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Eslovenia: un pulóver amarillo

Pablo Kummetz26 de abril de 2004

Luego de 1.200 años de dominio extranjero, los eslovenos tienen desde 1991 un Estado propio. Además son ya orgullosos miembros de la UE. Y todo tiene que ver con un pulóver amarillo.

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Ljubljana, capital de Eslovenia.Imagen: Illuscope

El 25 de junio de 1991, Eslovenia proclamó su independencia de Yugoslavia. Mientas la Unión Europea y los EE.UU. observaron al principio con escepticismo la separación del pequeño país de la Federación Yugoslava, Hans-Dietrich Genscher, entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania Federal, no titubeó en apoyarla. "Genscher desempeñó desde el mismo comienzo una importante papel", dice Janez Drnovsek, el actual Presidente esloveno.

Slowenien Flagge
Slowenien Flagge

Luego de una corta guerra contra el ejército de Yugoslavia, éste, en una incómoda situación militar, resolvió retirarse. Por primera vez desde hacía unos 1.200 años, los eslovenos tenían un Estado propio. Genscher goza desde entonces en Eslovenia del status de padrino de la independencia. Los eslovenos lo recuerdan y honran de manera singular: hasta hoy, el Ministro de Relaciones Exteriores de entonces y actual, Dimitri Rupel, cuando hace frío se pone un pulóver amarillo, como Genscher. Amarillo es el color del Partido Liberal de Alemania, del que Genscher era entonces Presidente.

Pragmatismo y habilidad

Desde entonces gobiernan en Eslovenia también los liberales. Pero ello tiene poco que ver con Genscher, su diplomacia y el famoso pulóver. El Partido Liberaldemocrático (LDS) de Eslovenia, surgido de la rebelde Juventud Socialista, que marcó las transformaciones democráticas en el país, se benefició del pragmatismo y la habilidad de sus líderes, sobre todo de Drnovsek.

En el variopinto abanico de partidos del país –en el Parlamento están representados ocho– Drnovsek ha hecho del LDS una fuerza política imprescindible para dirigir los destinos de Eslovenia. Crisis de gobierno han sido en la corta historia de la Eslovenia independiente más bien la excepción, a pesar de que para gobernar, los liberaldemócratas necesitan aliarse con por lo menos otros dos partidos políticos.

Sólo tres visten faldas

Decisivo para esa sólida estabilidad es también el hecho de que ni la manifestación pública de tensiones sociales ni las huelgas forman parte de las tradiciones eslovenas. Al considerable bienestar de Eslovenia, ya palpable durante su pertenencia a Yugoslavia, han contribuido las mujeres. Ya entonces una de cada dos mujeres eslovenas trabajaba fuera de casa: un porcentaje excepcionalmente alto en Europa, que continúa hasta hoy.

En la política, las mujeres no están tan bien representadas. Sólo el 13 por ciento de los parlamentarios son mujeres y de los 17 ministros del gabinete, sólo 3 visten faldas. No así entre los jueces: dos de cada tres jueces son mujeres. Éstas deben confrontarse con el mayor problema del país: un sinnúmero de casos sin fallar y una Justicia que hace agua por todos lados.

La culpa de ello no es que a los eslovenos les guste querellarse, sino una malograda reforma judicial y una avalancha de nuevas leyes en los años 90. En los juzgados del país de 2 millones de habitantes esperan ser fallados 500.000 casos, lo que se corresponde aproximadamente con el número de casos que se agregan anualmente.

Una mezcla de mentalidades

Sean hombres o mujeres, los eslovenos se ven a sí mismos como gente sensata, que sueña con la casa propia y en su tiempo libre gusta marcharse de paseo por las montañas. Los eslovenos disfrutan de la vida tranquila en su pequeño país entre los Alpes y el Adriático y están orgullosos de su idioma y su cultura milenaria, que sobrevivió todas las ocupaciones extranjeras.

Su carácter nacional es una mezcla singular de mentalidades de los vecinos y los antepasados: son disciplinados y gustan de la cerveza como los alemanes, a veces gritan y gesticulan como los italianos y el temperamento eslavo se expresa en su naturaleza rebelde y su hospitalidad.

Debido a su bienestar relativamente alto y el consecuente orgullo nacional, luego de su independencia de la Federación Yugoslava, el ingreso a la Unión Europea fue para los eslovenos la meta mas normal y natural del mundo.