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Espionaje y represión: Albania se debate entre el pasado y el futuro

4 de mayo de 2009

¿Deben abrirse documentos del servicio secreto de la época del comunismo, o debe darse carpetazo final? Albania está muy dividida en torno a esta cuestión. La corte constitucional ha establecido una ley de procesamiento.

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Actividades de la Stasi en Albania.Imagen: DW/Aida Cama

¿Por cuánto tiempo supondrá el pasado comunista un peso sobre los hombros de un país moderno post-comunista? ¿Puede la injusticia cometida a causa de una dictadura comunista olvidarse tan fácilmente?

Los debates sobre la apertura de documentos y procesamiento de leyes se suceden, pero como método para ajustar cuentas con los oponentes políticos y el sistema de justicia en lugar de como medio para reconciliarse con el pasado nacional. Se trata de fenómenos que llevan ya mucho en el foco de la discusión pública albanesa.

El caso de “Max Velo”

Uno de los ex-presos políticos albaneses es el artista Max Velo. Mediante imágenes abstractas y diseños en blanco y negro, trata de dar un proceso al trauma que le causó la cárcel comunista Spaç. Max Velo fue condenado a 10 años de prisión en 1978 por la creación de “propaganda artística”.

250 de sus obras, que representaban el estilo de vida occidental en una exhibición, fueron incineradas. Sus colecciones, revistas y libros, confiscados. “La Agencia de Seguridad sabía todo lo que guardaba en los cajones de mi casa”, recuerda Velo, que solía invitar a amigos a su casa y mostrarles sus obras y colecciones.

Más tarde, estos mismos amigos lo traicionaron. La esposa de Velo lo denunció: ella y otros 13 colegas artistas comparecieron como testigos contra él ante el juez. “Es comprensible, en aquellos tiempos mucha gente se doblegó ante los espías del estado”, dice Velo.

Fatos Lubonja
Fatos Lubonja, periodista albanés.Imagen: nc_cc_SA_Tarabosh

Una red sólidamente tejida

La Agencia de Seguridad “Sigurimi i Shtetit” era el instrumento mejor organizado y más eficiente de la Albania comunista. Su expansión entre la sociedad era extraordinaria. Se decía que uno de cada tres ciudadanos era un espía, pero no existen cifras exactas. La “Sigurimi” siempre ha sido un capítulo opaco de la dictadura.

Su sombra todavía permanece, incluso tras el cambio actual en la vida de los albaneses, aunque en otra forma. “Cuando vino la nueva clase política, una parte de ella tenía un pasado inquietante, precisamente debido a sus actividades en los Servicios Secretos”, afirma Fatos Lubonja, periodista albanés que ha tratado sobre este pasado en sus trabajos. “Moralmente, era una clase política muy dudosa. Trajo consigo una desilusión general.”

Por el otro lado, sus conexiones con los Servicios Secretos también han supuesto ventajas tras el cambio, opina Lubonja: “Construyeron su red y se convirtieron en los nuevos capitalistas.”

Los documentos permanecen tras la clausura

En los medios de comunicación circulan nombres de espías que podrían señalar a determinados políticos o celebridades como agentes de la Agencia de Seguridad. Sin embargo, la mayoría de las veces no se puede acusar a nadie, puesto que los documentos de la Agencia son objeto de incontables debates a favor de su clausura.

A finales del pasado año se decretó una ley de memoria histórica que contó sólo con la aprobación del partido demócrata en el Parlamento albanés: la norma “por la pureza de las personas políticas y altos funcionarios de la administración”, también llamada “ley los documentos”. Esta ley no tenía como objetivo la apertura de documentos en el sentido estricto de la palabra. Su principal meta era la verificación del pasado de ciertos grupos de personas públicas.

Stasi- Albanien, Serie
Propaganda comunista en Albania.Imagen: DW/Cama

La ley de documentos queda en el aire

Los socialistas se opusieron a esta ley, tachándola de anticonstitucional y de paralizadora del sistema judicial. La corte dejó la aprobación de la ley en el aire, porque implicaba la cesación de jueces y abogados estatales implicados en los procesos políticos de entonces. Los demócratas, a su vez, acusaron a los socialistas de proteger a estos jueces y abogados estatales.

Mark Maku, profesor de periodismo en la Universidad de Tirana, cree que los dos partidos políticos más grandes del país jamás llegarán a un acuerdo para una ley de documentos, porque “los expedientes siempre son usados con fines políticos.

Dependiendo de a quién pueda afectar, los partidos se amenazan unos a otros con la apertura de documentos. Tras todo ello, la discusión se pierde en el olvido, como siempre. Nadie se quiere implicar seriamente en este problema.”

¿Clausura o procesamiento?

Entre tanto, los debates sobre la apertura de actas se extienden por toda la sociedad albanesa. Mientras unos quieren que, 19 años después del cambio, se dé por fin clausura al pasado y las miradas se centren en el futuro, otros protestan y quieren empezar de una vez por todas con la apertura de documentos, como paso indispensable en el camino para procesar la dictadura.

¿Y las víctimas? ¿Qué posición toman en esta discusión? “Todavía me duele que mi familia, que ni siquiera entendía mi arte, sufriera por mi culpa”, cuenta Max Velo. “Mi padre murió tras mi condena, mi hermana intentó suicidarse, y mi hermano tuvo que dimitir de su trabajo como jefe de cirugía. Todo ello me duele, y también que ni siquiera puedo recuperar mis propios documentos. Y poco a poco se hace tarde.”

Con ello, Velo se refiere a su edad: a sus 74 años, ha perdido ya toda esperanza de ver el día en que todos los expedientes sean accesibles al mundo.

Autora: Lindita Arapi / lab

Editor: Enrique López