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Inestabilidad peligrosa

12 de junio de 2003

El próximo año tendrán lugar elecciones en Afganistán. Se adoptará una nueva constitución. Aún así la reconstrucción del país no avanza.

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Refugiados afganos regresan a su patria.Imagen: AP

La situación de seguridad, sobre todo en las provincias lejanas a Kabul es cada vez más precaria. Este es el diagnóstico de expertos reunidos en Bonn invitados por el Centro alemán de Investigaciones del Desarrollo (ZEF) y la London School of Economics.

Recientemente, el secretario de defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, declaró frente a la prensa internacional, el fin definitivo de las hostilidades en Afganistán. Anunció que la mayor parte del país era "seguro" y que la reconstrucción podía empezar al fin.

Los barones de la guerra

Expertos internacionales especializados en Afganistán califican de "ilusorias" las palabras de Rumsfeld. La situación sigue siendo peligrosa. Toda persona que haya pasado un tiempo allí o que conozca los problemas internos de Afganistán considera las apreciaciones del político estadounidense "ajenas a la realidad", afirma Jonathan Goodhand de la School of Oriental and African Studies de Londres.

La verdad es que la situación de seguridad es cada vez peor -sobre todo después de la invasión de Irak. Los señores de la guerra son ahora incluso más poderosos que hace un año. "Los ataques de reductos talibanes, de El Qaeda y del jefe miliciano Hekmatyar han aumentado. Los asaltos a trabajadores de organizaciones humanitarias internacionales se han multiplicado. En resumen: la situación de seguridad ha empeorado", confirma Goodhand.

A finales del 2001 los diferentes grupos étnicos y agentes afganos en conflicto firmaron el acuerdo de Sankt Petersberg en Bonn eligiendo luego un gobierno interino. Su poder empero, es socavado por las constantes riñas y disputas armadas entre los grupos étnicos.

El poder del gobierno legítimo se limita a la ciudad capital de Kabul, en donde se encuentran estacionadas las Tropas Internacionales de Seguridad (ISAF). El resto del país empero, continúa en las manos de los señores de la guerra.

Problemas de distribución

A pesar de que en marzo del 2002 la comunidad internacional le aseguró ayuda financiera a Afganistán por un monto mayor a los 4.500 millones de dólares -que luego elevó-, "dicha suma es, definitivamente, demasiado pequeña para impulsar la verdadera reconstrucción", asegura Jonathan Goodhand. "Es poca ayuda. Por el cultivo de amapola para la producción de opio, Afganistán percibe mucho más dinero que con la ayuda internacional." Además los líderes regionales aseguran que el dinero de la ayuda internacional se queda en Kabul, lo que crea recelos en las provincias.

Trauerfeier für Opfer des Anschlags in Kabul
Soldados alemanes miembros del ISAF asesinados en Kabul.Imagen: AP

Por su parte, las provincias retienen las entradas de las tarifas de aduana que debieran ser remitidas al Gobierno central de Kabul. Esta es una de las razones por las cuales ni siquiera se le puede pagar el salario a parte de los funcionarios públicos en la capital. El problema es tan grave que recientemente el presidente interino Hamid Karsai amenazó con dimitir.

James Putzel, director del Programa para Estados en Crisis del London School of Economics considera que "en Afganistán debieran crearse más incentivos". Los señores de la guerra podrían fungir pronto como empresarios regionales o, dicho en otras palabras, "para los señores de la guerra tiene que existir buenas razones para remitir el dinero recibido por aduanas a la capital."

No olvidar la provincia

Una buena razón para ello sería un Estado diligente que garantice el funcionamiento de una economía de mercado libre y que también le permita a las provincias obtener provechos.

Afghanischer Soldat der Nordallianz
Imagen: AP

La existencia de este Estado es lejana, sobre todo, debido a la gran inseguridad pública. Las luchas intestinas por el poder han impedido la conformación de un ejército nacional. Por ello, muchos expertos recomiendan extender el mandato de las tropas ISAF a las provincias fuera de Kabul.

Según el politólogo William Maley de la Universidad de Canberra, para ello "no se requiere de movimientos masivos de tropas", pues se trata más bien de demostrarle a los actores políticos regionales que "la comunidad internacional toma en serio sus problemas". Maley advierte además que aunque los costos de la expansión de las tropas ISAF puedan parecer altos, "si Afganistán no logra la plena gobernabilidad, los costos indirectos van a ser mucho mayores".