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Groenlandia: jóvenes europeos protegen el Patrimonio Natural

22 de agosto de 2009

Contra el calor veraniego, nada mejor que unirse al último proyecto de la UNESCO: jóvenes voluntarios pasan allí sus vacaciones para colaborar en la protección del fiordo Ilulissat, Patrimonio Natural de la Huschützen.

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El fiordo Ilulissat, Patrimonio Natural de la UNESCO.Imagen: DW / Irene Quaile

Ilulissat significa en groenlandés “montaña de hielo”. Y no es difícil entender por qué. La tercera ciudad más grande de Groenlandia tiene 4500 habitantes, unos 3000 perros de trineo y se encuentra sobre un fiordo rodeada de enormes torres de hielo de las más diversas formas. Éstas aparecen cuando el glaciar que hay al lado –el más grande del hemisferio norte- deja grandes placas de hielo sobre el fiordo. La corriente de hielo es una de las más rápidas y productivas del mundo y su hielo domina el mar en Ilulissat.

En 2004 se incluyeron el fiordo y el glaciar de Ilulissat –antes conocidos por su nombre en danés “Jakobshauen”, y hoy como Sermeq Kujalleq- en la lista del Patrimonio Natural de la UNESCO.

Puntos de color para proteger la naturaleza

Ilulissat Stadt der Eisberge
Ilulissat, la ciudad de las montañas de hielo.Imagen: DW / Irene Quaile

Karen Filskov trabaja en “Destination Avannaa”, la agencia de marketing de la zona. Ella se crió rodeada de las montañas de hielo del Ilulissat y sabe que el fiordo juega un papel clave en el desarrollo de la región. “El reconocimiento de la zona como Patrimonio Natural de la UNESCO es un gran paso para asegurar la protección de este fenómeno natural en el futuro. Recientemente se abrió una nueva sede de la UNESCO aquí cerca, y estamos muy contentos”, dice Karen Filskov. “Se debe cuidar y proteger el fiordo para que se mantenga como Patrimonio de la UNESCO”, añade.

Bordeando la ciudad, un sendero vírgen conduce a través del paisaje pedregoso y accidentado a un mirador con espléndidas vistas del fiordo. Los puntos azules o amarillos le muestran al caminante el sendero para minimizar el impacto humano en la naturaleza, así como para mantener a los caminantes alejados de las zonas húmedas. La organizacion danesa MS ActionAid ha llevado a cabo un proyecto con diez jóvenes voluntarios de diferentes países europeos para que colaboren en la sede de la UNESCO en Groenlandia. Caroline Lecours-Anderse de Copenague está disfrutando aquí de sus vacaciones de verano como coordinadora voluntaria del grupo. “Nuestro objetivo es la construcción y la reparación”, cuenta con energía y entusiasmo, y prosigue: “Con estos senderos que marcamos queremos reunir a la gente y que conozcan la vida en una pequeña ciudad en Groenlandia.”

El diálogo intercultural entre jóvenes de distintos países es tan importante como el esfuerzo por alcanzar exitosamente los objetivos.

Mejor en un fiordo que en la playa

Grönland
Los jóvenes disfrutan con su trabajo al aire libre.Imagen: DW / Irene Quaile-Kersken

¿Qué mueve a los jóvenes a pasar sus vacaciones de verano trabajando en una pequeña ciudad en el polo norte? Lars Eberhard es de Wurzburgo, en Alemania. El joven de 22 años es un técnico de medición y quiere seguir estudiando en otoño. Su padre le inspiró con las historias sobre su estancia en Kibbutz (Israel). Pero también tiene otras razones para participar en este proyecto. “Me fascinó completamente”, dice, “poder, por un lado, hablar inglés antes de iniciar mis estudios en la universidad, y por otro lado, tener la posibilidad de visitar un sitio tan maravilloso como éste, un país tan lejano al que sin esta oportunidad, igual no viajaría nunca.”

Martin Ludin también tiene 22 años y es de San Gallen (Suiza), en donde estudia Economía y Derecho. El verano pasado trabajó en un proyecto en India. Eso fue lo que le motivó a colaborar con Global Contac en Groenlandia. “Se entra en contacto con la cultura de otra forma, y yo quería hacer algo diferente estas vacaciones de verano, no solo ir a la playa, dice. “La playa también está bien, pero todo tiene su momento. Y yo quería realmente tomar las riendas y hacer algo productivo.”

Fútbol: idioma universal

UNESCO Freiwillige Lars Eberhard und Martin Ludin
Los voluntarios Lars Eberhard y Martin Ludin delante del fiordo Ilulissat.Imagen: DW / Irene Quaile

Hay muchos niños y jóvenes en Ilulissat. Durante las largas noches de verano en las que casi no oscurece juegan al aire libre o practican diferentes deportes. Esto les da la oportunidad a los voluntarios europeos de conocer a jóvenes groenlandeses después de su servicio diario. Juntos juegan a fútbol. Algo sencillo para luchar contra la timidez que además facilita la comunicación entre groenlandeses, alemanes, daneses, suizos y otros jóvenes. “En cuanto se han superado los primeros obstáculos, todo va sobre ruedas”, dice Martin Ludin, y prosigue: “Y uno se sorprende de que los jóvenes groenlandeses hablen inglés y que tengan los mismos intereses que nosotros. Escuchan la misma música y también son muy modernos y abiertos.”

Donde el hielo se rompe y se derrite

Los voluntarios pasan a menudo la jornada de trabajo al aire libre, en el fiordo. Esto hace el trabajo realmente atractivo. Trabajar para esta sede de la UNESCO es para los voluntarios mucho más que un simple trabajo de verano. Con el trabajo aquí y su contacto con la gente del lugar, los voluntarios se han dado cuenta de las repercusiones del cambio climático. La corriente del graciar fluye ahora más rápido. La capa de hielo ya no es tan gruesa y las montañas son más pequeñas que hace unos años. Sisse Budapsen, estudiante danesa, es la segunda coordinadora del proyecto. Ella ve aquí otra razón para seguir trabajando en el fiordo de Ilulissat. “Éste es un enclave único para observar las rápidas transformaciones que conlleva el cambio climático”, afirma. Y eso es lo más importante para la estudiante danesa: “es también una posibilidad de advertir al mundo la magnitud del cambio climático y los efectos que ya está tendiendo en Groendlandia y en el resto del mundo.”

Autora: Irene Quaile

Editor: Emilia Rojas Sasse