Muere el padre de Merkel

Debería estar participando en la campaña electoral que estos días entra en su recta final en el Estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, pero la canciller alemana, Angela Merkel, ha suspendido temporalmente todas sus actividades: su padre, el teólogo protestante Horst Kasner, murió el viernes (02.09.2011). La noticia se dio a conocer hoy. La historia de esta figura es curiosa, si se tiene en cuenta que se trató del padre de la que actualmente es líder de la conservadora Unión Cristianodemócrata alemana.

 

 

Se suele decir que Angela Merkel tiene un modo diferente -más distanciado y menos ideológico que el de muchos de sus compañeros, sobre todo hombres- de defender los valores cristianos en los que se sustenta su partido porque se crió en la República Democrática Alemana (RDA), en estrecho contacto con el ateísmo oficial que reinaba al otro lado del Muro.

 

En esto, su padre jugó un papel fundamental. Horst Kasner emprendió en 1954 el camino contrario al que estaban tomando muchos de sus compatriotas: en lugar de cruzar la frontera hacia Berlín Occidental, emigró con su familia (Merkel era apenas un bebé de semanas) desde Hamburgo hasta una pequeña localidad en el Estado de Brandeburgo para dar respuesta a la acuciante escasez de párrocos que empezaba a padecer la Alemania del Este.

 

Kasner volvía así a sus orígines: nacido en Berlín, había dejado la capital para estudiar teología. Sin embargo, la situación política ahora era otra. El Estado comunista aceptaba las iglesias, pero sólo como un mal irremediable, un reducto del sistema con el que se quería romper, pero que la "superstición popular" obligaba a consentir.

 

Contra ese Estado, Kasner se rebeló sólo parcialmente: el pastor creía en la posibilidad de establecer una “iglesia dentro del socialismo”, apoyaba la implantación de reformas en la política religiosa de la RDA, pero no reclamaba la ruptura con ella. Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín, mientras que el excanciller Helmut Kohl, que se convertiría en el mentor de su hija Angela, prometía a los alemanes orientales “paisajes floridos”, Kasner se oponía a la reunificación.

 

 

 

Desde 1958 Kasner formaba parte del llamado “Grupo de Trabajo Weissensee”, una iniciativa eclesiástica que surgía como contrapartida a las corrientes conservadoras dentro de la institución y que abogaba, entre otras cosas, por acabar con los lazos entre la religión y el poder en el mundo y por la no implicación de la Iglesia en la política, entendiendo que la ideología era una cuestión que cada cristiano debía decidir para sí. Con ello, Kasner se situaba a la izquierda del protestantismo: el régimen lo consideraba un “progresista”, la prensa lo llamaba “Kasner, el rojo” y otros lo tildaban de conformista.

 

Desmoronada la RDA por la fuerza de quienes salían a protestar a las calles y se reunían en las iglesias para rezar, Kasner continuó defendiendo sus causas y proyectos: participó en las iniciativas contra la construcción en Brandeburgo de un controvertido parque de instrucción militar y de una planta para la producción en masa de carne de cerdo, y dedicó grandes esfuerzos a la reconstrucción de iglesias, muchas de ellas en deplorable estado por el abandono de los años comunistas.

 

En 1994, cuatro años después de la reunificación alemana, Kasner se jubiló, pero como párroco retirado siguió trabajando sobre todo en el ámbito juvenil, tratando de ofrecerles alternativas a los jóvenes y ponerle freno al avance de la extrema derecha en el este de Alemania, donde continuó viviendo hasta su fallecimiento.

 

Autor: Luna Bolívar/ epd/ dpad

Editor: Pablo Kummetz