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Indignación por la condena a Mursi

Kersten Knipp (MS/JOV)17 de mayo de 2015

La condena a muerte al expresidente egipcio Mohamed Mursi ha desatado la indignación internacional. Muchos analistas consideran la justicia egipcia como una extensión del brazo político del Gobierno de Al-Sisi.

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Imagen: Reuters/M. Abd El Ghany

Las reacciones no se hicieron esperar. Una de las primeras llegó por parte de Amr Darrag, desde su exilio en Estambul. Amr fue ministro de Planificación durante dos meses en la era Mursi y condenó el veredicto con duras palabras: "Esto es un juicio político. Se trata de un asesinato que ahora puede llevarse a cabo". Según Darrag, la sentencia se basó en "mentiras, rumores y paranoicas teorías de conspiración", e instó a la comunidad internacional a protestar contra el fallo.

El sábado (16.05.2015) por la mañana, un tribunal egipcio condenó al depuesto presidente Mohamed Mursi a la pena de muerte. La sentencia considera probado que Mursi fue el instigador de una fuga carcelaria en 2011, junto al grupo palestino Hamás y al libanés Hizbolá. Ambos son movimientos islamistas, como los propios Hermanos Musulmanes, a los que Mursi pertenece. El mufti supremo de Egipto aún no ha confirmado el veredicto. Mursi y muchos otros miembros de los Hermanos Musulmanes igualmente condenados a muerte pueden apelar.

"Opresión, odio y venganza"

En el propio Egipto, el veredicto fue criticado por partidos afines a los Hermanos Musulmanes. Según un portavoz del Partido de Desarrollo y Fomento, el juicio se celebró "en una atmósfera de opresión, odio y venganza". Tampoco fueron tibias las declaraciones de representantes de otros partidos. Un vocero del Partido de la Constitución, fundado por Mohamed el-Baradei, antiguo director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, calificó el veredicto de "grave violación contra los derechos humanos".

También Amnistía Internacional criticó la decisión del juez, calificando el proceso de "injusto", dijo Mohamed Elmessiry, responsable de la organización en el norte de Africa. Durante meses, Mursi no tuvo acceso a ninguna ayuda legal, por lo que poco pudo hacer contra su detención. "Por ese motivo, todos los fallos en su contra son jurídicamente insostenibles, y no solo de conformidad con las normas internacionales, sino también con el propio derecho egipcio", explica Elmessiry a Deutsche Welle.

Algunos analistas creen que el presidente egipcio se ha convertido en una especie de "faraón".
Algunos analistas creen que el presidente egipcio se ha convertido en una especie de "faraón".Imagen: Reuters/Dalsh

Elmessiry cree que estas severas condenas tienen como objetivo "eliminar toda disidencia. Se dirigen sobre todo a los seguidores de Mursi, que actualmente ocupan en Egipto los principales puestos de la oposición. En ese sentido también se expresó en el canal de televisión Al Yazira el historiador y profesor de la Universidad de Georgetown Abdulah al-Arian. "El ministerio de Justicia contribuye a cimentar una nueva realidad política en Egipto, cuyos adversarios deben ser silenciados. El objetivo es restaurar el rigor del sistema autoritario egipcio que ocupó el poder durante décadas".

"De vuelta a los oscuros tiempos de Mubarak"

El diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung sitúa el fallo en el contexto de la reciente jurisprudencia. Según esta publicación, la condena a muerte contra Mursi demuestra que la "justicia de la venganza" en Egipto funciona como "la extensión del brazo de la dictadura militar en El Cairo". "No fueron los principios del Estado de Derecho los que presidieron el juicio, sino el deseo de venganza. Marginación, difamación, criminalización y liquidación son los métodos con los que se ha procedido contra los Hermanos Musulmanes de Mursi, incluso tras las elecciones a la presidencia en mayo de 2014."

Un día antes de conocer la sentencia, se pronunció el activista egipcio por los derechos humanos Ahmed Maher en el diario londinense al-Araby al-Jadeed. Maher cree que Sisi se ha convertido en una nueva especie de "faraón" egipcio, que no desea escuchar ni críticas ni consejos. Ahora ya ni siquiera los necesita. "Sisi ya no necesita a los llamados partidos políticos ni a las fuerzas civiles. Puede tranquilamente dedicarse a su populismo", asegura Maher. Mohamed Elmessiry cree que el poder ilimitado no hace ningún bien al país: "Hemos vuelto a los oscuros tiempos del régimen de Mubarak, donde no se permitía oposición alguna".