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Euro 2016: Las reglas del juego

Israel Dehesa (ER)21 de junio de 2016

En la Eurocopa, solo nueve de los treinta y tres combinados que han participado en la fase final de la competencia han conquistado el trofeo. ¿Ganarán siempre los "grandes"?

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Imagen: Reuters/V. Kessler

Gary Lineker es responsable de una de las declaraciones más conocidas de la historia del fútbol. En 1990, después de que Inglaterra cayera ante Alemania en la semifinal de la Copa del Mundo, el astro de la selección anglo-sajona declaró: “El fútbol es un juego simple. Veintidós hombres persiguen una pelota por noventa minutos y al final, los alemanes siempre ganan”.

Desde entonces la forma de jugar al balompié y algunas de sus reglas han cambiado. El fútbol exige cada vez más fondo físico y en lugar de adjudicar dos puntos, se otorgan tres unidades al ganador de un encuentro. Pero una de sus características fundamentales se ha transformado muy poco desde que se creó este deporte: los favoritos suelen ganar.

En lo que se refiere al Mundial, tres selecciones se reparten trece de los veinte títulos disputados. En la Eurocopa, solo nueve de los treinta y tres combinados que han participado en la fase final de la competencia han conquistado el torneo. Mientras que en la Copa América, entre tres países acumulan treinta y siente títulos.

La excepción…

Si bien España ha podido revertir el peso de la historia para figurar como protagonista y meterse al exclusivo club de los llamados “equipos grandes” y Chile va por buen camino para obtener en el futuro su membresía, se trata de dos casos que no figuran como una tendencia, sino como excepciones a la regla.

España: la excepción, no la regla.
España: la excepción, no la regla.Imagen: Reuters/Y. Herman

Recibir el mote de “caballo negro” no ha resultado por lo regular una ventaja para aquellos equipos que aún no han ganado nada y tocan las puertas de la grandeza. Bélgica partía como el candidato secreto de muchos especialistas para sorprender en Francia 2016, con una plantilla plagada de jugadores talentosos que figuran en la nómina de los clubes más importantes del continente. Mientras que México era señalado como un fuerte aspirante para robarse la máxima presea de la Conmebol, pues venía desplegando un buen fútbol y no conocía la derrota desde el 14 de octubre del año pasado.

Pero mientras que Bélgica fue bajada del peldaño de los favoritos después de caer ante una Italia que la dominó de principio a fin, haciéndole uno de los goles más bonitos en lo que va de competencia, y no convenció en su partido ante Irlanda, a pesar de anotar tres goles, México sucumbió estrepitosamente ante Vidal y compañía, llevándose una de las derrotas más humillantes en sus andares por las canchas.

El fútbol no es de caudillos

Chicharito venía de tener la mejor de sus campañas, tras integrarse al Leverkusen, convertido en uno de los mejores delanteros de la Bundesliga y era otra de las razones por las que la afición mexicana se atrevía a soñar… hasta que siete campanazos la despertaron.

Lewandowski, por su parte, había superado al mexicano en goles y venía de celebrar el doblete con el Bayern. Sin embargo, hasta el momento, Polonia no asusta en la Euro. Tampoco Suecia, por más que Ibrahimovic sostenga que no existe nadie como él. Qué decir de Portugal, que en sus filas cuenta con Cristiano Ronaldo, considerado el mejor futbolista europeo. A los lusos no se les podía tachar de locos por creer que podían levantar la mano para hacerse con el campeonato. Pero… quién iba a pensar que CR7 no iba ser capaz ni de anotar un penalti.

A D10S ya no le gusta el fútbol

Esos tiempos en los que un solo futbolista podía echarse el equipo a la espalda, gambetear a todos los rivales y meter un gol con ayuda de su talento sobrehumano y otro con la ayuda, o más bien dicho, con la mano de “dios”, parecen haberse terminado para siempre.

Maradona, en la final del Mundial 1986.
Maradona, en la final del Mundial 1986.Imagen: picture alliance/dpa

Es difícil pensar que Argentina hubiera triunfado en México 86 sin ayuda de Maradona, quien en Italia 90 no pudo contra un rival imbatible desde entonces. Alemania y todos los otros campeones del mundo, de Europa o de América, basan desde entonces su éxito en el juego de conjunto.

Con esto no quiero apuntar a que individualmente las potencias futbolísticas de estas últimas décadas no hubieran contado con la clase individual de jugadores diferentes, sino que quiero apuntar que, además de futbolistas talentosos, su desempeño como conjunto fue la clave de sus conquistas.

La fórmula no es ningún secreto: convertir al futbolista en atleta de alto rendimiento. Aquellas diferencias abismales, hasta en la coordinación y en la forma de moverse, que hacían parecer torpes a todos aquellos parados cerca de virtuosos como Pelé o Di Stefano, apenas pueden percibirse en el fútbol moderno.

Los jugadores de hoy no nacen, se hacen a base de horas y horas de entrenamiento, estrictos programas de alimentación y disciplina… mucha disciplina táctica. Esas diferencias entre superdotados y el resto no sólo se vuelven más imperceptibles entre jugadores, sino también entre selecciones.

Esperar la venida de un “mesías”, nacido en suelo nacional, destinado a llevar al equipo hasta la tierra prometida de un campeonato mundial o continental es una idea del pasado. Formar una selección campeona no consiste hoy en día en la esperanza de encontrar a ese joven excepcional, con capacidades únicas, capaz de ganar partidos él solo. Se trata de entrenar legiones de futbolistas-guerreros. Atletas incansables en quienes se busca una virtud mayor que las gambetas: correr noventa minutos. La fórmula parece casi infalible… casi.

En esta Eurocopa vimos a Albania poner en aprietos a Francia. A Gales hacer sudar la gota gorda a Inglaterra, a República Checa sembrando dudas de lo que pudiera lograr España… ¿Se venía el nacimiento de un nuevo orden? ¿La rebelión de los pequeños contra los poderosos? ¿A partir de esta Euro no ganarían más los de siempre?

No. De último minuto el esfuerzo heroico de las modestas escuadras, que lo habían dejado todo en la cancha, haciendo un desgaste físico impresionante para neutralizar a adversarios consideraros muy superiores a ellos… no sirvió de nada. Excepto, por ahora, en el caso de Gales.

En la Copa América… lo mismo. Venezuela parecía poseída. Hasta que se topó con Argentina, que parece no tener ya rival.

Argentina, imparable en la Copa América.
Argentina, imparable en la Copa América.Imagen: Reuters/Winslow Townson-USA TODAY Sports

La regla

Las palabras de Gary Lineker parecen en primera instancia graciosas. Pero sobreviven en el tiempo porque guardan un dejo de amargura profunda. Quien haya visto el partido previo a dicha exclamación sabe que no se trataba de un chiste, sino de un modo muy inglés de expresar dolor. Un dolor compartido por la escuadra que salta al campo como potencial perdedor, se acerca a la gloria… y termina vencido por… ¿la costumbre; la lógica; la historia?

Las potencias del fútbol han sufrido en esta competencia para imponerse, pues es indudable que el nivel futbolístico de casi todas las selecciones europeas es muy parejo, con base a la apuesta de un juego de conjunto basado en la resistencia y fuerza de sus jugadores. Francia está calificada, pero le deparó varios sustos a su afición. Alemania aún no tiene su pase. Al tiempo que España e Italia están ya en la siguiente fase y, si bien llevan seis puntos de seis, nadie se atrevería aun a asegurar que quedarán campeones.

Sin embargo, pare ser que por una regla no escrita, terminarán ganando los favoritos. Lineker sufrió a manos de Matthäus, Bale a manos de Rooney y así sucesivamente, ¿por los siglos de los siglos?