido un antílope, y desde luego nadie habría levantado una ceja si hubiera sido un cerdo lo que dimos de comer a los leones”, argumentó Bengt Holst.

Peter Höffken, PETA Deutschland
Peter Höffken: "Este suceso les ha abierto los ojos.”Imagen: PETA Deutschland

“En nuestra opinión, la muerte de un cerdo hubiera sido igual de condenable que la de una jirafa: ambas son totalmente innecesarias, porque igualmente es innecesario el confinamiento de leones, osos polares o tigres”, destaca Peter Höffken. “Si los millones de euros que se dan en subvenciones para zoológicos se destinaran a la protección de especies, estos animales vivirían en plena naturaleza, sin amenaza de extinción. Así funciona la verdadera protección de especies: en el hábitat natural de los animales. Todas esas personas que se han horrorizado tanto por la muerte de Marius deberían dejar de acudir a los zoos”.

Una visión que Höffken comparte con Elisa Allen, portavoz de la organización defensora de los animales británica People for the Ethical Treatment of Animals (Gente a Favor del Trato Ético de Animales). Teniendo en cuenta que los zoos, a su modo de ver, “no sirven objetivo alguno más allá de apresar animales inteligentes para obtener beneficios”, la experta se pregunta hasta qué punto tiene sentido la furia levantada por la muerte de Marius: “Las jirafas muy raras veces fallecen de forma natural en los zoológicos. Si Marius no hubiera sido sacrificado el pasado domingo, habría pasado el resto de su corta vida como un objeto de exhibición, sufriendo un clima frío a miles de kilómetros de distancia de su verdadero hogar”.

Zoologischer Garten Alipore in Westbengalen
Elisa Allen: "Los zoos no sirven objetivo alguno más allá de apresar animales inteligentes para obtener beneficios.”Imagen: DW/S. Bandopadhyay

Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editora: Emilia Rojas Sasse