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Infanticidio en Alemania: ¿cuáles son las causas?

11 de diciembre de 2007

El caso de los niños asesinados por sus madres en Alemania ha conmovido a los lectores de DW-WORLD. Comparta con nosotros sus opiniones y escríbanos para participar del debate.

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Imagen: dpa Zentralbild

Desesperanza y pobreza fuente del infanticidio en Alemania

Me causa mucha tristeza leer el artículo sobre maltrato y asesinato de niños en una pujante nación como es Alemania, un país del primer mundo, con un desarrollo envidiable, donde se prevé todo y el ingreso per cápita es alto, comparado con un país atrasado del tercer y cuarto mundo como es Perú, donde el ingreso per cápita es muy bajo. En la sociedad alemana no se escucha tanto sobre casos de corrupción, los que en mi país abundan y de los que tiene para exportar. Acá las capas sociales son A, B, C, D, E, etc., y los crímenes contra niños se dan por lo general dentro de las capas sociales D y E, donde se aprecia que son situaciones extremas de pobreza y sobre todo en las que el analfabetismo pone su parte. En Perú está dando resultados favorables un programa que se llama "Catequesis Familiar". Claro que su enfoque está dirigido a padres de familia que tienen interés en que sus menores hijos reciban la preparación para su Primera Comunión, que previamente ha sido dada en forma directa por los mismos padres que, de antemano, han sido preparados por parejas guías. Los resultados obtenidos demuestran que, por lo menos, ha disminuido el maltrato a niños y adolescentes, también el porcentaje de machismo ha bajado, no en cifras, aunque no en el porcentaje que se desearía. Aunque poco, sí se avanza.
Manuel Hernández, Perú

La noticia de la muerte de niños ocasionada por los padres lleva inexorablemente a una sensación de dolor y desaliento, algo así como una visión estremecedora de "fin de mundo", pues nadie puede familiarizarse con el homicidio, y menos aún con el de los más débiles, los más vulnerables, aquellos que deberían gozar de toda protección. Yo escribo desde Buenos Aires, una sociedad en la que el maltrato a los niños es una constante que no cuesta verificar en la familia, la escuela, la calle, aunque es justo señalar que se realizan esfuerzos para iluminar el problema, acotarlo, y eventualmente, extinguirlo. Sin embargo, el trabajo infantil se ha generalizado, y la desprotección a la infancia ha ganado espacios a medida que la crisis económica fue causando estragos en las mallas sociales.

El hambre estructural alcanza la magnitud de genocidio, amenazando, como es natural, primero a los niños. La difusión de situaciones tan desfavorecedoras ha hecho aumentar las tasas de delito, muchos de los cuales son protagonizados por niños. Curiosamente, entre aquellos que se manifiestan sensibles ante la temática del infanticidio, no es difícil encontrar manifestaciones en favor de una severa represión, que no se detenga ante la inimputabilidad de los menores. Así como se observan a "niños en peligro", también se hace visible una "niñez peligrosa", sobre la que parece ser legítimo descargar una creciente violencia. Llevará mucho tiempo recuperar los niveles de integración que caracterizaron a la sociedad argentina.

No obstante lo dicho, existe una escuela de pensamiento que señala que el infanticidio no necesariamente se origina en situaciones de desventaja social, aunque en apariencia sea en ellas en donde se manifiesta con mayor frecuencia. Hace más de treinta años un psicólogo nuestro, Arnaldo Raskovsky, publicó un libro de título inquietante: "El Filicidio", en el que se registraban hechos como los referidos en la crónica, y se ensayaba una explicación psicológica de esas conductas, mucho más difundidas de lo que estamos dispuestos a aceptar, y que no se limitan a los estratos más desfavorecidos, sino que impregnan a todos los grupos sociales. Indudablemente, aquellos que se han dedicado a la tarea de atender a la problemática del maltrato dirigido a los niños, deben sentir que se encuentran ante un iceberg, del cual apenas se vislumbra una pequeña fracción, pues su masa, en proporción abrumadora, se encuentra sumergida.
Ernesto Luján Gonet, Argentina

Miren lo que estamos haciendo con el mayor tesoro de la humanidad: nuestros niños. Al parecer ya no hay vuelta a los valores morales, y ni hablar del sentido común, todo vale por el dinero. Todo es igual, la razón, la verdad y la justicia se interpretan según cuanto dinero haya sobre la mesa. La "desesperanza" es ahora lo que han logrado con su egoísmo las autoridades, De nuevo son inocentes en su mayoría quienes sufren.
Fco. Bonatici, Chile

Estoy angustiada por los niños asesinados por su madre. ¿Cómo puede ser que Alemania, que da ayuda a países Latinoamericanos, a África y Oriente Medio, no cuida las familias de bajos recursos de Alemania? ¿Alemania no tiene estadísticas de mujeres solas con más de un hijo, para contenerlas? Si la madre no puede cuidar y mantener a sus niños el estado tiene que ser responsable del niño un niño alemán. Es hijo de toda Alemania.
Laura, Argentina

Yo no creo que sean muchos los casos en que los padres maten a sus hijos por desesperanza. De que los hay los hay , pero en todo caso cuando eso sucede los padres también se suicidan luego. Por venir de Perú yo he visto que hasta en la pobreza más grande, cuando literalmente no hay nada de comer ni dónde vivir , la gente no mata a sus hijos fácilmente. Más bien acá en Europa pienso que debe tratarse de las chicas jóvenes que dan un mal paso y quieren seguir haciendo vida de solteras. Los dejan en manos de la asistencia social, o los matan. Me parece que la gente es más desapegada de sus hijos, nietos, y su familia.
Paola, Francia

Pienso que es algo más lo que impulsa a los padres, incluidos los últimos casos de las muerte de ocho inocentes niños. Es indudable que la pobreza es un factor estresante, pero acá en América Latina, en donde existe más pobreza, no es causa de asesinato de nuestros niños. El vacío existencial tiene que ver con los niveles de armonía y de satisfacción que una persona va logrando construir en los diversos ámbitos en los que tenemos interactuamos. Por estas latitudes, el calor humano es un elemento que nos protege de estas dificultades y nos ayuda en la convivencia y a enfrentar adversidades. El sentido de pertenencia que nos dan nuestras familias, pese a la pobreza generalizada, veo que se constituye en una protección para la salud y la integridad humanas, más en la salud mental, como parecería ser este el elemento presente en esta tragedia descubierta el 5 de Diciembre en Alemania.
Alvaro Fierro, Ecuador

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