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Ernesto Cardenal, el poeta infinito

Gabriela Selser
2 de marzo de 2020

Sobreviviente de constantes achaques en los últimos meses, el poeta y sacerdote revolucionario de Nicaragua se rindió a lo fatal el domingo 1 de marzo, 40 días después de celebrar su 95 cumpleaños.

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Ernesto Cardenal
Imagen: DW/C. Herrera

Murió Ernesto Cardenal, avisa el mensaje en Whatsapp. Y la noticia vuela en las redes, como volaba cada vez que lo llevaban de urgencia al hospital, de donde el poeta salía airoso, burlando a la muerte y a los médicos, para seguir escribiendo libros. Hasta hoy.

"Su corazón falló”, dijo la escritora Gioconda Belli al comunicar la noticia a mitad de la tarde. "Nuestro amado poeta acaba de morir a sus 95 años, después de una vida de entrega a la poesía y a la lucha por la libertad y la justicia”, agregó.

Para muchos, la vida del emblemático escritor, sacerdote, teólogo y escultor (Granada, 20 de enero de 1925) no sólo marcó un hito en la literatura de Nicaragua y de América latina, sino que dejó un legado de compromiso, desde la palabra y la poesía, con los valores humanos más preciados.

Fundador en la década de 1970 de una comunidad de campesinos pintores y poetas guerrilleros en la isla de Solentiname, en el sur de Nicaragua, Ernesto Cardenal recorrió el mundo con su infaltable boina calada, jeans y sandalias, para denunciar los crímenes del dictador Anastasio Somoza, finalmente derrocado por los sandinistas en 1979.

Wien 1987 Ernesto Cardenal
Esta foto tomada el 6 de octubre de 1987 muestra al poeta Ernesto Cardenal, entonces ministro de Cultura del gobierno sandinista, durante una rueda de prensa en Viena, Austria.Imagen: picture-alliance/APA/H.P. Klemenz

Durante la revolución (1979- 1990) fue ministro de Cultura y uno de los promotores de la Teología de la Liberación en América latina, compromiso que en 1983 le costaría una sanción del papa Juan Pablo II. La prohibición de ejercer el sacerdocio fue levantada hace apenas un año por el papa Francisco, gesto que el poeta recibió con alegría y gratitud.

Amante de los libros, el buen vino y las hamacas de lona rústica, como la que colgaba en el centro de su austera habitación, Ernesto Cardenal anticipó su rechazo a la vana gloria y el poder desmedido, con estos versos escritos en los albores de la revolución:

Cuando te aplauden al subir a la tribuna,

pensá en los que murieron.

Cuando te llegan a encontrar al aeropuerto,

en la gran ciudad,

pensá en los que murieron.

Cuando te toca a vos el micrófono, te enfoca la

televisión, pensá en los que murieron.

Miralos sin camisa, arrastrados,

echando sangre, con capucha, reventados,

refundidos en las pilas, con la picana,

el ojo sacado, degollados, acribillados,

botados al borde de la carretera,

en hoyos que ellos cavaron, en fosas comunes,

o simplemente sobre la tierra, abono de plantas de monte:

Vos los representás a ellos,

Ellos delegaron en vos, los que murieron.

 Ernesto Cardenal
La austera habitación de Ernesto Cardenal, con su imprescindible hamaca de lona. (Foto tomada el 21.03.2019)Imagen: DW/C. Herrera

En la década de los '90, después de que los sandinistas perdieron el poder en las urnas frente a Violeta Chamorro, el poeta abandonó las filas de ese partido por disentir del liderazgo de Daniel Ortega, al igual que lo hicieron otros exguerrilleros y conocidos intelectuales. Se dedicó de lleno a escribir, a la escultura y a impartir talleres de poesía a niños con cáncer en un hospital capitalino.

A sus primeras y conocidas obras como "Salmos", "Epigramas" y "Hora Cero” se sumaron "Vida Perdida” y "El Evangelio de Solentiname”, entre una vasta producción literaria traducida a más de 20 idiomas e incluida en unas 100 antologías. Por sus libros posteriores "Cántico Cósmico" y "El telescopio en la noche oscura" (1993), "Este mundo y otro (2011)",  "Así en la Tierra como en el Cielo" (2018) e "Hijos de las estrellas" (2019), algunos le llamaron "el poeta infinito”.

Su prolífica obra lo hizo merecedor del Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (1980), Pablo Neruda (2009), Reina Sofía de Poesia Iberoamericana (2012), y Mario Benedetti (2018). En 2005 fue nominado al Premio Nobel de Literatura.

Frankfurt Friedenspreis für Ernesto Cardenal 1980
Ernesto Cardenal recibió el Premio de la Paz de la Asociación Alemana del Libro, en una ceremonia realizada en Frankfurt el 12 de octubre de 1980.Imagen: picture-alliance/Heinz Wieseler

Tras el retorno de Ortega al poder, en 2007, la voz de Cardenal volvió a escucharse, ahora para denunciar "la nueva dictadura” en Nicaragua. Con la misma vehemencia respaldaría, en abril de 2018, las protestas antigubernamentales de los jóvenes que pusieron en jaque al gobierno.

"La situación está peor. Queremos salir de esto, queremos un cambio total de país, un verdadero cambio social", dijo en una entrevista exclusiva con DW el 21 de marzo de 2019. "Queremos simplemente que la pareja presidencial se vaya”, enfatizó.

"Al morir Ernesto Cardenal pierdo a un hermano mayor, amigo entrañable y vecino de muchos años, un guía moral, un modelo literario, y con él se va parte esencial de mi propia historia”, escribió este domigo en Twitter el novelista Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura 2017.

Von Feuerland nach Tijuana
Ernesto Cardenal falleció sin poder ver el cambio democrático que anhelaba para su país.Imagen: DW-TV

Y es que Cardenal vivía literalmente cruzando la calle, en el reparto Los Robles de Managua. En una ocasión, hace más de tres años, Ramírez le ofreció al poeta mudarse a su casa, cuando un juez sandinista lo amenazó con despojarlo de su vivienda por un oscuro litigio de propiedad.

Y fue precisamente Sergio Ramírez, su amigo, quien lo despidió emocionado en Twitter recordando uno de los poemas con los que Ernesto Cardenal se empeñaba en mostrar lo efímero de la existencia humana:

Como latas de cerveza vacías y colillas

de cigarros apagados, han sido mis días.

Como figuras que pasan por una pantalla de televisión

y desaparecen, así ha sido mi vida.

Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras

con risas de muchachas y música de radios…

Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos

y las canciones de las radios que pasan de moda.

Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,

más que latas vacías y colillas apagadas,

risas en fotos marchitas, boletos rotos,

y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.

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Entrevista con el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal