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Hace tiempo que la OTAN está en coma

Barbara Wesel
5 de diciembre de 2019

El presidente francés dice estar satisfecho porque impulsó un debate estratégico sobre la OTAN. Pero si la alianza militar quiere sobrevivir, tendrá que convertirse al fin en una alianza política, opina Barbara Wesel.

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Emmanuel Macron, presidente de Francia.
Emmanuel Macron, presidente de Francia.Imagen: picture-alliance/dpa/AP/M. Dunham

El debate sobre el fin de la OTAN es tan antiguo como la misma alianza, y desde hace 70 años, los rumores sobre su inminente defunción resultan totalmente exagerados. Al margen de esto, el presidente francés tiene razón: la OTAN sufre de muerte cerebral, y eso desde hace mucho tiempo. Aunque se enojen la canciller alemana y otros, Macron dijo una verdad, ya que, políticamente, la OTAN nunca fue tan débil como ahora. Una de las mayores debilidades de la alianza internacional es el errático presidente estadounidense, que, según el humor que tenga, insulta a sus socios, elogia a autócratas como el presidente turco, o el dictador norcoreano Kim Jong-un, o cuestiona la propia existencia de la OTAN. Pero a la crítica de Emmanuel Macron reacciona en Londres alérgicamente y, de repente, se vuelve un acérrimo defensor de la alianza. Evidentemente, el único que puede criticar a la OTAN es Trump. Es un espectáculo rayano en el infantilismo.

Esperanza de que Trump pierda las elecciones

También en sus decisiones individuales, el presidente estadounidense actúa de manera destructiva. Retira tropas de Siria sin acuerdos previos y abre la puerta a una intervención militar turca contra los kurdos, que llevaron adelante la lucha contra el "Estado islámico” (EI). Un ejemplo fatal de traición a los aliados, con altos costos humanos y políticos. Y eso es solo una muestra de la incapacidad de Donald Trump para tomar decisiones estratégicas por el bien común. En la OTAN hay una esperanza tácita de que no resulte reelecto el año próximo. En tiempos de la Guerra Fría, la vida era fácil para la OTAN: esta constituía un contrapeso al Pacto de Varsovia. Las tareas eran claras, la doctrina de la mutua disuasión, un simple modelo estratégico. Treinta años después, sin embargo, la alianza ya no encuentra nuevas respuestas a un mundo totalmente diferente. Se desliza de crisis en crisis, y de una cumbre a la otra.

Ahora, por primera vez, durante el encuentro en Londres se tematizó que China es un desafío futuro. Pero eso no significa mucho, ya que no puede hablarse de una política conjunta hacia Pekín, dado los intereses demasiado disímiles de los países miembros. Pero, al menos, el ascenso de esta nueva potencia mundial es definido ahora como un peligro potencial, y con eso se otorga el permiso de reflexionar sobre las consecuencias de la por demás agresiva política china para la seguridad conjunta.

La alianza militar necesita una cúpula política

Es como si se observara a un gigante antiquísimo y algo ingenuo mientras está pensando. Los tiempos de reacción parecen infinitos. Por ejemplo, ante los nuevos riesgos debidos al cambio climático, que fueron mencionados por el presidente noruego. O en vista de los peligros de una desestabilización regional por grupos terroristas en proceso de cambio, a los cuales Francia quiere dedicar más atención. Y de cuando en cuando aparecen agujeros negros políticos, en parte producto de los mismos miembros de la OTAN -como, por ejemplo, en Libia-, que se convierten en semilleros del terrorismo y de la trata de personas que amenaza a Europa.

A la OTAN le falta una especie de cúpula política, un comité que pueda, al mismo tiempo, realizar análisis y preparar decisiones. Un "consejo de sabios”, pensado para bosquejar ahora una hoja de ruta es solo una solución de emergencia. Y otro punto débil de esta alianza es que la obligación de lograr unidad unanimidad se vuelve cada vez más una camisa de fuerza ante los intereses cada vez más diversos de cada vez más países miembros.

Barbara Wesel, periodista de DW.
Barbara Wesel, periodista de DW.

También carece de mecanismos reales de sanciones en caso de que los miembros persigan desconsideradamente intereses puramente nacionales, como Turquía, con su ataque a los kurdos y la compra de un sistema de misiles ruso. Tales acciones abren una brecha en la seguridad conjunta que no se logra cerrar a través de compromisos formales, como en Londres. Y plantean muchas dudas sobre los llamados "valores comunes”.

¿Se puede salvar aún a la OTAN?

En contra del diagnóstico de Emmanuel Macron, si bien la OTAN está en coma, todavía no está muerta. También los amagos europeos de convertir la propia defensa en un proyecto conjunto marchan muy lentamente, y no podrán reemplazar a la alianza en un futuro inmediato. Pero tampoco se sabe cuán capaz de someterse a reformas es la OTAN en vista del aumento de la presión externa e interna. Mucho depende de las elecciones presidenciales en EE. UU. Pero una cosa es segura: con su franqueza poco diplomática, el presidente francés le hizo un favor a la OTAN.

(cp/ers)

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