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¿Copiar es un arte?

2 de septiembre de 2011

Una trama de cuadros falsificados propia del cine se está juzgando en Alemania. ¿Cómo es posible que la realidad supere de nuevo a la ficción? La historiadora Sussanna Parschat nos habla del arte de copiar al arte.

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Restaurator Andreas Piel von der Berlinischen Galerie untersucht am Freitag (18.02.2011) in Frankfurt am Main in der Kunsthalle Schirn das Bild "Junge Frau" des Malers Eugen Schönebeck aus dem Jahr 1962 nach der Anlieferung aus Berlin auf mögliche Transportschäden. Vom 23. Februar bis zum 15. Mai 2011 widmet die Schirn dem deutschen Maler eine große Gesamtwerkschau, die nahezu alle erhaltenen Gemälde und bedeutenden Zeichnungen versammelt. Foto: Frank Rumpenhorst dpa/lhe
Los falsificadores no son tan artistas como se cree, opina Sussanna Parschat.Imagen: picture alliance/dpa
Cuatro personas se sientan en el banquillo de los acusados del Tribunal Regional de Colonia, en el Estado alemán de Renania del Norte-Westfalia. El delito que les ha llevado hasta allí es la supuesta puesta en circulación de, según se sospecha, hasta 43 obras falsificadas, entre ellas un Max Ernst subastado por 5,5 millones de euros.
 
La alemana Sussanna Parschat es historiadora del arte, y nos revela algunos motivos por los cuales las copias se venden en las opciones y llegan a las paredes de los museos.
 
Deutsche Welle: Las falsificaciones de arte siempre han sido un gran negocio. Pero, ¿qué motivos encuentra usted, más allá de los financieros, para explicar el auge que vivimos ahora?
 
Susanna Parschat: Por encima de todo, y aunque digan lo contrario, yo creo que en primer lugar a los falsificadores de arte los mueve el ganar dinero. El caso de Han van Meegeren, que en los años 30 falsificó a Vermeer, lo demuestra claramente. Sus cuadros fueron acogidos en Holanda con gran entusiasmo porque se creyó que eran las primeras obras sacras de Vermeer. Han van Meegeren repetiría más tarde en varias ocasiones que, en realidad, su intención era acabar con aquella historia inmediatamente después del primer cuadro. Pero lo más probable es que no pudiera permitírselo porque en aquellas imágenes había invertido mucho dinero. Las había pintado, por ejemplo, utilizando piedras preciosas como el lapislázuli.
 
Eine junge Frau betrachtet am Mittwoch (02.07.2008) im Kunsthaus Meyenburg in Nordhausen die Lithografie "Die Taube" von Picasso aus dem Jahr 1949. Das Museum präsentiert seit 27.06.2008 einen Querschnitt des grafischen Schaffens von Pablo Picasso (1881-1973). Gezeigt werden bis zum 21. September 85 originale Lithografien und Radierungen des Künstlers der Klassischen Moderne. Die Leihgaben stammen aus dem Graphikmuseum Pablo Picasso Münster und geben einen Einblick in das Früh- und Spätwerk des Künstlers. Foto: Hendrik Schmidt/lth +++(c) ZB-FUNKREGIO OST - Honorarfrei nur fuer Bezieher des ZB-Regiodienstes+++ pixel***ACHTUNG: BILD NICHT FÜR CMS-FLASH-GALERIEN BENUTZEN!!!***
Pablo Picasso pintó tanto, que es difícil distinguir entre originales y falsificaciones.Imagen: picture-alliance/ZB
¿Cómo es posible que se engañe tan fácilmente a personas que son expertas en la materia?
 
Eso se debe a que los falsificadores suelen saber muy bien qué obras están siendo demandadas en cada momento. Y cuando la gente encuentra algo que hace tiempo que desea tener, no mira con el detenimiento con que lo haría en otra situación. Eso mismo sucedió con los cuadros sacros de Vermeer. En el caso de la colección Jägers que ahora está en el centro de la discusión [el caso que se juzga en Colonia], influye el que seguramente siempre se quiso saber dónde estaban los cuadros de la colección Flechtheim. Hay cuestiones que lo vuelven a uno relativamente ciego.
 
Es decir, que los falsificadores analizan el mercado, encuentran los nichos e intentan cubrirlos…
 
Sí. El inglés Eric Hebborner escribió un manual para falsificadores en el que describe cómo entender a los expertos para poder engañarlos.
 
Pero aún así, cada vez salen a la luz más falsificaciones. ¿Qué consecuencias tiene eso para museos y casas de subastas?
 
Casi siempre es una catástrofe considerable. Lo estamos viendo ahora con la casa de arte Lempertz, que pasa por grandes dificultades a consecuencia de la que la falsa colección Jäger y las obras que ha puesto en circulación. Cuando algo así sucede en un museo, los cuadros suelen desaparecer en los depósitos y no se vuelve a hablar del tema.
 
Una excepción a todo esto la pudimos ver en Londres. El verano pasado, la National Gallery presentó una exposición en la que documentaba sus propios errores: imágenes que había adquirido como verdaderos cuadros renacentistas y que después resultaron ser falsas. La National Gallery contaba también cómo logró descubrir las falsificaciones. Eso dejó claro que la colaboración entre restauradores, científicos e historiadores del arte fue siempre necesaria.
 
¿Se puede decir que algunos museos tienen también cierta culpa en que falsificaciones cuelguen de sus paredes? ¿Hasta qué punto están implicados?
 
Demostrar algo así es, por supuesto, muy difícil. Pero en el pasado encontramos el ejemplo de Wilhelm Brode, el gran hombre de los museos berlineses. Brode compró un busto de cera, supuestamente obra de Leonardo. Aunque desde el principio hubo dudas razonables, él se mantuvo firme en que era un Leonardo. La historia ocupó a la prensa durante meses y con todo siguió empeñado en la compra. Por lo demás, los cuadros se exponen evidentemente con mucho entusiasmo y si alguien plantea objeciones es ignorado.
 
24.01.2009 DW-TV Kultur.21 Paul Klee
Paul Klee llevó un meticuloso registro de sus obras.
¿Qué artistas suelen falsificarse más? ¿Hay aspectos, quizás por los métodos de trabajo, que facilitan la falsificación?
 
Hay ejemplos como pueda ser Dalí, que firmaba páginas en blanco. Eso se prestaba especialmente a la falsificación. Picasso se falsificaba y se sigue falsificando mucho, porque pintó increíblemente tanto que se ha perdido un poco la perspectiva. Su contrapartida es Paul Klee, que incluía él mismo minuciosamente cada pintura y cada dibujo en un catálogo de obras. Basta echarle un vistazo a dicho catálogo para saber si se trata de una falsificación.
 
¿Quiénes son esos falsificadores capaces de copiar a artistas de talla internacional de manera que su obra apenas se diferencia de la original? Hay que saber mucho para poder hacer eso…
 
La mayoría de las veces no saben tanto, ya que una generación más tarde se suelen reconocer las falsificaciones. Pero en el momento en el que éstas aparecen, por algún curioso motivo ciegan a sus contemporáneos. Un buen ejemplo es el de un profesor de academia de Siena llamado Umberto Giunti que pintó una Madonna de Botticelli. El cuadro fue vendido en Inglaterra y se encuentra todavía en el Instituto Cardiff, un renombrado organismo científico. Que es de una falsificación se descubrió inequívocamente 30 años después, lo único que se desconocía era el nombre del autor. Cualquiera que hoy contemple el original de Botticelli y al lado la Madonna de Giunti podrá reconocer el vacío que la última tiene en los ojos, lo inepto que este hombre era en comparación con Botticelli. Pero en su día nadie se dio cuenta.
 
Autora: Gudrun Stegen (LBM)
Editora: Claudia Herrera Pahl